jueves, 15 de enero de 2009

La gaviota y El tío Vania; de Antón Chéjov

Antón Chéjov, nacido en el siglo XIX del antiguo imperio Ruso, amigo de Tolstoi o Gorki, innovó en las dos facetas literarias en las que trabajó: El relato, del que fué un gran maestro, y el teatro. En lo que se refiere al relato o novela corta, llegaría a escribir: "La concisión es hermana del talento" "El arte de escribir es el arte de condensar" "Escribir con talento es escribir concisamente".

Bajo el seudónimo de Antosha Chejonté comenzaría a escribir una serie de relatos satíricos sobre la sociedad rusa. De un modo despiadado e irónico diseccionó aquella degradación económica y cultural de la nobleza, haciéndose rápidamente famoso. Dentro de su creación teatral dió un nuevo punto de vista: eliminó los efectismos y todo lo espectacular (irónicamente lo teatral), de ahí que sus obras no tengan una acción clásica, sino que se compondrían de sucesivas imágenes cotidianas que logran una emoción general, y una especie de corriente submarina (a través de lo no-dicho o expresado, sino lo insinuado) que logra vertebrar lo profundo, lo importante de la vida. El subtexto y los silencios componen, por tanto, un elemento esencial de su dramaturgia. Dentro de su obra dramática destacan: La Gaviota (1895), El tío Vania (1899), Tres hermanas (1902), y El jardín de los cerezos (1904).

La gaviota (1895)

En ésta obra se habla de manera bastante directa de literatura y de teatro, y de cómo tanto teatro como literatura están irremediablemente enraizados a la propia vida. De hecho, los personajes principales están relacionados con la creación artística: Un joven escritor romántico, Treplev, que ansía conseguir reconocimiento, Nina, aspirante a ser actriz; Trigorín, un afamado literato; Masha, enamorada de la melancolía creadora de Treplev; o Arkádina, madre de Treplev y vieja actriz. Además, en "La Gaviota", se cita el Hamlet de Shakespeare y en dos ocasiones a Maupassant. Lo cual a mi modo de ver no es algo accesorio, sino que el propio Chéjov rinde así humilde pleitesía a dos de sus más grandes influencias.

El título de la obra se toma de un elemento simbólico de la propia obra: Una gaviota. Éste elemento aparece en momentos concretos y significativos a lo largo de los cuatro actos, dotando al texto de intensidad alegórica: La propia Nina dice " Yo me siento atraída hacia aquí, hacia el lago, lo mismo que una gaviota" y posteriormente firmará sus cartas como -Gaviota-, adoptándolo como seudónimo, y cuya desesperación le lleva a confundirse con una de ellas. El romántico Treplev deposita a los pies de Nina una gaviota que acaba de matar. Y Trigorín, tras ver esa gaviota muerta, anuncia el propio destino de Nina diciendo: "Un argumento que se me ha ocurrido... El argumento de un pequeño relato. Una jovencita parecida a usted vive desde niña junto a un lago. Ama el lago como si fuera una gaviota, y como una gaviota feliz y libre. Pero llegó fortuitamente un hombre y, a falta de otro quehacer, la destruyó igual que han destruído a esta gaviota". Además, la propia naturaleza del escenario: un teatro sobre el que de fondo se ve un lago, los sonidos de tormenta y la noche anuncian la tragedia, todo se mezcla para confundir realidad, amor, creación y teatro en una misma cosa. Escribir y vivir se funden para Treplev, el triste y jóven escritor, que se dice a sí mismo: "Nada: cada día me convenzo más de que no se trata de formas viejas ni de formas nuevas; se trata de que el hombre escriba sin pensar en formas, de que escriba porque así le sale espontáneamente del alma".

El tío Vania (1899)

El tema central de ésta obra es la belleza. De cómo la belleza de la jóven Elena, casada con el viejo Serebriakov, arrastra hacia su destino a los personajes principales. Su belleza atrae intensamente tanto al tío Vania, como a Astrov, el médico; de igual modo que la luz a los mosquitos. El amor al que aspiran es una vía de escape. Y en la obra descubrimos cómo los dos sueñan con una vida muy distinta a la que llevan y no son capaces de enderezarla, cayendo en una especie de desesperanza y en el dolor de una vida perdida.

ASTROV: Yo no estoy satisfecho de la vida, igual que le sucede a su tío Vania, y los dos nos volvemos gruñones (...) Pero ésta vida rusa nuestra, provinciana y vulgar, no puedo soportarla, la desprecio con todas las fuerzas de mi alma.

En realidad, todos los personajes sienten una gran desesperanza, viéndose arrastrados y condenados a una existencia baldía, resignándose. Elena, la bella jovencita casada con el viejo Serebriakov, se ve atrapada: "Es pereza y es aburrimiento. Todo el mundo critica a mi marido, todo el mundo me mira con compasión: ¡Desdichada, tiene un marido viejo".

(...)

VOINITSKI (Tío Vania): ¡Ya lo creo! ¡Yo era una individualidad luminosa que a nadie le daba luz! (...) Me paso las noches en blanco, de pesar y de rabia, por haber malgastado tan estúpidamente el tiempo cuando podía haber tenido todo lo que mi vejez me niega ahora.

Tanto el tío Vania como su hermana Sonia, están irremediablemente enamorados, el uno de Elena y la otra de Astrov. Y, ante la idea de volver al habitual sopor de sus vidas, prefieren la mentira:

VOINITSKI (Tío Vania): Cuando falla la vida, hay que vivir de espejismos. Al fín y al cabo, es mejor que nada.

(...)

SONIA: La incertidumbre es preferible. Siempre queda la esperanza.

Ante ésta frustración, todos los personajes regresan a su hábito. Como si hubieran vivido una especie de sueño y ahora, ya despiertos, se desperezasen resignados ante la vida que les espera.

VOINITSKI (Tío Vania): Esto es un sufrimiento. Tengo que ponerme a hacer algo inmediatamente... ¡A trabajar! ¡A trabajar!

(...)

SONIA: Pobre tío Vania, pobrecito, estás llorando (...) Tú no has conocido alegrías en tu vida; pero espera, tío Vania, espera... ¡Descansaremos! ¡Descansaremos!

No hay comentarios: