sábado, 12 de diciembre de 2009

Stratos; de Miguelanxo Prado (1984-1985)


Antes de que llegue una posible o probable pérdida de fe tras la lectura de varios comics mediocres o simplemente defraudatorios, antes del ateísmo en dioses tebeísticos, antes de todo eso se erige la estatua inquebrantable del gran Miguelanxo Prado: Reverencias, reverencias. Este dios del comic, éste héroe de entre los hijos de Eisner, resiste y se hace fuerte con el tiempo.

Stratos se compone de diversas historias que, aunque independientes, están finamente interconectadas entre sí. Éstas fueron publicadas en la revista Zona 84 entre 1984 y 1985. Como todo lo realmente importante, es perdurable. Rabiosamente actual, su lectura alumbra la comprensión de estos tiempos de crisis donde ese estamento de corte capitalista que se ha ido implantando en el mundo comienza a derrumbarse. Prado fue un visionario, y refleja con exactitud en éstas páginas la miseria que se vislumbra al microscopio entre los estratos o capas sociales que conforman ese intento de sociedad cuyos ladrillos tienen forma de dinero. Todo tiene un precio y las personas se dejan morder irremisiblemente. Todo en éste cómic huele a hoy, a ahora. Sus personajes, de manera acertada, están dibujados con rasgos cercanos a la caricatura, en un estilo maravilloso y detallista.

Stratos es una historia de ciencia-ficción que se ha convertido en una de terror con el paso de los años, porque precisamente dibuja un lugar muy parecido al del mundo actual: hipocresía, puñaladas, relaciones frágiles, que conforman una melancolía que se acentúan con la parábola final ¿Podemos vivir aislados de los demás? ¿Podemos salvarnos de esta inercia que nos lleva a la destrucción moral de todos los valores humanos?

Una obra maestra. Un comic que debería leer y comprender todo el mundo.


Otras obras de Miguelanxo Prado reseñadas anteriormente:

miércoles, 9 de diciembre de 2009

La tetería del oso malayo; de David Rubín (2006)

David Rubín, dibujante y guionista gallego, se mueve entre la animación (ha sido codirector de la cinta "El espíritu del bosque" en 2008), y los comics. Ha publicado dos obras importantes en crítica dentro del panorama español: El circo del desaliento (2005) y La tetería del oso malayo (2006).

La Tetería fué publicada por "episodios" en diversas revistas como Dos Veces Breve. La Tetería reúne varias historias cortas (10 o 12 páginas) que suceden siempre en la tetería del oso Sigfrido. Por allí deambulan los más diversos personajes con problemas emocionales. Unos en busca de amor, otros en busca de cura a su dolor, otros con necesidad de compartir hechos pasados, superhéroes venidos a menos... La sensación general tras haberlo leído es la de "He leído algo agradable y cuidado" pero nada más, nada que vaya a perdurar mucho en mi memora. Las historias no me han emocionado ni me han tocado por dentro, de hecho me han parecido historias "tipo" convencionales; es decir que son historias que ya me habían contado muchas veces y en muchos lugares pero con otros personajes. Historias tipo "Disney". Algo edulcoradas aunque pretendan no serlo y sonar a tristeza: a melancolía excesiva. Sólo destacaría la fuerza de "Antón en llamas". Que sean historias cortas le da puntos, sí, pero la última historia (de unas setenta páginas) es un bajón considerable: de una lentitud pasmosa, con el autor alargando la historia de modo innecesario y repitiendo viñetas varias veces.

El dibujo tampoco me ha convencido demasiado. De hecho, para ésta recopilación, Rubín ha redibujado casi todas las historias, para que mantengan un nivel más o menos homogéneo durante todo el volumen. No estoy muy de acuerdo con esa decisión. Creo que hubiese sido mucho mejor dejar los dibujos tal y como estaban, y así ir observando la evolución del autor a través de las historias. Pero bueno, sólo es un punto de vista, una manera de verlo como conjunto.

De alguna manera, después de muchos años leyendo comics, uno se va haciendo menos permeable, uno va exigiendo más a lo que va viniendo. Supongo que es normal porque así comparas las cosas nuevas con lo ya leído. Éste ha resultado un poco decepcionante.


sábado, 5 de diciembre de 2009

El viaje; de Edmond Baudoin (1996)


Ya me había cruzado antes con Baudoin, éste dibujante francés de un estilo que combina la rapidez y las gruesas pinceladas. En sus dibujos está implícita la acción, el movimiento. Tal vez por eso ya me había llamado la atención. Había visto su estilo en aquel Los cuatro ríos (2000), que dibujó con el guión de Fred Vargas, y me atrajo su estilo y colorido en la recién publicada Arlerí (2008). Aún así aún no había leído nada del autor.

La historia de El viaje relata la ruptura del protagonista con la vida que había llevado hasta ese momento. De alguna manera Simón descubre que, ni está donde quiere estar, ni hace lo que quiere hacer. Así que escapa y comienza ese viaje. Sobre la superficie vivimos el viaje en sí de Simón, donde conoce a numerosos personajes que le van mostrando esa parte de sí mismo que se niega a aceptar, o bien que le cuesta ver. Pero bajo esa primera capa existe otra que muestra al autor. Baudoin vivió algo parecido a la historia de Simón: Lo dejó todo para hacer lo que quería realmente hacer: Dibujar. Así, somos espectadores, no sólo de su viaje exterior, sino también de su vivencia interior: Vemos representados sus miedos y deseos como si fueran extremidades de su propia cabeza. El viaje sólo tiene un destino: Los sueños, lo realmente deseado. Su propia vida.

Hasta aquí puede parecer una buena historia. Y no negaré que el comic tiene buenos momentos y buenas ideas. Pero el sabor que quedó al final, tras la digestión, es un regusto a edulcorante artificial. Por si fuera poco terminé odiando profundamente al protagonista, el cual me pareció un tontuelo a las primeras de cambio. La historia tiene tantos elementos azucarados que llegó el momento en el que comencé a pensar en estrellitas de colores, en el buen rollito y en que la vida es maravillosísima y estupenda. No hay cosa que me reviente más (bueno, seguramente habrá más cosas, jejeje...) que me intenten hacer pensar y sentir precisamente eso. A mi modo de ver al autor le falta una pizca de mala hostia. La historia lo pide, pide un buen puñetazo en el estómago, pide vómito y escupitajo, pide excrecencias y rugosidades.

