martes, 1 de julio de 2008

Retorno al hogar; de Harold Pinter

Este dramaturgo inglés, ganador en 2005 del premio Nobel de Literatura, se vió grandemente influenciado por las primeras obras de Beckett, de ahí que sus primeras producciones sean emparentadas al teatro del absurdo. La habitación (1957), Fiesta de Cumpleaños (1958), El Cuidador (196o), El amante (1963), Retorno al hogar (1965), Viejos tiempos (1971), y Tierra de nadie (1975), son tal vez sus obras más conocidas. A partir de la década de los setenta en su obra se aprecia un interés creciente por los temas políticos, dejando entrever su crítica a la represión y su militancia izquierdista.

Retorno al hogar, es una de esas obras de teatro que duelen. La podredumbre infecta a todos los personajes: todos se hallan bajo la deshumanización más absoluta. Bajo la fachada de una historia sencilla: El regreso de uno de los hijos, ya casado, al hogar que le vió nacer tras años de ausencia; se esconde una simbólica y cruenta autopsia de una humanidad egoísta. La comunicación se basa en la reiteración de frases y el uso de silencios, y hacen que la tragedia esté preñada de elementos realistas engarzando un todo absurdo, convirtiéndola en una tragedia cotidiana. Los componentes de la familia se odian abiertamente, el padre a los hijos, los hijos al padre, y la comunicación (vacía) sólo sirve para usar de forma práctica al otro en su propio beneficio, como si fuesen cosas u objetos (da lo mismo una mesa, un bocadillo o una mujer). Los elementos sexuales incluidos en la obra, y la frialdad y absurdez con la que son tratados, llenan todo de una sordidez y crueldad enfermiza: La concepción que se tiene de las mujeres queda del todo patente cuando la familia conoce a la mujer del hijo que regresa, concibiéndola como una prostituta. Toda esta mezcla deja un poso en quien lo lee terrible. Diríase que lo escenificado remueve en la medida que uno se da cuenta que lo que está viendo forma parte de uno mismo: el contacto visceral con la realidad humana.

Me entran ganas de leerme toda la producción teatral de Pinter. Aunque duela, aunque duela mucho.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ayer vi la obra de Harold Pinter me di cuenta en la capacidad del hombre de inventarse situaciones en las que la realidad lo destroza y en la precaria situación económica en la que vivimos. En el fondo solo lo que queda es lo puramente animal el instito de supervivencia y un poco mas lejos el instinto sexual tan reprimido. Pinter tiene la valentia de decir bien alto lo que esta sucediendo detras de toda esta fachada de hipocresía en la que se mueve nuestra sociedad "civilizada", envidias, impotencias frustraciones y para colmo de males el tiempo nos llega y nos secuestra en el pasado sin aliviar todos esos deseos dejandonos aun mas impotentes..........

Pesanervios dijo...

Amén.

Yo también la ví hace tiempo, en la sala pequeña del Teatro Español. Una maravilla de representación, sigue al pie de la letra el texto de Pinter.

De las que duelen, como "Muerte de un viajante" de Arthur Miller. También buenísima.

Un saludo.