Arthur Reed Ropes o Adrian Ross, catedrático de Cambridge, fué principalmente conocido por escribir infinidad de canciones para comedias musicales inglesas de finales del XIX y principios del siglo XX. Su obra de ficción se reduce a El agujero del infierno (1914), obra alabada por Ramsey Campbell como "Una de las primeras obras maestras de terror sobrenatural", y quien la rescató del olvido reimprimiéndola en su selección Uncanny Banquet (1992).
El agujero del infierno toma elementos clásicos del terror gótico: La importancia del ambiente como proyección de la psicología de los personajes, el misterio de un pasado sombrío que persigue a los protagonistas, la damisela perseguida, el tenebroso villano e incluso el castillo medieval. La obra, que Ross dedicó al gran M.R. James, nos sitúa en la región de Deeping Hold en la Inglaterra de mediados del XVII, imbuída aún en la guerra vivil inglesa que enfrentaba a los monárquicos y los parlamentaristas. En general la novela tiene cierto regustillo de terror sobrenatural quizá por la contínua presencia de un misterioso monstruo que, según las leyendas, habita entre el fango y el lodo de Deeping Hold, y que está emparentada a una antigüa leyenda que dice que cuando el conde de Deeping venda su alma al diablo, lo que habita el agujero le robará su cuerpo y alma. Se suceden pues, a través de este malvado estigma, una serie de terribles sucesos que, de forma inquebrantable, llevan a la perdición del Conde y quienes le rodean.
Apesar de que la historia resulta atrayente en un primer momento, tanto la cargante personalidad del héroe puritano bajo cuya mirada observamos los acontecimientos, como por la aburrida y soporífera prosa de Ross, hacen que la novela se me haya hecho pesadísima. De hecho pienso que si el autor hubiese optado por un relato corto en vez de una novela todo quedaría mejor. El caso es que el resultado no me llega a convencer. El ambiente queda soterrado a una descripción ambigua de los páramos que rodean el castillo, los personajes son solo esbozos superficiales y quedan cabos sueltos en la historia que, tal vez, hubiese estado bien trabajar más.
En fin, no se puede comparar esta novela con los grandes cultivadores del género del terror o la ghost story, ni con Hodgson ni con Lovecraft ni, por supuesto, con mi amado M. R. James. Se queda varios peldaños por debajo.
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6 comentarios:
Ante todo, siento mucho el no peodigarme por aquí y en general por internete, aunque te leo me cuesta dios y ayuda el escribir con el móvil.
Dicho lo cual Ramsey Campbell es un autor al que me he llecado años siguiendo por culpa de Albert Solé. Digo esto porque despué de más de una década me di cuenta que poquísimo suyo me ha gustado, no digo que sea mal autor pero me aburre que es cosa mala.
A Lovecraft lo adoro desde lq adolescencia, aunque básicamnte tenga dos historias repetidas hasta el cansancio y una prosa propia de alguien ducho en el scatergoris. Creo que este género ya no me dice gran cosa, salvo déjame entrar que me ha conmocionado hace años que no leo nada que me parezca siquiera decente.
Ains
un abrazo de oso compi!
Son cosas que me pregunto. Es decir, ¿Me hubiese entusiasmado tanto Lovecraft de haberlo descubierto ahora en vez de en mi adolescencia? Ahora cuando releo un cuento de Lovecraft aparece una capa gruesa ambiental de adjetivos repetidos con cierto tono descafeinado en su fondo. Sigue gustándome, lo admito. De vez en cuando me gusta inocularme de esa sensación, aunque tenga más que ver con el recuerdo de la huella que tuve en mis primeras lecturas que de la impresión actual en sí.
Entiendo perfectamente ese desencanto del que hablas; en los últimos años de lecturas de terror la decepción está más presente que la ilusión por encontrar algo nuevo o al menos excitante.
Tengo "Déjame entrar" en la estantería. Estoy esperando que desaparezca un poco la impresión que me causó la película para poder leerlo un poco más "virgen". Por cierto, que también compré "El héroe de las mil caras" de Campbell, aquel que me recomendaste hace tiempo.
¡Un abrazote compañero!
Bueno, será que mi espíritu anda más enrevoltinao que los vuestros, ¡y eso que soy mucho más viejo!, o quizá por eso mismo, pero mi amor por el género no decae. Es más, se acrecienta.
Ésta de Ross en su momento me pareció la mar de simpática. Puede que el problema sea que nos la presentan como una obra maestra del horror, así como secreta y que nadie conoce, y no es eso. Bueno, es verdad que casi nadie la conoce, pero NO es una obra maestra. Parece como si el no tener reconocimiento fuera un valor literario. Y claro, uno la lee esperando hallar un libro genial y... En fin.