Eso sí, su dibujo, aquello por lo que me atrajo, me parece precioso. Con cierta influencia del estilo de Matisse para captar figuras. Otro cantar es la historia...

domingo, 29 de noviembre de 2009

Inside Moebius -Tomo 1-; Moebius (2004-2006)

El 5 de Noviembre, San Zacarías, San Félix, San Leto, a las siete de la tarde estaba Moebius, el gran dibujante francés, en el Fnac de Madrid, presentando Inside Moebius. Y yo tuve la suerte de estar allí. Era la primera vez que presentaba una obra suya en España, y le llamó poderosamente la atención que hubiera tanta gente, gente expectante, deseosa de ver y oir a toda una leyenda del comic, que rebosaba aquella sala. En un más que aceptable castellano Jean (o Moeb, o Gir, o Giraud, o Moebius) expresó su sorpresa, ya que cuando firma como Moebius las ventas de sus comics son sustancialmente más bajas que cuando firma como Jean Giraud, y por tanto no esperaba encontrar a tanta gente allí, abarrotando el cubículo. Un creador sencillo, agradable, y ante todo feliz.

Inside Moebius es la obra más personal del autor. Nació tras la decisión de dejar de fumar marihuana, y de hecho parte de ese hecho: Moebius usaba la marihuana como herramienta para dibujar desde hacía muchísimos años. Sólo y exclusivamente. Y la obra es una especie de diario de sensaciones que refleja la decisión de dejarlo. La obra, con dibujos sencillos, más parecidos a esbozos rápidos y dibujados con prisa, nos muestran a un Moebius muy diferente al que conocíamos (dibujos suaves y limpios, llenos de detalles). Este viaje emprendido por el autor le lleva a plantearse infinidad de cuestiones: La relación con el comic y la página en blanco, la relación con el lector, la propia relación del autor con sus propios personajes: Arzak, El mayor, Blueberry, los personajes del mundo de Edena etc., la relación del autor actual con el autor de antaño... Y todo esto Moebius lo sitúa en un lugar personal: El desierto "B", una especie de lugar secreto e íntimo donde el autor se reúne con sus propias invenciones, sus propios sueños y sus propias pesadillas y miedos.

Para el que conoce un poco el mundo del autor ésta obra se convierte en una sucesión de guiños y reflexiones en relación a sus personajes, y le ayuda a conocer aún más su rico mundo interior.

Este primer tomo (de un total de tres) editado en castellano recopila los dos primeros números de la edición francesa (publicados en 2004 y 2006), pero que Moeb dibujó entre 2000 y 2001, lo cual hace que disfrutemos de una aparición inesperada por los acontecimientos: Los atentados de las torres gemelas y Bin Laden. El autor se encuentra con el mismísimo Bin Laden en su desierto "B" y tienen una interesante charla.

Realmente resulta interesante una obra así. Aunque es un producto que puede parecerse, y de hecho parece muy influenciado por obras de un estilo similar aparecidas en Francia: "Mis circunstancias" de Trondheim o "Diario de un álbum" de Dupuy y Berberian. Moebius convierte su autobiobrafía en una obra más de Moebius, con sus altibajos, pero con un sentido plástico y libre. Aún así creo que es una obra que interesará más a los aficionados de su obra anterior.


Reseñas anteriores de obras de Moebius:



domingo, 22 de noviembre de 2009

Franny y Zooey: de J.D. Salinger (1961)

Salinger es generalmente conocido por su El guardián entre el centeno (1951), obra que directamente le catapultó al culto y estrellato literario. También es conocido por el obsesivo (y en parte comprensivo) celo que tiene respecto a su vida privada.

Este pequeño librito se sitúa entre los de la llamada "saga" de los Glass, historias que, de manera fragmentaria, van mostrando las vicisitudes de los integrantes de la familia Glass. Esta saga estaría conformada, además, por: El relato "Un día perfecto para el pez banana" incluído en Nueve cuentos (1948); Levantad, carpinteros, la viga del tejado; y Seymour: una introducción (ambos de 1963), y Hapworth 16, 1926 (1965).

En todas estas historias se nos van mostrando los pensamientos y sentimientos, en determinados momentos, de la vida de varios integrantes de la familia y, en su mayoría, narradas desde el punto de vista de Buddy Glass.

Hasta ahora no había leído ninguna historia de ésta saga, también debo apuntar que no creo que vuelva a ella en el futuro. De hecho, de Salinger, hasta el momento, sólo había leído El guardián entre el centeno, y hace ya bastante tiempo de aquello. La impresión general, a pesar de haberlo leído hace ya unos cuantos días, no está muy formada, aunque no es muy buena que digamos. El librito está compuesto por dos relatos complementarios, el primero relata un momento puntual, donde la más pequeña de los Glass, Franny, sufre una pequeña crisis. El segundo de los relatos describe una larga conversación entre, primero, la madre de los Glass y Zooey, y después entre Zooey y Franny. Llama la atención el maravilloso dominio de Salinger para los diálogos, los cuales absorben totalmente al lector en el clima de intensidad situacional de los personajes. En especial es realmente memorable la conversación entre la madre y Zooey en el baño. Salinger es capaz de rodear esos diálogos con detalles que dibujan la situación de un realismo fastuoso.

Es agradable leer ambos relatos. Diría que la crisis de Franny es una crisis espiritual de realidad en la adolescencia. Franny descubre que la vida está rodeada de hipocresía y falsos rostros, y se agarra al misticismo para intentar escapar del absurdo fariseísmo. Zooey intenta hacer que Franny se sienta mejor con una larga conversación, y logra su consuelo. Oh, asquerosa mística superflua. Oh, maldita cita de otras cosas para apoyar poco peso.

Ejem. Diría que simplemente es agradable de leer y punto. Hay mil millones de libros mejores y más interesantes que aún no he leído. Ni más ni menos. Hay cierto tufillo moralista, religioso, teológico, que no me acaba de convencer. Además la pose de Salinger, oh ese gran escritor, oh ese escritor de culto, oh ese intocable, oh, oh, oh, no puedo soportar cuando un escritor juega a posar para sí mismo. Me da cierto asco. De alguna manera con éste libro me ha ocurrido algo parecido a lo que me ocurrió con El "vanagloriado" guardián entre el centeno: había muchas palabras y muy bien puestas, unas detrás de otras y todo, pero no me llevaban a ningún sitio en concreto. Había un autor ahí, sí, pero no había nada grande que contar, no había nada memorable. Tan sólo anécdota literaria.

martes, 10 de noviembre de 2009

Dylan Dog; de Tiziano Sclavi (1986)

Dylan Dog, es un comic italiano que originalmente fué creado por Tiziano Sclavi y caracterizado por Claudio Villa a mediados de los años ochenta. Renacía así el género fumetto nero italiano o comics para adultos que había nacido allá por los años sesenta con títulos como Satanik o Diabolik.

