miércoles, 28 de mayo de 2008

Marshal Law; de Pat Mills y Kevin O'Neill

Creada por el guionista británico Pat Mills (Judge Dredd, Sláine, ABC Warriors...) y el dibujante Kevin O'Neill (La liga de los hombres extraordinarios). La primera historia de Marshal Law fué una miniserie de seis números publicada en 1987.

Pat Mills es un reconocido anti-superhéroe y anti-autoritarismo. Y eso es lo que trata precisamente el fondo de esta serie. ¿Qué mejor manera que parodiando y exagerando a los propios Superhéroes? Su tratamiento de la violencia y el sexo, totalmente desvestido de convencionalismos e incluso políticamente incorrecto, atrae muchísimo. Y la narración, plagada de monólogos interiores de cada personaje, me pareció todo un acierto.

Marshal Law, así de entrada, me sonaba al famoso Plan Marshall. Es decir, aquel plan puesto en marcha por los USA para reconstruir Europa después de la II Guerra Mundial. La historia del comic nos sitúa en San Futuro, una reconstrucción del antiguo San Francisco, donde los superhéroes campan a sus anchas. Pues resulta que los soldados americanos que fueron enviados a la última gran guerra fueron modificados mediante ingeniería genética para, así, convertirlos en superhéroes. Al volver a su país muchos estaban locos, pero conservaban sus superpoderes. Uno de aquellos soldados es, precisamente, Marshal Law, el cual es contratado por el gobierno para mantener en jaque a todos esos superhéroes descarriados. Es curioso cómo Marshal, vestido de forma exagerada y con cierto toque a lo "general nazi", desempeña su labor con sumo placer, dado que él mismo odia a muerte a los superhéroes.

Además de Marshal Law, por el comic desfilan una cantidad ingente de superhéroes impagables:

- El Durmiente: O también Bacteria. Cuyo lema es "Soy la forma más baja de vida..." Va vestido con una bolsa de papel cubriéndole la cabeza.
- El Espíritu Público: Es una parodia de Supermán. Impresionante la imagen donde aparece inyectándose anabolizantes.
- Celeste: Es una "Puta estelar". Consigue información a cambio de sexo.
- El Cuasi-Hombre: Gordito y con un rabo que "erecto mide un metro".
- Hitler Hernández: Se cree la reencarnación del Führer.
- Judas S. Cariote o El traidor.
- Cabezaturco: Esquizofrénico paranoide que se cosió el traje a la piel para que nadie descubriese su identidad.

La historia que se relata durante los seis números, una intriga por conocer la verdadera identidad de El Durmiente, no es del todo interesante, lo que más me ha llamado del comic. Pero lo que sí que verdaderamente hace de éste comic un artefacto de culto es la forma en la que está contado: Esa mala leche con la que Pat Mills retrata a sus personajes. Y la psicología de trasfondo: Esas miserias mostradas a la luz sin contemplaciones, con brochazos gruesos y desde dentro de sus cabezas: con ese original "monólogo interior".

Agradecer muy mucho a Knut el descubrimiento de éste Pat Mills. Del que tengo muchas ganas de leer Sláine.

domingo, 25 de mayo de 2008

We3; de Grant Morrison y Frank Quitely

Morrison y Quitely brillan flamantemente en ésta historia. Tanto el guión, que llega a emocionar en varios momentos, como el dibujo, que roza lo cuasi-cinematográfico, son de alto vuelo. Eso sí, no presenta nada nuevo, pero en esencia es entretenimiento del bueno.

WE3 fué publicado en tres números entre 2004 y 2005.

El título "WE3" tiene a su vez varias lecturas. Por un lado significa "Nosotros tres" y fonéticamente suena a "Nosotros libres". La historia nos presenta a tres animales: un perro, un gato y un conejo, que han sido modificados mediante implantes cibernéticos para ser utilizados como armas de guerra. La idea en sí es una modernización del viejo mito de Frankenstein al que se ha recurrido tantas veces (otro ejemplo más reciente sería "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" de Dick); de cómo lo que es creado por el hombre se escapa de sus manos y busca un verdadero "hogar" fuera de las probetas. De cómo lo tecnológico tiende a "humanizarse" y de cómo es precisamente esa parte que recuerda a lo humano lo que nos dá miedo. Y, a su vez, de cómo esos seres "creados", en este caso los WE3, son más dignos de alabanza que nosotros, los propios seres humanos.