En cuanto a la de "Déjame entrar", que me gustó mucho, pero menos que la peli (el guionista es el mismo autor de la novela), ya comenté en su momento a qué autores me recordaba: King, Herbert y el McCarthy (que, por cierto, no está mal su "La carretera", pero el escatergoris, os pongáis como os pongáis, se le queda más grande que a Lovecraft, jeje). Vamos, que me encantó, pero de ahí a obra maestra hay un trecho... Me refiero a la novela, ¿eh?
Y si queréis apasionaros otra vez con el género, pues os recomiendo una novelita que, ojo, no tiene la prosa de los grandes, pero golpea como si lo fuera: "La caja de hueso", de Antoinette Peské. Si ésta no os gusta, prometo callarme.
¡Saludos terrorunos!
¡Buenas Llosef!
Juas. Ya me habías recomendado "La caja de hueso" antes. Tendré que rectificarlo.
Bueno, a pesar de ese creciente escepticismo hacia el género (que ha ido germinando en mi), no puedo olvidar algunas perlas que he ido encontrando en ese serpenteante peregrinar. Los cuentos de Whitehead o la Hill House de Shirley Jackson, o la rebosante prosa de Ewers (en la mandrágora), que me está encantando. En fín, si se busca se encuentran maravillas, pero la sensación que tengo es que parece que ahora resulta más difícil encontrarlas que antes. Por ejemplo, intenté abordar los cuentos de Ligotti con la esperanza de encontrar un genio coetáneo a la altura de los grandes, y encontré a un aburrido y casi chapucero coleccionista de collages. Lo mismo me pasó con Barker. Lo mismo me pasa con los cuentos pulp (ojo, no con todos. Tal vez tenga que ver con las expectativas que pongo en lo que leo. Ya sabía yo que, tras aquella sensación absoluta de pérdida que tuve después de cerrar Gormenghast, el género fantástico o de terror ya no volvería a ser el mismo para mis sentidos.
En fín, leeré "La caja de hueso más pronto que tarde. Ya sabe mi amigo Llosef que sus recomendaciones las tomo muy en serio.
¡Un abrazo!
Huummmm... Amigo Pesanervios, la lástima con Ligotti, si usted está padeciendo el libro editado por La Factoría de Ideas (de Malas Ideas, debería ser llamada), es que tiene una pésima traducción, para mí directamente infame, con un español confuso y que en ocasiones casi cuesta entender de lo embrollado y torpe que resulta. Leí una crítica en la revista Hélice en la que destacaban las realmente increíbles y absurdas frases del traductor, lástima que el crítico, no entiendo por qué, atribuía esas frases en español al pobre Ligotti, como si hubiera sido él el autor de semejante dislate. Suelto este rollo porque, pese a esto, el libro de Ligotti me gustó. Los cuentos en los que remeda un tanto a Meyrink me encantan, y tiene uno de unas dichosas ventanas que me dejó helado.
Eso sí, es verdad que lo de collage es cierto: todos los temas, todos los estilos, pero le daría un voto de confianza con otra traducción. Hace tiempo ya que decidí NO volver a comprar un libro de La Factoría. Alguno caerá, vale, pero con cuentagotas.
Clive Barker: tampoco entiendo ese crédito que tiene entre los amantes de la literatura fantástica. Yo creo que se trata de que son amantes que no se han entregado como debe hacerlo todo amante: esto es, que sólo leen cuatro chuminadas. Tiene algún relatillo que me gusta, pero por lo bruto que es a veces, no porque me parezca terrorífico ni nada por el estilo. Es más, a veces invita al choteo de lo burro que se pone. Pero vamos, James Herbert no sólo es más gore, sino que si se trata de tener esa sensación horripilante de que el cuerpo se te empieza a poner malo de verdad, Herbert deja al pobrecito Barker como una monjita de la caridad.
Joder, sí que estoy "hablador"...
En fin, sanguinolentos saludos, jejeje.
Sí, la verdad es que, en ciertas ocasiones, una mala traducción fulmina directamente a un autor. También una mala edición. Lo de La factoría es tremendo. Precisamente las obras que he leído de Ligotti o de Barker son de la Factoría. Yo la verdad es que no distingo bien dónde está un buen autor disfrazado por un mal traductor. Sin embargo sí en el caso de ser una buena traducción.
Puestos a comparar ¿Por qué no? Las cuidadas ediciones de Atalanta o de Valdemar dejan constancia de un cariño especial hacia el arte de editar libros. Y un riesgo añadido al editar obras que, en su mayoría, tal vez no capten a gran público. La factoría, en multitud de ocasiones, no en todas, parece empeñada en editar al por mayor y querer vendernos a un autor afamado de cualquier forma: y es una pena y una tristeza.
Saludines sudorosos.
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