domingo, 24 de febrero de 2008

Harry Potter y el misterio del príncipe; de J.K. Rowling

La saga de Harry Potter, es una serie de novelas de corte fantástico, ambientadas en un mundo mágico, que ha dado celebridad y, sobre todo, dinero a J. K. Rowling (es milmuchimillonaria, más incluso que la reina de Inglaterra). La saga terminó definitivamente el 21 de Julio de 2007, con la publicación del séptimo y último libro: "Harry Potter y las Reliquias de la Muerte", que ha sido publicado recientemente (21 de Febrero) en castellano. En total han sido diez años justos (desde 1997) los que la Rowling ha dedicado a las aventuras de Harry Potter y sus amigos.

Reconozco que me chifla Harry Potter. Y de alguna manera en mi historia personal como lector se ha convertido, en los últimos años, en una cita obligada a la que he acudido sucintamente cada Diciembre, Enero o Febrero desde hace cuatro años. Me acerqué a estos libros, que en un principio se habían tildado como infantiles, con el escepticismo previo con el que me enfrento a ese tipo de obras que son leídas por las masas. Pero desde la primera "Piedra filosofal" supe que aquel amor que la Rowling desprendía por sus personajes y por aquel mundo mágico que había creado eran distintos a todos esos Best-sellers al uso. Había una imaginación fértil y una creatividad preciosista que embelesaba a los niños que comenzaban a leer y enganchaba a los adultos amantes de la fantasía. Y ahora, después de tanto tiempo, y vislumblando su inminente final, me entra una melancolía que no soy capaz de expresar. Es una especie de duelo por adelantado. Por eso, tal vez, he querido leerme seguidos los dos últimos libros. Será como una especie de homenaje personal.
La penúltima entrega de la saga de Harry Potter recupera las cotas de dramatismo, oscuridad e interés, ya vividos en libros como "El prisionero de Azkabán" o "El cáliz de fuego". "La orden del Fénix", anterior entrega, fué un pequeño gran bajón en la trama y una decepción importante a nivel personal. Había bastante paja, demasiadas páginas, para los pocos misterios que al final se desvelaban, y todo pringado de un ritmo lento y que a veces se convertía en aburrido. Pero, afortunadamente, en "Harry Potter and the Half-Blood Prince"(cuya traducción sería "Harry Potter y el Príncipe Mestizo") que se publicó en 2005, la cuestión cambia. El ritmo es mucho más fluido, la trama es interesantísima, y los sucesos son hasta conmovedores. La cuestión de porqué el título en castellano se cambió sólo se puede desvelar leyendo la novela.

El título del libro hace referencia a un misterioso libro de pociones que cae en manos de Harry Potter. El libro perteneció a un tal Príncipe Mestizo, y éste lo llenó de anotaciones enigmáticas e ingeniosas que ayudan a Harry a desenvolverse en su clase de Pociones. Además, conoceremos detalles íntimos sobre la infancia y vida del tenebroso Lord Voldemort, el malo malísimo que se la tiene bien jurada al protagonista desde el primer de los libros, siendo éste uno de los puntos más interesantes. Como no podía ser menos, iremos conociendo también, a través de sus páginas, nuevos y flamantes hechizos y objetos mágicos que engrosarán una vez más todo ese mundo mágico que ha ido creando Rowling. Mundo que, imparablemente, se va haciendo más rico y complejo con cada nuevo libro. Y es esa, precisamente, la mejor de las creaciones de la autora, la creación de un universo sugerente lleno de creatividad, donde la imaginación no tiene límites. A la lista de hechizos, pócimas y objetos sumaremos el Sectumsempra o el Felix Felicis o los Horrocruxes.

