domingo, 5 de octubre de 2008
Krazy Kat; de George Herriman (1925-1926)
Aún recuerdo cuando, hará un año o más, me pasé a visitar al querido Llosef a su lejana y coconina región de Cáceres Couty. Allí, en su palaciego hogar, entre sus lúbricas estanterías, reposaban dormidas las más brillantes obras de la creativa sabiduría universal. Entre ellas, el amigo Llosef, el más refinado sibarita entre los epicúreos, me mostró un álbum de Krazy Kat. Yo no pude entenderlo. Quiero decir: no comprendí aquel exquisito amor que supuraban sus palabras por aquella obra. Pero, como siempre, destino en un rincón privilegiado de mi memoria sus sabios verbos. Y así, tiempo después, me acerqué sigilosamente a Krazy Kat, y... comprendí. Comprendí del todo sus palabras. Gracias, gracias amigo Llosef.
Desde 1913 hasta su muerte en 1944, George Herriman publicó la tira cómica dominical de Krazy Kat para la agencia de prensa americana King Features Syndicate, la misma agencia que publicaría en los periódicos de Estados Unidos obras capitales del cómic, tales como El príncipe Valiente, Popeye, Flash Gordon, El gato Félix o Betty Boop. Es decir: El nacimiento del comic.
Krazy Kat es, junto con Little Nemo de Winsor McCay, una de las primeras obras clásicas dentro de la historia del comic. El humor absurdo y surrealista de Herriman, pero a la vez totalmente embriagado de un sentido poético y sugerente, fascinan desde el primer momento. Estos últimos días he estado degustando las tiras comprendidas entre 1925 y 1926 antes de irme a dormir. Toda una gozada, como un pequeño dulce antes de dar por finalizado otro jodido día de arduo trabajo.
La primera aparición de Krazy e Ignatz, que es casi como una leyenda contada a los nietos, fué en los márgenes inferiores de otra de las tiras de Herriman: The Family Upstairs (La familia de arriba). En ese pequeño espacio comenzaron sus surrealistas aventuras en 1910, mucho antes de tener su propia tira cómica, lo cual no sucedería hasta 1913. Desde entonces Krazy Kat se publicaría ininterrumpidamente hasta 1944.
Las historias, de una sola página en blanco y negro (aunque a partir de 1935 serían ya a color), nos dibujan un universo de animales emplazados en la zona desértica de Coconino Couty (Arizona). Los personajes principales son el gato Krazy, el ratón Ignatz y el agente de policía Cachorro. En realidad, la práctica totalidad de las tiras tienen el mismo argumento: El ratón Ignatz intenta por todos los medios tirarle un ladrillo a la cabeza al gato Krazy, y éste, cuando lo recibe, interpreta éste gesto como una muestra de amor del ratón. Cada vez que el agente Cachorro pilla a Ignatz cometiendo el delito ladrillil sobre Krazy, lo mete en la cárcel. Todo se sustenta en esta extraña relación tripartita: Krazy está locamente enamorado de Ignatz, Ignatz odia a Krazy, y el agente Cachorro ama a Krazy y odia a Ignatz.
Una de las cuestiones más rocambolescas de la historia es la supuesta homosexualidad de Krazy. Aunque Herriman siempre le restó importancia a este hecho, explicando que "Krazy es como un espíritu, como un elfo, que no tiene sexo. De modo que no puede ser masculino o femenino. Es un espíritu (un duende) capaz de deslizarse en el interior de todo".
Además de los tres principales, aparecen otros personajes secundarios, a cual más delirante: Abejorro Vagabundo, La señora Cuac Ua, Pato de Pekín, los primos de Krazy, El profesor Guau Wau Oau...
Actualmente la editorial Fantagraphics está recuperando (en inglés) la totalidad de la obra de Krazy & Ignatz. Y hasta la fecha se han publicado en castellano seis números en total, abarcando desde 1925 hasta 1936. Toda una labor Humanitaria. A destacar el precioso diseño de estos álbumes: Auténticas joyas, delicatesens comiquiles.
De lectura y posesión obligatoria.
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2 comentarios:
Sólo por los dibujos merecería ya la pena, esa capacidad onírica de recreación tan única y especial. Pero es que las historias son a su vez también estupendas, con un sentido estético de lo surrealista fabuloso.
Me gusta más que Little Nemo, que ya es decir. Joer, para mi estas dos que menciono junto con El príncipe Valiente son los 3 clásicos que más me gustan.
(Eisner sigue siendo mi dios personal en esto por lo que se sale de toda categorización, jeje)
Amigo Pesanervios: no debe usted darme las gracias de ninguna manera. Creo que el haberme dado usted el empujón final para que finalmente comenzara la alucinante lectura de Mervyn Peake lo hace innecesario. Es más, debo ser yo el agradecido, cuando menos.
Y ya sabe donde tiene usted su otra casa cuando desee volver.
¡Saludos mil!
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