Sclavi tras trabajar como guionista previamente en series de la editorial Bonelli como Martin Mystère, Zagor o Mister No, creó a Dylan Dog y escribió para la serie los primeros guiones. El primero de ellos fué "El alba de los muertos vivientes" y apareció en 1986 con el maravilloso dibujo de Angelo Stano. Escribió de manera ininterrumpida los 23 primeros episodios, después apareció de manera habitual, aunque no constante, hasta el número 173. Después ha aparecido en contadas ocasiones, siendo su último guión hasta la fecha el del número 250 (2007). Dylan Dog sigue hoy en día publicándose mensualmente en Italia.

Actualmente la editorial Aleta está publicando en castellano y en orden cronológico todas las historias de Dylan Dog escritas por Sclavi. Todo un lujo. Hasta ahora llevan publicados tres tomos recopilatorios en cada uno de los cuales se incluyen cuatro historias.

He podido leerme durante estos días el primer volumen recopilatorio, y ya ando leyéndome el segundo y estoy a la caza y captura del tercero.

Un Sherlock Holmes con apariencia de Rupert Everett y Groucho Marx haciendo de él mismo en el papel de un peculiar Watson, en un Londres intemporal plagado de monstruos y apariciones sobrenaturales, con una pizca de gore. A grandes rasgos eso podría ser Dylan Dog. Las referencias y guiños de la serie hacia el cine, el género del terror, la pintura o la música, son casi infinitos. En un pastiche que, lejos de ser mediocre, alimenta bien a los amantes del terror, y que además está construido de manera muy cinematográfica. Las historias, que son autoconclusivas, proponen un misterio que se resuelve en unas noventa páginas, por las que desfilan muertos vivientes, hombres lobo, Jack el destripador, fantasmas...

De Sclavi es célebre su respuesta ante la pregunta de en quien se sentía identificado ¿En Dylan Dog, en Groucho...? "Ni Dylan ni Goucho, yo soy los monstruos". Y es que nuestro autor transmite cierto poso de terrible tristeza en sus historias, tal vez contrarrestado (y equilibrado) por las chorradas y tonterías surrealistas que suelta Groucho. Se dice incluso que ha padecido alcoholismo, bulimia, agorafobia y se ha intentado suicidar en varias ocasiones. Dejando a un lado el sensacionalismo, ya sea proyección de la parte oscura de Sclavi, ya sea mera y dotada imaginación, el caso es que Dylan Dog posee algo que lo hace realmente adictivo y muy muy recomendable. Lástima los altibajos que sufre la serie en cuanto al nivel gráfico, ya que a pesar que algunas de sus historias están dibujadas realmente bien: como en el caso de Angelo Stano, o Corrado Roi, hay otras que tienen un nivel pésimo que no están a la altura de los magníficos e inquietantes guiones que propone Sclavi.

Como curiosidad, hay una película basada en una novela de Sclavi titulada "Dellamorte dellamore" (1994), y que en España fue retitulada con el infumable "Mi novia es un zombie" (habría que cortarle algún miembro al graciosete autor de semejante título, esperpento digno de una Alaska alcoholizada) cuyos rasgos generales son prácticamente los de Dylan Dog. De hecho el actor protagonista es el mismísimo Rupert Everett.

sábado, 31 de octubre de 2009

Harzac, El asesino de un mundo, Los ojos del gato; de Moebius


El dibujante francés Jean Giraud adoptó el nombre de Moebius allá por los sesenta, tal vez en un intento de crear un campo para la exploración de nuevos caminos propios. Tomado del famoso matemático alemán inventor de la famosa cinta de Möbius, diferenció los comics realizados bajo el nombre de Jean Giraud (Blueberry) de los que comenzaría a dibujar como Moebius. Bajo éste seudónimo crearía grandes obras de ciencia-ficción y fantasía para el comic amparado en un estilo mucho más experimental.

Durante los últimos días he sufrido (o más bien disfrutado) de una especie de fiebre obsesiva en relación a los comics de Moebius. He leído multitud de ellos, buscando y rebuscando aquí y allá en una placentera investigación mística de espacios y tiempos.

Harzac.
Harzac, publicada en la revista Métal Hurlant entre 1975 y 1976 combina cinco historias cortas e independientes: Arzach, Harzak, Arzak y Harzack. En todas aparece siempre el mismo protagonista: un jinete montando una especie de pterodáptilo que sobre vuela o explora un mundo extraño. Las escenas mudas, el planeta fantástico de ambiente onírico, y el magnífico color de los dibujos, nos hacen disfrutar al máximo con estas historias donde lo más maravilloso y fascinante es el ambiente que logra recrear Moebius. Una auténtica perla salvaje, sin duda.

El asesino de un mundo.
Se nos presenta a un misterioso viajero del espacio que recala con su nave en un amigable planeta. Allí descubre tras un despeñadero un recóndito escondrijo para una seta gigante que... ¡Habla!. Esta pequeña historia con ecos simbólicos del pecado original se me hace un bocado maravilloso y sencillo. Qué fácil parece, leído del maestro Moebius, hacer que algo parezca sencillo y profundo a la vez. Ignoro cuando la dibujó.

Los ojos del gato.
Esta hermosa y terrible obra se enmarca entre aquellos trabajos que realizó junto a Jodorowsky. Este es de 1978. Todo un monumento poético, a mi modo de ver. Un hombre asomado a un balcón de un gran edificio observa una ciudad vacía, holocáustica, a sus pies. El comic alterna imágenes estáticas con imágenes en movimiento para darle un fuerte carácter al tiempo y dando un ritmo especial a la voz del hombre. Así quedan muy medidos los segundos y silencios. De alguna manera ésta historia me recuerda mucho a algunas de Thomas Ott, repleta de sadismo.

¿Es bueno el hombre?
Este álbum incluye seis historias cortas a todo color que Moebius realizó entre 1974 y 1980. Se incluyen "¿Es bueno el hombre?", "Doble evasión", "Ciudadela ciega", "Balada", The long Tomorrow" y "El universo es muy pequeño". Todas las historias son magníficas y disfrutables, pero hay que resaltar por encima de las demás "The long tomorrow", que Moebius realizó con el guión de Dan O'Bannon. Esta historia de ciencia ficción, de ambientación magnífica (a lo cine negro) y excelentes dibujos, nos deja con ganas de conocer más sobre esa extraña ciudad-edificio del futuro.