Ese tono lúgubre que ya vimos en los libros anteriores vuelve a aparecer con más fuerza si cabe. Pero, curiosamente, es uno de los únicos libros (junto con "El prisionero de Azkabán") en donde Voldemort no hace aparición. Aún así, por fín, descubriremos la verdadera cara de Snape, un rostro que desde el principio siempre se nos ha mostrado desde la ambiguedad más absoluta. Por si no fuera poco, uno de los personajes principales es asesinado trágicamente, dejando el argumento en una situación del todo dramática.

miércoles, 13 de febrero de 2008

La nube púrpura; de M.P. Shiel



Hablamos del segundo rey del reino de Redonda. Un respeto. Ya sea como M.P. Shiel o como Rey Felipe, estamos ante un grande. Este inglés de adopción, escribió una pseudo triología (cuyas novelas no tienen nada que ver unas con otras) de ciencia-ficción cuyos títulos fueron "The Last Miracle" (1906), "The Lord of the Sea" (1901) y "The Purple Cloud" (1901). La más interesante, y por la que posteriormente ha sido recordado y encumbrado como autor de culto, ha sido justamente la última citada: "La Nube Púrpura".

El género que utiliza Shiel en esta novela es el que, dentro de la ciencia ficción, se ha dado en llamar como "el último hombre", subtítulo que también ostentarían obras como "The last man" (1826) de Mary Shelley o "I'm a legend" (1958) de Richard Matheson. Se trata ni más ni menos que plantear qué pasaría si, por h o por b, sólo quedase un hombre vivo sobre la tierra. Y la de Shiel es, sin duda alguna, si no la mejor, una de las mejores novelas de este género.

Se diferencian muy bien tres partes dentro de "La nube púrpura". La primera parte de la novela nos presenta un apasionante y absorbente viaje en barco al Polo Norte. Funciona muy bien como novela de aventuras, a la manera que lo hacen los viajes extraordinarios de Julio Verne, por poner un ejemplo explícito. Pero Shiel no se queda en un planteamiento de la aventura "formal". Va más allá, mucho más allá de eso. La brutalidad que nos muestra está lejos de los formalismos de Verne.

La segunda parte sigue siendo una novela de aventuras, pero introduciendo de lleno una disección metafísica del hombre. De hecho, el protagonista, Adam, llega a emparentarse con el mismísimo Dios, pensándose amo y señor de todo el mundo. Es como si se tradujese en acción la mismísima teoría geocéntrica de Tolomeo, una especie de delirio de grandeza cuyo centro es el último hombre. Las disquisiciones están en el plano religioso y moral: El hombre tiene dentro de sí la capacidad de la construcción/bondad y la capacidad de la destrucción/maldad. Esta bidimensionalidad del hombre se presenta a modo de Fuerza Blanca y Fuerza Negra, y es expuesta en el libro através de las voces que Adam escucha en su cabeza cada vez que se plantea si algo debe hacerse o no. De alguna forma se podría decir que su incosciente funciona a modo de Metatrón o voz de Dios. En este plano seguramente Freud hablaría de ese inconsciente partiendo del ello (lo que quiero hacer) y del superyo (lo que debo hacer). Apunto esto último simplemente para hacer ver la amplitud de interpretaciones que podrían hacerse al texto: Religioso, psicológico, filosófico...

En la tercera y última parte de la novela encontramos el dilema ontológico para el protagonista, que siente el peso entero del destino de la humanidad sobre sus hombros. Supone una vuelta a la humanización del personaje. El ideal, al que se siente absolutamente unido, queda redimido por su capacidad de amar, capacidad a la que se siente incapaz de hacer frente. Una vez más estamos ante una dicotomía moral: Lo bueno y lo malo. Adam libra una batalla interior entre lo que quiere para la humanidad y lo que le gustaría para él mismo. Unidad y conjunto, el todo y la parte.

Hay que hacer notar que Shiel hace llamar a éste último hombre como Adam que obviamente deriva de Adán: El primer hombre según el Génesis. Lo cual es una auténtica metáfora. Aunque no diré más para no destripar los entresijos de esta magnífica novela.

viernes, 8 de febrero de 2008

Venus en las tinieblas; Antonio José Navarro (Ed.)

Hubo una vez un lector que cogió de una polvorienta estantería de una innombrable biblioteca un volumen negro. Su título era igual de oscuro. Cada noche, aquel estúpido díscolo, leía aquellos pasajes terribles, descifrando ignotas frases, con la ayuda de una vela de sebo que palpitaba con un corazón de fuego anaranjado.