El perro es el que en esencia lidera el grupo, mostrando una mayor inteligencia. El gato es el más salvaje, el más instintivo. Y el conejo es el más básico de los tres. A mi me emocionó esa búsqueda de "casa" por parte de los tres, y de cómo el perro se planteaba contínuamente si era bueno o malo. Mostrando, tal vez ese, paradigma vital de búsqueda ontológica del ser humano como "animal que se pregunta".

lunes, 19 de mayo de 2008

Hermana del sueño; de Robert Schneider

"Hermana del sueño" (1992) fué la ópera prima de Robert Schneider, autor austríaco, que ha estado quizá más emparentado al mundo del teatro.

El libro comienza diciendo lo siguiente: "Quien ama no duerme" (...) "porque en el sueño se estaba muerto, o al menos no se vivía realmente. No era casualidad que un viejo proverbio comparase el Sueño y la Muerte con dos hermanos ¿Cómo podía pretender un hombre de corazón limpio, que amaba a su mujer toda la vida si lo hacía solo de día y, además, quizá sólo el tiempo de un pensamiento?". Este lugar de partida, en el que ya queda reflejada la peculiar y extrema filosofía del protagonista, nos sugiere directamente a Hypnos y Thanatos, Sueño y Muerte, hermanos gemelos en la mitología griega.

Quedan así presentados dos de los cuatro conceptos satélite que giran alrededor de ésta novela; los cuales serían: la música, el amor, el sueño y la muerte. Tal vez incluso por éste orden. La música para Johannnes Elias Alder, protagonista de la historia, es lo que la fragancia era para Grenouille en "El perfume" de Süskind, un punto de contacto emocional, o la comunicación de su soledad genial, con la humanidad. Desde muy pequeño, Elias, fruto de una relación indecente de una mujer con el cura del pueblo, descubre el poder musical de la naturaleza. Una sensibilidad musical prácticamente metafísica, con la que Elias puede comunicarse con la armonía del universo. A través de ello, de ésta comunicación, descubre el amor. El latido de un feto aún por nacer, el tierno ritmo de Elsbeth, le emociona de tal modo que aquel primer contacto se convierte en su único amor predestinado. Pero, no sé si por lo pecaminoso de su nacimiento, un gran sesgo le hará apartarse de la reducida sociedad de aquel pueblo retrógrado: sus ojos tienen un repulsivo color amarillo.

Esta sensibilidad de Elias recuerda mucho a la que expresa Emile Cioran, en su "El libro de las quimeras", como éxtasis musical. De hecho llegó a escribir: "La música y el amor no pueden vencer a la muerte porque, en su esencia, tienden a aproximarse a la muerte a medida que ganan en intensidad" Este pensamiento del rumano nos sitúa en la propia filosofía de Elias, que concibe ambas formas de sentir (la erótica y la musical) como centrales e inseparables de su propia vida, y por tanto considera un deber que ambas se presenten con una plenitud desmedida, casi utópica. Cioran expresa esta relación con la muerte en términos de un salto; el salto erótico nos arroja por lo insoportable de su plenitud, y el salto musical por lo total de sus vibraciones, que quiebran la resistencia de la individualidad.