Garras de ángel.
Otra colaboración con Jodorowsky. Creo que es de 1994. Esta vez los dibujos de Moebius son solo el soporte para acompañar unos textos místicos y pornográficos del chileno. La obra nos habla en clave lírica sobre el paso hacia la madurez de una niña a través del descubrimiento del mundo mediante el sexo. Los textos son profundamente bellos y los dibujos de Moebius embriagadores. Toda una curiosidad: Sado-masoquismo, la exploración de la relación materno y paternofilial, el aprendizaje y aceptación del sexo, las líneas divisorias entre el cuerpo y el alma...


domingo, 25 de octubre de 2009

El agente secreto; de Joseph Conrad (1909)

Conrad partió de un hecho histórico singular a la hora de escribir ésta novela: El fallido atentado del anarquista francés Martial Bourdin en el Observatorio de Greenwich (en Febrero de 1894), al que le estalló la bomba encima de manera prematura. Conrad se inspiró en el hecho, pero lo modificó a su gusto, sin incluir personajes reales, y construyendo una estructura muy definida de hechos, personajes y motivaciones de cada uno de ellos. No es extraño que la novela esté dedicada al gran padre de la ciencia ficción H.G. Wells, pero veo en ello un símbolo.

El máximo protagonista de la novela es su especial relatividad temporal: Sus ir y venir en el tiempo, antes y después de un vértice, de un hecho concreto. Alrededor de ese punto se crea toda la novela de Conrad. Todo confluye y diverge a partir de un momento preciso de la historia: La explosión de una bomba. Incluso los personajes se convierten en muñecos movidos por esas manos del tiempo. No hay protagonistas visibles e individuales que destaquen unos de otros, son todos objetos movidos antes y después por la acción de la consecuencia. Los personajes, de esta manera construidos, se convierten en fichas especialmente colocadas para que, al caer, produzcan una u otra consecuencia en las fichas que tienen a su lado.

Así, el agente secreto (el anarquista Verloc) es espoleado por una misteriosa embajada para realizar acciones "contundentes" contra un emblema moderno de la ciencia moderna: El observatorio de Greenwich. Anarquistas de un lado, y la policía londinense por otro, mueven sus diferentes fichas tras el atentado. Cada capítulo nos muestra la visión subjetiva de cada uno de los personajes implicados en la historia: El señor Verloc, la señora Verloc, Ossipon, el anarquista Michaelis, el comisario, el inspector jefe Heat... Poco a poco se nos van mostrando intereses, secretos y pasiones que ignoramos en un primer momento, y el puzzle final nos muestra una imagen terrible.

El trasfondo, y casi la anécdota, es el fallido atentado terrorista de un grupo de anarquistas contra el Observatorio de Greenwich, en Londres. Las ideas, esos entes inmateriales y a veces sin sentido, son la envoltura superficial de una historia terriblemente humana y de gran hondura psicológica. Como dijo el propio Conrad es una narración con ambiente innoble y miseria moral. Más en primer plano se nos sitúa el dolor y la convulsión que ocasiona en la familia del anarquista, y más concretamente en la señora Verloc. El capítulo que nos relata su dolor es uno de los fragmentos más intensos y terribles que haya podido leer, y cuya lectura ya justificaría la lectura completa del libro.

Reseñas anteriores de Joseph Conrad:

El empalmado loco- Pesadilla blanca y otras historias cortas; de Moebius (1972-1978)

Hay quien dice que en esto de la ilustración de los comics existe un antes y un después tras Moebius (seudónimo de Jean Giraud). La manera que tuvo (y aún tiene) de concebir y crear mundos fantásticos, dotados de plasticidad y belleza estética, tuvo una brutal influencia no sólo en el mundo del comic, sino también en el cine. Para el tebeo donó obras tales como el western Blueberry junto a Jean-Michel Charlier (desde 1965), Arzach (1974-1975), El garage hermético (1976), o El Incal junto a Jodorowsky(1980-1988).

Esta recopilación de historias cortas reune:

-Pesadilla blanca
-Absoluten blindaden
-Cuento de navidad
-La tarta de manzana
-Hay un principe azul en Fenixon
-Rock city
-Barbarroja y el cerebro pirata
-El artefacto
-Descenso a Centauri
-Variación nº4070 sobre "el" tema
-El empalmado loco

Casi todas las historias fueron publicadas originalmente en las revistas Pilote y Métal Hurlant entre 1972 y 1978. Muchas de ellas ya habían sido publicadas bajo otro nombre en otras recopilaciones, pero no venía mal ya una reedición.

Aunque estas historias varían en cuanto a calidad, en su gran mayoría poseen una belleza estética maravillosa. Y varias de ellas que resultan excelentes: Como el viaje onírico en caída libre de Absoluten Blindaden, o ese nosequé retro-erótico que desprende Tarta de manzana, Rock city y su silencio posee cierto poso de alienación y 1984, o El empalmado loco que es la historia más larga del álbum y que combina dos narraciones paralelas: la de la transformación monstruosa de un hombre en huevo y la del empalmado, un hombre que sufre priapismo y que se ve involucrado en una especie de secreto complot lleno de simbólicos asuntos eróticos.

Las historias que menos me convencen son las que tienen tono de humor, aún así me gustan porque se leen con agrado y uno, inevitablemente no puede dejar de sentir amor ante los magníficos dibujos y mundos que crea ante nosotros Moebius.

martes, 29 de septiembre de 2009

Ombligo sin fondo; de Dash Shaw (2008)

Californiano de ventiséis años, que comenzó autoeditándose sus primeros comics, Dash Shaw es ahora muy conocido con Ombligo sin fondo (2008) o el webcomic Body World.

Los tintes épicos que en un primer momento adoptan las formas del comic de Ombligo sin fondo son puramente físicos: Más de setecientas páginas engañan a la vista en un primer momento; y estéticos: Su forma puede parecerse mucho al de un enorme ladrillo. Pero su lectura es liviana, las páginas van convirtiéndose en pseudocacahuetes adictivos que uno va comiéndose uno tras otro.

