lunes, 4 de mayo de 2009

El invencible; de Stanislav Lem

Stanislav Lem (1921-2006) fué uno de los más grandes autores de ciencia ficción del siglo XX. Éste polaco imprimió a sus obras cierto carácter satírico, filosófico y científico, para criticar o dar su punto de vista entorno a la condición humana, a la comunicación, o ahondar en temas como la cibernética, por todo lo cual fué finalmente reconocido. Entre sus obras más importantes encontramos: Diarios de las estrellas (1957), Solaris (1961), Retorno de las estrellas (1961), El invencible (1964), Ciberiada (1965), La voz de su amo (1968), Vacío perfecto (1971), o Fiasco (1986).

El planteamiento inicial de la novela nos remite a la que, tal vez, sea su obra más conocida "Solaris". En ambas se nos sitúa ante un contacto entre la especie humana y la extraterrestre, la incógnita reside en el modo de comunicarnos con ellos y, de algún modo, lograr comprender el comportamiento de esa nueva especie. En el caso de "El invencible" la civilización que los seres humanos encuentran en el planeta Regis III es "hostil". De hecho, la anterior expedición al planeta, la de la nave "Cóndor", quedó totalmente inutilizada, pero sin apenas síntomas de violencia. Con un pulso apasionante, Lem, nos va relatando y descubriendo, primero lo que quedó de la nave "Cóndor" y después los primeros contactos con una extraña civilización de nubes compuestas de pequeños componentes metálicos. Cada contacto con esta especie dominante del planeta se salda con el borrado de memoria de cada uno de los hombres, inutilizándolos, conservando así la hegemonía sobre el planeta. Durante la afrenta nos preguntamos ¿Tiene derecho el hombre a interferir en el equilibrio de esta especie? ¿Tiene derecho el hombre a juzgar la existencia de una entidad sin comprenderla?

El título de la obra es precisamente un juego de palabras que queda suspendido en el aire tras la lectura: "El invencible" es el nombre que la humanidad ha dado a una gran nave estelar, un nombre que traduce toda la vanidad y soberbia de la propia humanidad, y que, paradigmáticamente, se enfrenta a una "civilización" que ciertamente resulta invencible.

Kingdom Come; de Mark Waid y Alex Ross

A mediados de los noventa el medio de los comics encumbró a Alex Ross, ese curioso y estupendo dibujante que utilizó un estilo hiperrealista, y que todo el mundo deseó desde entonces para que ilustrase sus portadas. Sus mejores trabajos fueron, precisamente, por aquella época: Marvels (1994) y éste Kingdom Come (1996).

Alex Ross comenzó a pensar en la posibilidad de hacer Kingdom Come mientras estaba creando Marvels. Pensó: Si puedo recordar el universo Marvel aglutinando los hechos más importantes de su historia ¿Por qué no puedo hacer algo parecido con el universo DC? Con la ayuda de un tal Mark Waid, al guión, pudo hacerlo realidad un par de años después.

Kingdom Come es en realidad una historia de Superman, para qué negarlo. Todo gira entorno a él. A sus dudas, a su moralidad, y a su forma de ver al superhéroe. Y en realidad ¿Qué mejor superhéroe se podría elegir para escribir una historia sobre la responsabilidad del héroe? Si hubiese que buscar un arquetipo de héroe con poderes (los llamados metahumanos), seguramente éste tendría capa roja y vestiría unas mallas azules. Además el ejemplo, por excelencia, no podía ser otro en el universo DC. Por si fuera poco, Ross basó su diseño en el primer Supermán, el de Joe Shuster, y la obra está dedicada a quien le pusiera por vez primera rostro en el cine: Christopher Reeve.

Hay dicotomías claras y bien diferenciadas en la obra. Desde un frente nos encontramos con un mundo nuevo, una tierra dominada por superhéroes del tres al cuarto, una nueva generación, empeñados en luchas de poder entre ellos, con intereses individuales y olvidando que existen sólo para salvaguardar a la humanidad. Desde el otro frente encontramos a los héroes antigüos, con férreos códigos morales de servidumbre hacia la especie humana: Ahí encontramos a los héroes clásicos de DC: Supermán, Wonder Woman, Batman, Green Lantern... que parecen haberse retirado tras la "jubilación" de Supermán. Pero todos estos añejos héroes vuelven tras un inesperado y cruento suceso, que parece anunciar el tan temido Armagedón.

Desde otro punto de vista, un poco más místico, encontraríamos por un lado a los dioses: representados por los metahumanos o superhéroes con poderes (Supermán, Wonder Woman, Flash, Green Lantern, etc.), y por otro lado a los héroes y villanos humanos (Lex Luthor, Batman, Capitán Marvel, etc.). En esta primera afrenta los metahumanos se creen con derecho a dictaminar un código de conducta a seguir por parte de los superhéroes, los que no la sigan serán encarcelados en una especie de gigantesca prisión especial. Los superhéroes y villanos humanos se posicionan en contra. Bajo éste epígrafe de división entre lo divino y lo terrenal, tenemos el Apocalipsis del libro de las revelaciones, y a un predicador: un tal Wesley (Wesley McCay, en honor al padre de Little Nemo y que adoptó el rostro del padre de Alex Ross), que acompañado de un Espectro, irá sirviéndonos de guía ante todo éste maremágnun de imágenes y hechos.

Mística y valores nos llevan a realizarnos una pregunta: ¿Cual es la función real del superhéroe en el mundo humano?

Éste es un cómic admirable, un gusto para los sentidos, especialmente admirable en su faceta gráfica: Diseño de personajes, épica monumental, dotado de un aparataje tan laborioso que ataca irremediablemtente a la nostalgia y los cimientos de una editorial como DC. Personajes míticos como el Detective Marciano o Deadman hacen apariciones especiales; y se tejen escenas, como esa batalla entre Capitán Marvel y Supermán que son de un sentir melodramático cuasimetafísico.

A mi parecer sólo un pero: El guión engorroso, tórrido, heterogéneo, para alguien que no esté muy familiarizado con el universo DC. No ocurría lo mismo en Marvels, donde todo era pura seda. Aunque, me temo, que esto se deba a una visión subjetiva de alguien que creció amando los comics de la Marvel y que no siguió tanto la cosmología paralela de los de DC.

Reseñas anteriores a otras obras de Alex Ross:
- Marvels