Esta pequeña novela se convierte, en su estilo amable y cercano, en un relato interesante pero que no llega del todo a embriagar ni a emocionar. Eché en falta mayor mala leche de la que se vislumbra en algunos momentos, quedándose estos en pequeños esbozos de lo que "podría haber sido".

martes, 13 de mayo de 2008

Arkham Asylum; de Grant Morrison y Dave McKean

Los autores de esta novela gráfica son los insignes Grant Morrison y Dave McKean. Aquí, en 1989, aún gateaban, al menos daban sus primeros pasos, sobre todo el guionista inglés Morrison. Después, ya en los noventa, Morrison elevaría Doom Patrol a serie de culto y crearía a los Invisibles, y ya en el siglo XXI se encargaría de dar nueva sangre a los X-Men. Serían otros tiempos mejores. Sin embargo su compatriota, Dave McKean, por aquellos 1989 ya cultivaba ese tipo de ilustración que mezclaba el collage con la pintura al óleo, una particular visión que le ha valido el reconocimiento unánime en el mundo del cómic. De hecho ya había hecho gala de su arte en Orquídea negra y Violent Cases. Luego durante los noventa crearía Cages y trabajaría fielmente junto a Gaiman en la elaboración de las portadas de la serie The Sandman.

He de reconocer que la idea de meter en el manicomio a Batman junto al Joker y a otros villanos me atraía. También me atraía el hecho de que Morrison quisiese usar una iconografía que hiciese guiños a la historia de Alicia en el País de las Maravillas; que tratase el viaje de Batman através de Arkham como una travesía por su región de miedos. Sonaba muy bien eso de que iba a tratar el personaje de Batman desde un punto de vista adulto y complejo.

Nada. Menudo fiasco. Y mira que llevaba tiempo queriendo leerlo.

Batman parece un panoli mustio. Un tipo simplón y estúpido que se deja llevar por los acontecimientos con una parsimonia asombrosa. Y la complejidad del texto pasa por citar a Jung o Aleister Crowley o darle una simbología literaria cogida por los pelos. Pero fondo, fondo: ninguno. A Morrison no le faltan ganas de contar cosas, no digo que no: se vislumbra su espíritu jóven, con mucha fuerza en algunos momentos, pero desgraciadamente con poca o ninguna hondura. Hay momentos en el que la historia parece que va a explotar en una infinidad de brillos, pero al final se queda en un triste espejismo que deja aún peor poso ilusorio.

Las imágenes que pretenden ser perversas se quedan en simple pantomima o pose insustancial. Y toda la pretenciosidad de la historia se queda en simple anécdota o en sinsentido.

Para ejemplos, escenas tales como cuando Joker le toca el culo a Batman y le insinua cierta homosexualidad en su relación con Robin. O cuando Batman suelta una lagrimita cuando le pasan el test de Rorschach. O la escena donde Batman chilla pidiendo auxilio en el suelo como si fuera una niñita histérica. En fin.

Hay momentos que, al menos, resplandecen un poco, como algunas partes que ilustran la génesis de la locura de Amadeus Arkham o la escena donde el diario de Amadeus Arkham se mezcla con los acontecimientos que vive Batman. También Dave McKean hace un gran trabajo como ilustrador, dando un toque gótico y opresivo, manchando y ofreciendo una abstracción que sugiere más que muestra. Lo cual me parece fantástico.

Resumiendo: Pretencioso y vacío.

sábado, 10 de mayo de 2008

Camino a la Perdición; de Max Allan Collins y Richard Piers Rayner


Los trabajos más destacados de Max Allan Collins como guionista en el mundo del comic podrían resumirse en su participación en la tira de prensa de Dick Tracy durante deciséis años (1977 a 1993) y en el guión de Road to Perdition (1998). Después se ha dedicado a novelizar producciones cinematográficas tales como: La momia, El rey escorpión, Salvad al soldado Ryan... o capítulos de CSI... Ejem. Sin comentarios.

El título en castellano "Camino a la perdición" pierde el doble sentido que tiene en inglés: Road to Perdition. Es decir: Camino a la Perdición y camino a Perdición (lugar). Éste cómic americano está basado a su vez en el manga de Kazuo Koike Lone Wolf and Cub (Lobo Solitario y su cachorro). Allan Collins, tomando como marco el mundo de la mafia en el Chicago de los años veinte, adapta esa historia de clanes samurai cambiándolos sutilmente por las bandas de gángsters y mafiosos de Capone y Nitti. El resultado es una muy buena historia de serie negra, que retrata una historia de venganza de un padre y un hijo, con reflexiones sobre la imposible línea divisoria entre el bien y el mal en un mundo brutal que no permite concesiones.

