domingo, 27 de abril de 2008

The Authority; de Warren Ellis y Bryan Hitch

Ellis es otro de esos guionistas ingleses de la nueva era. De esos que están aportando nuevas ideas y cierta renovación al comic. Ya llamó mucho la atención con Transmetropolitan (1997-2002), con Planetary (1999) y con The Authority (1999-2000), dando muestras de su particular tratamiento de la violencia (tanto física como verbal).

En "La Autoridad" se nos presentan personajes del sello Wildstorm, y más concretamente de Stormwatch, serie de la que no había leído absolutamente nada hasta ahora. Pero no importa, no hace falta. Para resumirlo y hacerlo más sencillo: Es un comic de superhéroes. Eso sí, el hecho de que Warren Ellis lo creara lo hace un pelín diferente. Para empezar, estos superhéroes no están bajo la bandera de ningún país, ni ningún tejemaneje político. No. Siguen una autoridad moral superior. Es decir, son ellos los que pinchan y cortan. Son ellos los que deciden. ("Haremos del mundo un lugar mejor" ¿No suena?). Además, ni siquiera están en la Tierra. Sino que viajan através de una especie de nave espacial denominada "El transporte" que está en los planos superiores, una especie de limbo, que puede abrir puertas en cualquier lugar de la tierra.

Según los propios Ellis y Hitch, crearon un comic Widescreen (pantalla ancha), término cinematográfico que le va que ni pintado: Fondo negro, panorámicas a doble página, impresionantes escenas épicas de destrucción masiva... Y ésta es una de las notas distintivas: la ultraviolencia. Los superhéroes de The Authority usan una fuerza destructiva a gran escala, lo que haga falta (como la destrucción de ciudades enteras...) con tal de vencer al enemigo de la Tierra. ¿No suena a cierto tonillo de Bush, Blair y Aznar?

En esta primera etapa de The Authority (12 números) la historia está conformada por tres arcos argumentales. En el primero el enemigo es un terrorista asiático que asola el mundo con un ejército de supervillanos. En el segundo un ejército inglés de una Tierra paralela ataca a la Tierra nuestra con tecnología extraterrestre abriendo una puerta espacio-temporal entre las dos. Y en la tercera una raza alienígena, que fué la propietaria de la tierra antes que la humanidad, vuelve para recuperarla. Como puede verse los peligros a los que se enfrentan The Authority son a escala mundial.

Llama la atención el poder visionario que tuvo Ellis si se extrapola ese "terrorismo mundial" a lo que ocurrió en realidad poco después de lo ocurrido en Septiembre de 2001. Y porque la solución política al terrorismo fué a la misma escala. En este caso (en el real) la Autoridad (es decir, el gobierno americano) decidió en base a su autoridad moral. Es por eso que el comic puede leerse en varios niveles: el puro entretenimiento o el político.

Por cierto, un guiño curioso. Dos de los superhéroes son homosexuales, de hecho son pareja, y uno se parece a Batman (Midnighter) y otro a Superman (Apollo). Jejeje.

martes, 22 de abril de 2008

Top 10; de Alan Moore y Gene Ha

Alan Moore es un gran conocido para cualquier amante del buen comic que se precie. Suyos son los guiones de producciones del comic imprescindibles de los años ochenta y noventa, léase: V de Vendetta, Watchmen, o From Hell. En los últimos años Moore los ha dedicado a guionizar los títulos de su propio sello editorial: America's Best Comics (ABC). De esta labor han surgido obras como Promethea, Tom Strong, The League of Extraordinary Gentlemen o Top Ten. Lost Girls, una de sus últimas obras publicadas, tiene un argumento erótico y está dibujado por su mujer.

Top Ten (1999-2000) es una especie híbrida entre serie policíaca y un comic de superhéroes y ciencia-ficción. Según el propio Alan Moore, quería conseguir con esta serie un efecto similar a "Canción triste de Hill Street", serie de televisión ochentera centrada en la vida diaria de una comisaría de policía, y de esta manera desarrollar varias líneas argumentales a la vez. La diferencia estriba en que en el comic el planteamiento es el siguiente: ¿Como sería el día a día de una comisaría de policía futurista en un mundo donde todos sus habitantes tuviesen superpoderes?. La verdad es que a priori la idea es muy interesante.

Los guiños a series de superhéroes son contínuos: Los cuatro fantásticos, The Sandman, Secret Wars y Crisis en Tierras Infinitas, Batman, Asterix y Obelix, Mazinger Z... y la verdad es que algunas situaciones son muy cómicas. Además de los hilos argumentales paralelos que se van desarrollando (investigación de casos, día a día en la comisaría), Alan Moore nos va deshilvanando la historia de cada personaje. De esta forma el realismo, del mundo inventado por el autor, toma una gran consistencia, sumándola, eso sí, al enorme trabajo gráfico y detalle de Gene Ha.

Lo más interesante, a mi modo de ver, es ese nuevo mundo ineventado por Moore. Para entenderlo habría que tomar en consideración lo siguiente: Existiría una especie de multiverso que contiene varios mundos separados, es decir, cada uno en un punto distinto del espacio-tiempo. Estos mundos son el mismo en esencia, pero en cada uno de ellos han ocurrido cosas diferentes que han determinado su evolución: Por ejemplo, en uno de ellos el imperio romano nunca fué vencido y consiguió adueñarse del mundo entero; otro es un mundo dominado por robots... y así. El mundo en el que se centra Moore es un mundo en el que todos sus habitantes son superhéroes. Estos mundos poseen una comunicación entre sí y , de hecho, sus habitantes pueden saltar de uno a otro mundo.

Por otro lado, he de decir que no es de las mejores obras del autor. Aunque tiene momentos brillantes y el nivel general es muy bueno, la obra no puede ser tildada de obra maestra. Le falta algo. Aunque seguramente llamaría más mi atención si su autor no fuera Alan Moore (Nos tiene muy mal acostumbrados).

En principio la serie no está cerrada. Este sería el primer arco argumental. Según tengo entendido Moore ha hecho una precuela: Top ten 49'ers, donde profundizaría en la historia de Neópolis que es la ciudad donde sucede la primera parte; y Top ten: Smax, donde se centra en uno de los policías protagonistas de la primera entrega.

Otras entradas de Alan Moore:
V de Vendetta

lunes, 14 de abril de 2008

Superman rojo; de Mark Millar


Entre los logros de éste inglés están los de haber guionizado series de superhéroes tales como The Authority (2000) donde reemplazó a Warren Ellis, The Ultimates (2002-2004) o Civil War (2006-2007). Además ha colaborado en varias ocasiones con Grant Morrison. Sus guiones no son historias "al uso" sino que suele alejarse de los clichés, siendo la suya una visión particular y muchas veces contundente.

Entre estas obras creó una bastante original Superman: Red Son (2003). En la que ya ahondaba en su característica visión de la cosmología superheróica. Estaba claro que los superhéroes necesitaban un cambio, un lavado de cara. Ya lo dejó entrever Alan Moore en los ochenta con su Watchmen: los lectores necesitábamos guiones más serios, más realistas, y que en ellos se preguntasen más cosas de las habituales. Dado que los americanos no lo captaron del todo, tuvieron que recoger el testigo autores también ingleses, léanse Gaiman, Ellis, Morrison... y el mismísimo Millar.

Superman Rojo es un comic tipo "Y si...", es decir, nos plantea una situación alternativa a la que ya conocíamos, teorizando sobre qué acontecimientos se desarrollarían si hubiese un pequeño cambio en la historia. En éste caso se centra en la figura de Superman, icono americano por antonomasia, para situarlo en un contexto absolutamente diferente. La pregunta que se hace Millar es la siguiente: ¿Que pasaría si la nave que trajo a Superman desde Krypton cayese en Ucrania en vez de en Kansas? Brillante ¿Y si Superman fuese soviético en vez de americano? Brutal. El simple hecho de ver a Superman con la hoz y el martillo sobre el pecho en vez de la clásica y legendaria "S" (símbolo del héroe, símbolo de lo individual en el pensamiento americano), debe revolver muchos (muchísimos) estómagos conservadores. De hecho creo que nadie pudiera imaginar un comic así en plena guerra fría. De esta manera el autor "pro"pone sobre el tablero un montón de piezas: Lex Luthor lidera las fuerzas de norteamérica. Lois Lane es la mujer de Lex Luthor. Superman es el arma definitiva de Stalin y el comunismo. Batman es un anarquista de la antigua Unión Soviética. Green Lantern se convierte en... ¿Se podría pedir más?

Pues sí. Por si este plantel no fuera suficientemente goloso, Millar deja una de sus mejores bazas para el final. El desenlace es tremendamente ingenioso (Hay quien dice que salió del coco del mismísimo Morrison).

Una pequeña pega: el dibujo. La verdad es que no me gusta mucho el estilo de Dave Johnson.

viernes, 11 de abril de 2008

Nocturnos; de E.T.A. Hoffmann

Aquel cuya pasión por la música hizo que adoptara uno de los nombres de uno de los más grandes músicos no fué otro que Hoffmann: Ernest Theodor Amadeus Hoffmann. Es conocida su frustración, pues por encima de todo él quiso haber sido un gran músico. Y fué esa enorme frustración y tristeza, por no poder alcanzar lo que quiso tanto, la que nos brindó al gran escritor de relatos fantásticos que hoy conocemos. Creador de novelas como "Los elixires del diablo" (que inspiró al primer Dostoyevski), u "Opiniones del gato Murr..."; pero por encima de todo un excelente escritor de cuentos fantásticos, tal y como fueron "Cuentos fantásticos a la manera de Callot" o "Los Nocturnos".

El nocturno es una pieza musical, para piano, inspirada por la noche. Para ejemplos, los que dejaron Chopin o Schumann. Pero su significado no sólo se limitó a lo musical, sino que conforman un estado de ánimo, un modo de entender la vida, filosófica, psicológica y artísticamente. El término fué adaptado también a lo pictórico y a lo literario.