El lenguaje experimental de Shaw, fresco y ligero, que va desde el uso de onomatopeyas de apoyo a la imagen, el minimalismo extremo pero práctico de los dibujos, o un desarrollo secuencial rápido de imágenes cotidianas que remiten en muchas ocasiones a sensaciones; dota a Ombligo sin fondo de una individualidad que muchos autores querrían para con sus obras. La historia es sencilla: Los padres de una familia, ya en su vejez, anuncian que se van a separar a sus hijos. Mediante el relato desgranado de sus tres hijos, vamos asistiendo a todas las fases de una relación de pareja, pero desde los diferentes puntos de vista de cada uno de los hijos: El enamoramiento, la crisis, la separación, las dudas, el dolor, la inseguridad, el cariño, el miedo... El grado de detalle y particularidad que logra darle Shaw a la historia, su sencillez, hace de Ombligo sin fondo algo muy especial, unido a su específico y emotivo idioma-comic. Parece mentira que en setecientas veinte páginas pasen tan poquitas cosas, pero el núcleo de Ombligo sin fondo es algo más sugerido que dicho. Es un comic que se experimenta y que te hace sentir pequeño, una especie de redescubrir la vida, las pequeñas cosas, através de sensaciones sutiles como tocar la arena, experimentar el agua... y que pasa por diversos arcos perfectamente reconocibles: la niñez, la adolescencia, la madurez y la vejez.

Muy recomendable.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Hombres salmonela en el planeta porno, de Yasutaka Tsutsui (2008)

Otro libro de relatos de Tsutsui. Si en Estoy desnudo (2009) Tsutsui eligió personalmente los relatos que más le gustaban, en ésta recopilación de la editorial Atalanta se eligieron algunos de diferentes colecciones publicados a lo largo de la carrera de éste prolífico autor japonés. Así encontramos, entre otros, Rumores sobre mí (1974), El último fumador (2002), El mundo se inclina (2002) u Hombres salmonela en el planeta porno (2005).

Desde el principio he de decir que he quedado levemente defraudado con ésta recopilación. Ya había leído Estoy desnudo, y tal vez mis expectativas eran muy altas tras la magnífica experiencia de aquella compilación. En "Hombres salmonela..." hay también cuentos excepcionales, ojo, pero hay otros que... en fín, no me parecen tan buenos, y en cierta medida desvirtúan la sensación general del libro. Sólo un ejemplo: Leyendo Estoy desnudo esperaba ansiosamente leer el siguiente cuento nada más acabar el anterior. En éste ha habido parones largos entre uno y otro relato.

Si hay una cosa que observamos rápidamente leyendo a Tsutsui es que le obsesiona la represión, el sexo y la mirada exterior. Entendiendo todo esto como una vasta crítica a una sociedad represiva y agresiva para con sus miembros, surgiendo precisamente de esa idea la desvirtualización de la realidad. Realidad subjetiva versus realidad social. En todas las situaciones el ser individual se halla asediado por una realidad opresiva que intenta fagocitarlo. Esa intrusión en lo individual se da en todas las esferas posibles: en los sueños, en sus pensamientos más íntimos, en su necesidad sexual, en su esquema de vida familiar... hasta en su preferencia por el tabaco. Todas estas reflexiones, con diferentes matices y algunas capas humorísticas, los leemos en los primeros cinco relatos de la recopilación. El último relato es el que da título al libro: Hombres salmonela en el planeta porno; título que de algún modo ya alimenta la fantasía del lector antes de comenzarlo, y le hace realizar cábalas respecto a su contenido. Es el relato más largo de la recopilación, y trata precisamente la represión sexual en clave de ciencia ficción.

Si tuviese que elegir los relatos más interesantes, a mi modo de ver, de la recopilación, me quedaría con los tres primeros: "El bonsai Dabadaba", "Rumores sobre mí" y "El límite de la felicidad". El resto me parecieron, en grados distintos, aburridos, farragosos y prescindibles, aunque las ideas de fondo que presentaran sí que resultaran sugerentes.

Para acabar el volúmen, la editorial Atalanta incluye una fantástica y reveladora entrevista con Yasutaka Tsutsui, que nos descubre a un personaje realmente peculiar que destila vida por los cuatro costados, y profundiza en sus temas fetiche, así como en sus influencias más directas.

Reseñas anteriores del mismo autor:

- Estoy desnudo

jueves, 10 de septiembre de 2009

El sobrino de Wittgenstein; de Thomas Bernhard (1982)

Segunda novela que leo de éste autor, y nuevamente embelesado por el espíritu de la destrucción. Un Siva terrible para con los sentimientos o tal vez un superviviente capaz de hablarnos de su experiencia. Bernhard escribió numerosas novelas y obras de teatro, las novelas tenían un fuerte carácter autobiográfico. Es especialmente celebrada su serie de escritos autobiográficos, que por cierto han sido recientemente reeditados en un solo volúmen por Anagrama (Relatos autobiográficos, 2009).

Si en "El malogrado" (1983) Bernhard exploraba sus años de estudio en el Mozarteum de Salzburgo, en "El sobrino..." nos relata sus reflexiones acerca de su amigo Paul Wittgenstein (sobrino del afamado filósofo Ludwig Wittgenstein). Paul estaba loco, pero fué uno de los mejores amigos de Bernhard en los últimos años de su vida. A través de la disección de ésta amistad el autor nos expone su propia concepción de amistad, su concepción de la enfermedad, de la pasión por la vida. A modo de monólogo, Bernhard señala a su amigo como un verdadero amigo: alguien que te habla con sinceridad y alguien con quien poder compartir un aspecto importante de nosotros mismos. Además se sitúa a su altura: Ambos están enfermos, amigo y autor, uno de locura y el otro del pulmón. Si Paul está loco no es porque no tenga grandes y lúcidas ideas, es porque no expone su filosofía por escrito, no la organiza, no la expulsa de su cuerpo. Su pasión queda encerrada en la cabeza y termina por atacarle por dentro.

En cierto modo, mediante la visión y dibujo del personaje de Paul, Bernhard se sincera, se duele. De alguna manera este pequeño librito es una especie de deuda hacia el sobrino de Wittgenstein: Una confesión. Un arrepentimiento en relación a la amistad que tuvo. Una daga clavada en el alma. Toda una declaración en relación a la salud: La salud mental requiere encontrar vías útiles donde expurgar las cosas que nos duelen. Este libro parece eso: La vía que usó el propio Bernhard: lo puso en palabras.

Por otro lado Bernhard tiene un modo único de arrastrar al lector. Su estilo es férreo y pesado, largas parrafadas se van hilando con frases repetitivas, vueltas y vueltas a una misma idea pero exponiéndola de diversas formas y puntos de vista... lejos de aburrir, como cabría suponer, el texto nos sume en una especie de experiencia alucinatoria y mística, y de ella nos quedan brutales reflexiones sobre la vida. Yo ya lo he adoptado como uno de mis autores fetiches.