Llama poderosamente la atención el estilo fotográfico del dibujante Piers Rayner, en cuyo pulso recae prácticamente toda la fuerza de la narración, su detallado blanco y negro se convierte en contrapunto del minimalismo verbal, y a veces casi poético, de Allan Collins. Como efecto del contraste encontramos una gran fluidez y la plasmación de escenas con altas cotas de emoción contenida. El inicio de la historia ya introduce y justifica esos contrastes en blanco y negro de Piers Rayner: "Mis recuerdos, como los sueños de algunas personas, son en blanco y negro..."

En los ojos de ese chico, Michael, que recuerda su infancia, se nos muestra el horror de descubrir con toda crudeza al padre, un padre diferente al que se había dibujado en su conciencia de niño, un padre que contradice todas las doctrinas de la iglesia que le han inculcado. Ese lastre de sangre, esa gran mancha oscura que el padre soporta sobre sus hombros, ese pecado terrible, es compartido con el hijo.

-La biblia dice "No matarás"... No quiero ir al infierno, papá-
- Ya estás en él, Michael-

La película que posteriormente se rodó, basada en éste comic, adaptó fielmente la primera parte de la historia, distanciándose en el resto. Para mi gusto no logró alcanzar el excelente ritmo narrativo y fuerza emocional del comic.

miércoles, 7 de mayo de 2008

The Authority; de Mark Millar y Frank Quitely

El testigo del The Authority, creado por Warren Ellis, lo recogió Mark Millar. De hecho fué el propio creador de la serie quien eligió a su compatriota inglés para que la continuase a partir de donde él la había dejado.

En este segundo ciclo se nos muestra un cambio sutil. Para muestra, el guión de Millar comienza así: "¿Por qué los supertipos nunca van detrás de los auténticos hijos de puta?" Lo cual sugiere por donde van a ir los tiros. Porque en esta ocasión los villanos de The Authority no son extraterrestres, ni ejércitos de una dimensión paralela, sino que son los propios dictadores y gobiernos corruptos de la Tierra. Eso sí, el esquema gráfico iniciado por el tándem Ellis/Hitch, tipo cinematográfico, se mantuvo en toda la serie de Millar y Quitely.

Dividido en tres arcos argumentales de cuatro números cada uno, éste The Authority fué salvajemente censurado por DC: Los contenidos homosexuales o de violencia bruta o de tipo político explícito (léase haciendo referencia directa a Bush) eran contínuos. La cosa no mejoró cuando, en aquel Septiembre de 2001, mientras se publicaba el tercer arco argumental, Nueva York sufriese el peor atentado de su historia. La serie se resintió, de hecho Frank Quitely, el genial dibujante de los primeros números, abandonó. La presión desde la editorial sobre los contenidos políticos y de violencia se hizo aún más insoportable.

Todo en The Authority era deliciosamente brutal y subversivo: Referencias directas a Bush como cómplice de un caso de tortura en grupo, a Blair, a Condoleezza Rice... una espeluznante (a día de hoy) imagen en la que se ve como caen las torres gemelas (dibujada pocos meses antes de que sucediera realmente). El momento histórico, y más en los USA, era muy delicado y los ánimos estaban muy sensibles y, en fín, como es obvio, la cosa duró poco y Millar fué despedido fulminantemente tras terminar la caótica publicación del tercer arco (de hecho no ha vuelto a trabajar en DC).

La pena es que la calidad general de la serie se resintiese tanto por la censura. Pero, aunque fuese con muchos altibajos, para nuestros gustosos paladares quedaron aquellos doce fantásticos números. En lo personal sufro una debilidad confesa por el dibujo de Frank Quitely, el cual me parece uno de los mejores dibujantes de comics habidos y por haber, y que en The Authority hizo un trabajo impresionante. Por otro lado el guión de Millar en los dos primeros arcos es insuperable y fastuoso. Siendo el primero de ellos, "Nacimiento", el mejor momento de la serie. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto leyendo un comic de superhéroes como en ese primer arco.

Otras entradas a Mark Millar:
- Superman Rojo.