He aquí las notas que fué dejando en su diario hasta su misteriosa desaparición.

29/Oct/2007

Hoy he traído conmigo éste extraño libro de pelaje oscuro. Se trata de una antología de cuentos de terror escritos sólo por mujeres. Entre sus páginas he hallado veinte relatos. Casi quinientas páginas de gozos y sombras.

- El espectro o las ruinas del priorato Belfont, de Sarah Wilkinson.
- La joven invisible, de Mary W. Shelley.
- Napoleón y el espectro, de C. Brontë.
- Poseídos por demonios, de Catherine Crowe.
- La última casa en la calle C..., de Dinah Mulock.
- La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad; de Rhoda Broughton.
- El empapelado amarillo, de Charlotte Perkins Gilman.
- El fantasma de Kentucky, de Elizabeth Stuart Phelps.
- ¿Realidad o ilusión?, de Ellen Price Wood.
- La puerta abierta, de Charlotte Elizabeth Riddell.
- La mujer lobo, de Clemence Housman.
- El organista fantasma de Hurly Burly, de Rosa Mulholland.
- El escudo luminoso, de Helena Pretovna Blavatsky.
- La muerte y la mujer, de Gertrude Atherton.
- La estrategia del hombre lobo perro, de Willa Carther.
- Marsias en Flandes, de Vernon Lee.
- Los ojos, de Edith Wharton.
- La satanista, de Mrs. Hugh Fraser.
- La mujer del purgatorio, de Marie Belloc Lowndes.
- La casa encantada, de Edith Nesbit.

Personalmente echo de menos una introducción mucho más voluminosa y turgente. Aunque las notas introductorias a cada una de las autoras redime un poco esa sensación.
La portada del libro, con la belle rosini de Wiertz, ya nos introduce de lleno en el simbolismo gótico: una mujer y un esqueleto aparecen enfrentados, sosteniéndose la "mirada".

4/Nov./2007

Ya he leído los seis primeros relatos de la antología. Y la primera impresión es agridulce.

Los dos primeros, tanto el de Sarah Wilkinson como el de la Shelley, caen de lleno en el romanticismo. El terror es sólo la pequeña excusa para desenterrar las ignotas y recónditas revelaciones de oscuros pasados que albergan aquellas empolvadas ruinas abandonadas. A pesar del corte gótico de las dos historias, no me convencieron. Sigo pensando que la madre de Frankenstein no supo manejarse tan bien en los relatos como en las novelas. Y las dos historias se van desdibujando en mi memoria rápidamente, lo cual no resulta muy buena señal.

El de la Brönte, un cuento de dos páginas, me resultó poca cosa. Muestra a un Napoleón pusilánime, perdido en ensoñaciones. Fué más interesante leer la introducción al relato, la verdad.

Algo distinto fué leer "Poseídos por demonios", que resulta ser el fragmento de un tratado denominado "Nightside of nature", donde la autora hace un pormenorizado análisis veraz (o al menos eso pensaba ella) sobre hechos sobrenaturales. Resulta cuanto menos curioso leerlo.

Los dos siguientes, el relato de Dinah Mulock y el de Rhoda Broughton (que es la mismísima sobrina de Le Fanu), caen de lleno en la denominada Ghost Story, y poco tienen que envidiar a M.R. James o Le Fanu. Dos historias maravillosas, fantásticas, que me han hecho disfrutar grandemente de mi tarde del domingo, bien cómodo en mi sillón.

11/Nov./2007

Tras haber leído nueve de los relatos incluídos, pienso que en general la selección es de un nivel bastante bueno, pero, aún así, me brota una triste pregunta: ¿Por qué no hay relatos de terror escritos por mujeres en lengua que no sea inglesa? Me parece un sesgo importante. Una falta grave. Ni siquiera podría considerarse a Madame Blavatsky, la famosa teósofa (de origen ucraniano) pues ésta escribió también en inglés.

De los tres relatos que he leído estos días, dos, "El empapelado amarillo" y "El fantasma de Kentucky", son canela fina. El tercero, "¿Ilusión o realidad?", no me ha llamado mucho la atención.