Otras reseñas anteriores sobre Bernhard.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Diario de un álbum; de Dupuy y Berberian (1994)

Dupuy y Berberian son dos autores franceses que llevan trabajando juntos mucho tiempo en el mundo del tebeo. Ambos dibujan y ambos escriben los guiones. De ésta colaboración nació una serie emblemática: "Monsieur Jean" (o Señor Jean por estas tierras) que desde 1991 viene publicándose (hasta ahora siete volúmenes). Precisamente "Diario de un álbum" (1994) habla de las vicisitudes surrealistas que ambos vivieron a la hora de crear y parir el tercero de los volúmenes de Señor Jean (Las mujeres y los niños primero) en 1994.

De alguna manera "Diario de un álbum" sirvió de claro precedente al autobiográfico "Mis circunstancias" de Trondheim, de hecho también se publicó en L'Association. Quizá Dupuy y Berberian no fueran tan analíticos, ni tan neuróticos como Trondheim, pero nos van relatando la excéntrica e incomprendida vida del creador de comics, y no dudan en dibujarse a sí mismos vestidos de extraterrestres, saliendo de una nave y diciendo "Somos dibujantes... hacemos tebeos...". Esa imagen sirve de buena metáfora para expresar cuales son las impresiones de los que les van rodeando. Así, van alternándose las miradas de ambos, primero uno y luego otro, y nos van descubriendo sus pequeñas y grandes miserias y, por extensión, los problemas que surgen a la hora de trabajar juntos y tener que ponerse de acuerdo a la hora de crear el comic. Las obsesiones de uno, las inseguridades del otro, las expectativas, los problemas familiares, conyugales, los hijos... los problemas con la editorial... Un todo que lleva a la creación de un álbum, un comic de Señor Jean.


Su lectura es interesante, aunque me atrevería a decir que "Mis circunstancias" supuso un paso aún mayor y, si cabe, más interesante y más profundo. Creo que éste diario se queda un poco a las puertas, es tal vez menos arriesgado, más amable y menos atrevido. Se echa de menos algo de mala leche, que seguro que la tuvieron.

martes, 18 de agosto de 2009

All Star Superman; de Grant Morrison y Frank Quitely (2005-2008)

Publicada originalmente en inglés entre Noviembre de 2005 y Septiembre de 2008, All Star Superman unió de nuevo al tándem Morrison (al guión) y Quitely (en el dibujo), a quienes ya habíamos visto juntos en New-X-Men o en WE3. De alguna manera juntos han tenido muchísimo éxito, y hablo a nivel comercial y más o menos a nivel artístico. Cuando Quitely dibuja (interpreta) la prosa de Morrison los dólares caen del cielo. Tras acabar la etapa All Star de Superman, ya andan enfrascados en un nuevo proyecto juntos dentro del ámbito de la DC: Batman y Robin.

All Star plantea una situación alternativa y no lineal dentro de la historia de Superman. A su vez intenta abarcar prácticamente todo el universo del personaje en doce números. Están todos y todo. Infinidad de detalles y guiños nos hacen retroceder, incluso, hasta la etapa primigenia de Siegel y Shuster. Ya el diseño de éste Superman nos hace pensar en el héroe original: Su mentón, sus ojos, la forma de su cuerpo... está inspirado en aquel dibujo de Shuster de finales de los años treinta.

Resumiendo mucho y sin entrar con excesivo detalle, el argumento sería éste: Superman se está muriendo tras una intensa exposición al sol y Lex Luthor es condenado a la silla eléctrica por sus crímenes. Cada número (de un total de doce) es un capítulo dentro del conjunto de ese argumento, pero en cada uno de ellos Morrison se centra en un personaje en concreto: Lois, Olsen, Lex, Bizarro... Así, las miradas dentro de ese universo supermaniano se hace más completa, hasta llegar a simbolizar una metáfora cuasi-homérica. Supermán se convierte ante nuestros ojos en un Ulises completando sus doce trabajos.

La sensación general leyendo el cómic es buena. Un delicatessen tebeístico para los amantes del cómic de superhéroes. Pero aún así, y a pesar de toda la coba que le han dado, no entusiasma. Sí, es una buena historia, tiene momentos de gran brillantez, pero le falta algo de punch. De hecho, si éste comic lo hubiese dibujado otro que no fuera Quitely tal vez pasaría por un comic simplemente pasable. Quitely (y aquí soy absolutamente subjetivo) hace de él algo realmente bello. Los dibujos y la evolución en diseño de personajes y formas hacen de éste comic una experiencia artística y embriagadora.

Otras referencias de Grant Morrison:
-WE3
-Arkham Asylum

Otras referencias de Frank Quitely:
-WE3
-The Authority

martes, 11 de agosto de 2009

La mandrágora (Alraune); de H. H. Ewers (1911)

Hanns Heinz Ewers. Este alemán al que le gustaba tanto viajar como juguetear con lo oculto; amigo de Aleister Crowley, ensayista, poeta, guionista; escribió algunos relatos que le hicieron formar parte en la moderna concepción del género fantástico y de terror. Entre sus escritos los más valorados fueron: El aprendiz de brujo (1910), Alraune (1911) y Vampyr (1921) que conforman una especie de triología, cuyo protagonista o voz era Frank Braun, cuyas características y mirada nietszcheana tenían mucho del propio Ewers.

Aún perteneciendo a una pseudotriología, Alraune o La mandrágora, tiene entidad propia, y no se necesita leer El aprendiz de brujo para seguir la historia.

El germen de la historia nace en las leyendas entorno a la raiz de la mandrágora, cuyas bifurcaciones siempre se ha dicho que tienen forma humana. Desde tiempos inmemoriales este parecido ha sido suficiente para atrubuir a la mandrágora propiedades mágicas: magos y brujas las han usado como elemento venerado o ingrediente de pociones.

Ewers parte de esta fantástica percepción y crea una nueva leyenda. Su alter ego, Frank Braun, escucha que la mandrágora, según el mito alemán, nace de la tierra donde cae el último semen de un ahorcado. Por lo tanto imagina si tal vez fuera posible crear una mandrágora humana si en vez de tierra se usa una mujer: una mujer especialmente seleccionada: libertina, fogosa, sería el mejor abono para una creación tal. Así, elige a un vil asesino que va a ser condenado y a una prostituta sensual. De éste modo, y a la manera de un Frankenstein retorcido y fantástico, Frank Braun idea a la Mandrágora. Y su tío la crea siguiendo sus preceptos. De este modo Ewers, sólo con la idea, crea uno de los mitos más espectaculares de la literatura fantástica. Una niña malvada, que juega con su etérea manera de atraer tanto a mujeres y hombres, como un titiritero juega con sus marionetas.