Los Nocturnos de Hoffmann (Nachtstücke o piezas nocturnas) fueron una colección de relatos publicados en dos partes. La primera apareció en 1816 e incluía "El hombre de la arena", "Ignacio Denner", "La iglesia jesuíta de G..." y "El sanctus". La segunda, aparecida en 1817, contenía "La casa vacía", "El mayorazgo", "El voto" y "El corazón de piedra". La magnífica edición que he leído (Anaya, 1987) respetaba la colección original y adjuntaba unos maravillosos dibujos de Paul Gavarni, que aparecieron acompañando a los relatos en una edición francesa de 1843.

"El hombre de la arena" es quizá el relato más conocido de Hoffmann. Freud puso como ejemplo éste cuento en sus obras para explicar el término "Lo siniestro". En él se ahonda en cómo lo familiar se torna extraño. Lo siniestro aparecería cuando desaparecen los límites entre fantasía y realidad; cuando lo que creíamos fantástico se nos muestra como real; significaría el símbolo habitando el lugar de lo simbolizado. Para representar éstas sensaciones Hoffmann puso en escena a un autómata, una mujer mecánica y sin vida, pero que animada es capaz de obnubilar los sentidos del protagonista hasta el punto de enamorarlo locamente. A mi, sinceramente, me parece un cuento escalofriante. Toca un tema: la no diferenciación de lo vivo/no vivo que, de alguna manera, hace que se me enciendan las luces de un miedo antiguo, como si siempre hubiera estado ahí. Un punto nuclear o central de miedo.

"Ignacio Denner" es un relato donde la importancia reside en el pacto con el diablo. Y donde, como ya ocurriera en "Los elixires del diablo", el pecado del padre es estigmatizado en el hijo. Sucede también, como en la novela, que varias historias se insertan unas dentro de otras para conformar, al final, un cuadro grotesco de significados y engaños satánicos.

"La iglesia jesuíta de G..." ya había podido leerla con anterioridad. Las historias que tienen que ver con los pintores me fascinan. Además el tema tratado es maravilloso para mi gusto y muy acorde a algo muchas veces emparentado a los artistas, esto es: Lo imposible de transformar un ideal en algo real. Es decir, algo idealizado, cuando se consigue (o se cree conseguir) desaparece, al menos ya no se presenta con la misma fuerza que antes. El protagonista del relato llega al extremo de necesitar hacer desaparecer lo real (lo que ha hecho desaparecer su ideal) para poder volver a idealizarlo. Un tema inquietante, y de alguna forma una parte realmente siniestra del ser humano.

"El sanctus" ha creado en mí una sensación de rechazo inmediata. Todo: el tono, la forma en el que está escrito, lo tratado en él... No me ha gustado nada. Me niego a hablar de ello.

domingo, 6 de abril de 2008

Los complots nocturnos; de David B.

David Beauchard es David B. y viceversa. Como su apellido sugiere: es francés. Y tal vez su obra más importante sea "La ascensión del gran mal" (1996-2003) por la que recibió algún que otro premio y nominación en el mundillo del comic.

Los complots nocturnos (2005) no es ni más ni menos que la plasmación gráfica de diecinueve sueños del autor, comprendidos desde 1979 hasta 1994. Al principio de la obra, y a modo de presentación, David B. nos dice:

Por la noche, mis sueños están llenos de complots, de persecuciones, de atentados, policías, espías y bandidos me dan cita para extraños tiroteos. Aparece en mi inconsciente mi afición a las historias de gángsters y el sueño metamorfosea mi vida cotidiana en investigación policíaca. La recurrencia de estos temas me ha incitado a dibujar esos sueños. Me gustan sus lógicas misteriosas. me gustan sus enigmas sin soluciones. Cada uno de esos sueños es un capítulo de mi novela negra.

La verdad es que el ejercicio de dibujar sueños propios, de trasvasarlos a modo de cómic, me parece una idea acojonante. David nos sumerge en su propio mundo, en el océano íntimo de sus miedos y deseos. Y de alguna forma supone una proyección de la proyección. Es decir, parto de la suposición de que soñar supone proyectar, o dicho de otra forma: configurar simbólicamente nuestro mundo interior. A su vez, el acto de recordar (o dicho de otra manera: ordenar, de manera más o menos lógica) esos sueños supone elegir y por lo tanto proyectarnos nuevamente.

Pero una cosa es una buena idea y otra muy distinta que ésta prospere. Es por eso que, visitar los sueños de David B., se me hace completamente ajeno. Para mí no tiene sentido ver imágenes entre las que no puedo discernir nada, nada tiene sentido porque sólo tiene alcance para quien los sueña. Y esa dirección apenas es esbozada por el autor. Él no nos guía por el maremágnun de escenas ilógicas que, no dudo, para él tendrán los más variopintos significados. O, quien sabe, tal vez no: Quizás los quiera mostrar tal cual, sin pulirlos demasiado, para que los veamos en esencia. Pero así, la verdad, es que no interesan mucho.