"El empapelado amarillo" es un cuento de carácter autobiográfico, lo cual hace la lectura aún más escalofriante. Es por eso que éste debe ser contextualizado dentro de la historia personal de la autora para entender su importancia. Ya apareció en aquella fantástica antología de Pilar Pedraza titulada "Fantástico interior". Y en él asistimos a la proyección obsesiva de la autora derivada del claustrofóbico confinamiento a la que fué sometida por parte de su marido. Terrible, terrible de verdad. El gastado y roto empapelado amarillo de la habitación, en la que el marido le insta a "descansar", se convierte de esa manera en un metafórico papiro en el que la protagonista/autora va describiendo indirectamente los detalles de esa terrible cárcel en la que está encerrada. Así, los dibujos verticales del empapelado van pareciéndose a unos barrotes, y la mancha oscura de la pared a su propia imagen. El sentimiento de desasosiego que se desprende de su lectura llega al culmen al final, cuando la autora... Bueno, alguien aquí me susurra terribles palabras para que no continúe hablando.
El relato, de esta manera, se convierte en una enorme metáfora, cruel documento, sobre la mujer y su dificil deambular por la historia de la humanidad.

"El fantasma de Kentucky" de E. S. Phelps es un relato que, por méritos propios, habría encajado perfectamente en aquella estupenda antología de Nebreda que se llamaba "Mares tenebrosos". De alguna manera me recuerda a aquellas melancólicas historias de Richard Middleton, tal vez por ese poso triste que deja la lectura. Recrea la dura vida encima del navío Madonna, con sus supersticiones (fantástica la cita al baúl de Davey Jones), los cantos marineros, los juramentos de voz en grito y, cómo no, con su viles y encabronados capitanes. Aunque hay fantasma y terribles pasajes (ese mantra de "¡No subas! ¡No subas"), lo más terrible del relato, a mi modo de ver, es el drama de esa madre esperando cada día en el puerto ver regresar a su hijo. Muy triste.

Del tercero... la verdad es que no me apetece ni hablar. Para mi gusto es de esos cuentos que se olvidan rápido. Un poco mediocre.

12/Dic./2007

Desde la última vez que escribí por aquí sólo he leído dos cuentos más: La puerta abierta y La mujer-Lobo. Son cosas que ocurren, porque entre "Venus en las tinieblas" y "Meridiano de sangre" de Cormac McCarthy, pues uno elige leer "Meridiano de sangre".

El primero me pareció bastante mediocre. "La puerta abierta" (se nos viene a la cabeza Margaret Oliphant) empieza realmente bien, pero hacia la mitad se desinfla de una manera asombrosa.

Cosa distinta ha sido "La mujer-lobo", que terminé de leer ayer entre las alucinaciones de esta agónica gripe que llevo encima desde el domingo.
"La mujer-lobo" es un cuento que, desde que lo empiezas, ya sabes que tiene un gusto a clásico. La introducción es fantástica, desde los ojos de un niño que juega en una granja se nos van describiendo los quehaceres diarios en las regiones escandinavas. No es una narración de terror, al menos yo la veo más como una historia simbólica. En la historia encontramos tres vértices, que pueden representar el equilibrio del némesis: En un extremo encontramos a Sweyn, líder, de gran belleza y fuerza física, encaramado a cierta vanidad. En otro extremo encontramos a Christian, bueno, algo sumiso a su hermano gemelo Sweyn, y no tan perfecto en rasgos físicos. Entre los dos se encuentra el monstruo: La mujer-lobo. En la historia, la figura de la mujer-lobo, representa nítidamente el pecado. De forma significativa la autora nos hace notar al final de la historia que Christian (que nos lleva a pensar en Christ, o Cristo) representa al crucificado, el que se sacrifica por y para la salvación del otro.

15/Dic./2007

He leído dos más. "El organista fantasma de Hurly Burly"de Rosa Mulholland y "El escudo luminoso" de Madame Blavatsky, son dos cuentos que no pasarán a mi historia particular de recuerdos. Ya ando olvidándolos, mientras meriendo magdalenas, y juego a creer que las ahogo en un lago de preciosísimo colacao.