Si Frankenstein creó un ser humano de la nada, robando el fuego secreto de los dioses, Frank Braun crea una leyenda fantástica haciéndola real, tal vez robando el fuego secreto de la imaginación humana.

Lo menos interesante es la historia que sobreviene. Alraune y sus malvados actos, así como su final, interesa menos que su creación.

viernes, 24 de julio de 2009

El agujero del infierno; de Adrian Ross (1914)

Arthur Reed Ropes o Adrian Ross, catedrático de Cambridge, fué principalmente conocido por escribir infinidad de canciones para comedias musicales inglesas de finales del XIX y principios del siglo XX. Su obra de ficción se reduce a El agujero del infierno (1914), obra alabada por Ramsey Campbell como "Una de las primeras obras maestras de terror sobrenatural", y quien la rescató del olvido reimprimiéndola en su selección Uncanny Banquet (1992).
El agujero del infierno toma elementos clásicos del terror gótico: La importancia del ambiente como proyección de la psicología de los personajes, el misterio de un pasado sombrío que persigue a los protagonistas, la damisela perseguida, el tenebroso villano e incluso el castillo medieval. La obra, que Ross dedicó al gran M.R. James, nos sitúa en la región de Deeping Hold en la Inglaterra de mediados del XVII, imbuída aún en la guerra vivil inglesa que enfrentaba a los monárquicos y los parlamentaristas. En general la novela tiene cierto regustillo de terror sobrenatural quizá por la contínua presencia de un misterioso monstruo que, según las leyendas, habita entre el fango y el lodo de Deeping Hold, y que está emparentada a una antigüa leyenda que dice que cuando el conde de Deeping venda su alma al diablo, lo que habita el agujero le robará su cuerpo y alma. Se suceden pues, a través de este malvado estigma, una serie de terribles sucesos que, de forma inquebrantable, llevan a la perdición del Conde y quienes le rodean.

Apesar de que la historia resulta atrayente en un primer momento, tanto la cargante personalidad del héroe puritano bajo cuya mirada observamos los acontecimientos, como por la aburrida y soporífera prosa de Ross, hacen que la novela se me haya hecho pesadísima. De hecho pienso que si el autor hubiese optado por un relato corto en vez de una novela todo quedaría mejor. El caso es que el resultado no me llega a convencer. El ambiente queda soterrado a una descripción ambigua de los páramos que rodean el castillo, los personajes son solo esbozos superficiales y quedan cabos sueltos en la historia que, tal vez, hubiese estado bien trabajar más.

En fin, no se puede comparar esta novela con los grandes cultivadores del género del terror o la ghost story, ni con Hodgson ni con Lovecraft ni, por supuesto, con mi amado M. R. James. Se queda varios peldaños por debajo.

domingo, 12 de julio de 2009

Crímenes célebres; de Alejandro Dumas -Padre- (1839-1840)

Alejandro Dumas, el padre no el hijo, aquel francés famoso autor de "Los tres Mosqueteros" (1844) , "El conde de Montecristo" (1845) o "El tulipán negro" (1850), escribió entre 1839 y 1840 una serie de dramatizaciones basadas en hechos históricos a los que dió título de Crímenes Célebres. En ellos describía con sumo y gustoso detalle los pormenores de varios crímenes perpetrados a lo largo de la historia europea.

En el volúmen que he podido leer recientemente: "Crímenes célebres" de la colección gótica de la editorial Valdemar, pueden encontrarse sólo tres de éstos relatos. Quedaron fuera de la selección otros como: Los Borgia, Carlos Luis Sands, María Estuardo, El mariscal Murat o Los Cenci. Los relatos elegidos fueron: La marquesa de Brinvilliers, Urbano Grandier y Vaninka. Habría que preguntarse por qué estos relatos fueron incluídos dentro de una colección gótica, cuando ni contenido ni estilo ni autor pertenecen al género. A ese respecto diría que simplemente por el hecho de poder leer pasajes tan intensa y brutalmente narrados como los del suplicio y las torturas de La Marquesa de Brinvilliers o Urbano Grandier ya merece, por sumo derecho, estar en esta colección, aún sin formar parte de éste género.

De los tres relatos me quedaría, sin duda, con los dos primeros; los ya citados La marquesa de Brinvilliers y Urbano Grandier. El primero nos describe las andanzas de La marquesa y su amado, y cómo éstos van experimentando la ciencia del veneno en todo aquel desdichado que se fuese cruzando en su camino de vanidad y poder. El relato cuenta con sumo y excesivo detalle el camino hacia la redención y suplicio de la Marquesa. El segundo relata la historia del sacerdote Urbano Grandier, de cómo era envidiado por parte de la iglesia y de cómo algunos sacerdotes se las ingeniaron, con la ayuda del cardenal Richelieu, para quitárselo de enmedio urdiendo un maquiavélico plan que incluía el exorcismo de varias monjas supuestamente influidas por la magia de Grandier. Resulta sobrecogedor leer las torturas y los suplicios a los que fué condenado, así como su terrible muerte. Los criminales en este caso fueron precisamente los jueces.

Vaninka, el último de los relatos incluidos en el volumen, relata cómo el orgullo excelso de una mujer rusa le lleva a cometer el crimen, primero sin querer, y después a propósito para tapar su error.

Para acabar simplemente decir que resulta interesante leer estos elaborados relatos, aunque hay que apuntar que resulta tedioso ver como Dumas los inflaba de páginas contando detalles que no tienen excesiva relevancia y resultan harto aburridos. A pesar de ello es súmamente embriagador leer estas truculentas historias hoy en día, sobretodo sabiendo que en ellas hay mucho de cierto.

Estoy desnudo; de Yasutaka Tsutsui (2009)

Autor de culto en Japón, Tsutsui pronto podrá serlo también en España gracias a las magníficas ediciones de Atalanta. Si el año pasado nos sorprendían con la colección de relatos de "Hombres salmonela en el planeta porno" (2005), éste ya nos han gratificado con "Estoy desnudo", otra colección de sus mejores relatos, ésta vez elegidos personalmente por el propio Tsutsui.

Generalmente se le considera autor de ciencia-ficción y ha sido galardonado con multitud de premios a lo largo de su carrera. Entre su extensa obra que recoge tanto novelas como relatos cortos desde 1965, hay que destacar también su influencia en el cine, el anime y el manga, pues varias de sus obras han sido adaptadas a esos medios: "Toki o Kakeru Shōjo"(La chica que saltó a través del tiempo) de 1967 fué adaptada tanto a película como a serie; "Paprika" (1993) fué adaptada a anime por Satoshi Kon en 2006.

La colección de relatos de "Estoy desnudo" recoge ocho cuentos, en su mayoría satíricos. En todos descubrimos cómo Tsutsui realiza una pormenorizada autopsia a la comunicación humana, tanto la que usamos con los demás como la que usamos con nosotros mismos (la línea del pensamiento). Este estudio está barnizado con una gruesa capa ácida que transforma el significado, dando al texto una vibración exagerada y con una dimensión diferente a la humorística. En "estoy desnudo" asistimos a cómo un hombre va quedándose desnudo ante la mirada de una ciudad: bajo el vestido de historia cómica (realmente graciosa) observamos cómo la desnudez se ha convertido en un monstruo, una obsesión pesadillesca para una sociedad artificial de ojos. Desde el punto de vista de quien queda desnudo el mundo queda reducido a un millón de ojos aseverantes: un mundo psicótico. Realmente es un mundo que se parece al de P. K. Dick, una realidad asfixiante que juzga y es amenazadora. En la misma línea los relatos "Maneras de morir" que describe la aparición de un Oni (un demonio) en una oficina y de cómo reaccionan ante él sus ocupantes; o "La ley del Talión" que describe la reacción extrema de una víctima y de como se transforma en agresor; o "La embestida del autobús loco" en la que directamente se nos hunde en la visión de un hombre multipoblado de 18 personajes: una perfecta visión de la escisión de conciencia por una colección de concienciaS.

También queda lugar para que Tsutsui nos describa primeros contactos con seres desconocidos (ya sea un alienígena o ya sea una mujer). En "El peor contacto posible" y "Articulaciones" se nos muestra las reacciones de un hombre ante la dificultad para comunicarse con seres de otros planetas, y en "El día de la pérdida" se trata el tema de la pérdida de virginidad de la misma manera: la mujer es un ente absolutamente desconocido: y el personaje no sabe cómo tratar con ella.

En todos ellos podemos seguir un rastro, un núcleo común: la visión psicótica del mundo bajo el relato humorístico. La radicalidad de una visión donde apenas hay libertad: todo está sesgado por la visión "del otro", la mirada del superyo freudiano (el que dicta lo que "se debe hacer"). Donde el Yo queda reducido a escombros. ¿Tal vez una crítica a la visión japonesa de la realidad? Tal vez. Ya sea esto o no, Tsutsui nos conmueve con el extremismo de sus historias.

Recomiendo fervientemente este libro, todo un descubrimiento. Un libro en el que cada relato golpea directamente en el bajo vientre de quien lo lee, una visión que combina la mordacidad con la crítica de una manera perfectamente entrelazada, y que escarba de manera magnífica bajo la piel de la humanidad. Espero que Atalanta siga publicando más joyas de éste autor. Ni que decir tiene que en breve caerá "Hombres salmonela en el planeta porno".

martes, 30 de junio de 2009

Skim; de Mariko y Jillian Tamaki (2008)

"Quería hacer una lolita en versión gótica" dijo Mariko Tamaki.

Afortunadamente de lo que se dice a lo que luego se hace hay un trecho; de hecho, si yo hubiera leído esa frase antes de leerme el comic posiblemente ni me hubiera interesado en él, pero en fín... Mariko Tamaki (guión) y su prima, Jillian (dibujo), han construído su primer comic, al parecer, vía e-mail (avances de la comunicación). Ha sido nominada a la Mejor publicación para jóvenes, Mejor álbum original, Mejor guionista, y Mejor dibujante de la edición de éste año de los premios Eisner.

La verdad es que, a priori, el tema general del cómic no me interesaba lo más mínimo. Llegué a tenerlo varias veces en la mano en alguna que otra comiquería, pero nunca me decidí por él. Así que, cuando el otro día, por casualidad lo ví en la biblioteca, me lo llevé. De alguna manera Skim habla de la vida de una adolescente de instituto, lo cual para mí es ya un tema que conscientemente rechazo, o más bien dejo de lado, pero Skim está escrito de manera que, en ese sentido, se deja leer. Presentada a modo de diario íntimo de la gordita Kimberly (cuya amiga del alma la llama Skim: desnatada, a modo de mote cachondo y un poco hiriente). La trama habla de cómo la protagonista nos va desvelando de un modo poético, pero desprovisto de pose e intención, los descubrimientos que va haciendo poco a poco en su agitada e iniciática adolescencia: El amor, la farsa, que la amistad es pasajera, que la muerte no es algo tan lejano. La relación de las dos amigas recuerda un poco a las dos frikis de Ghostworld de Daniel Clowes, pero afortunadamente las de Skim me cayeron mejor.

Skim resulta un relato sincero, escrito de manera emotiva y con una perspectiva mucho más interesante de lo que puede parecer en este tipo de historias. Llama también la belleza de sus dibujos, sencillos. A pesar de todo lo dicho y todos los premios que pueda recibir, para mí no deja de ser simplemente entretenido, con destellos en las reflexiones y en la poética, pero no es de esos comics que vaya a recordar con viveza de aquí a un año.

domingo, 14 de junio de 2009

Trágame entera; de Nate Powell

Nate Powell, además de ser americano, trabaja con adultos discapacitados y ha formado parte de varios grupos de punk. Pero lo que realmente le ha llevado hasta aquí, hasta este mismo espacio de ceros y unos, hasta ésta reseña, es su capacidad para dibujar historias. El año pasado fué su año. Con Trágame entera (Swallow me whole) ganó el Ignatz al mejor debut, y éste año ha quedado finalista en la Book Price de Los Ángeles Times y nominado en los Eisners. Pero en fín, qué más dan los premios...

Es difícil hablar de Trágame entera. Su título nos lleva a pensar en alguna peli porno o gore de serie B, pero en realidad se nos habla de la esquizofrenia dentro de una familia americana. De cómo la enfermedad se va tragando a dos hermanos y una abuela, los tres comparten la terrible carga de tener que vivir con una de las enfermedades psiquiátricas más difíciles. Una enfermedad que, tal y como su nombre indica, supone una escisión de la mente, y más concretamente en una alteración en la percepción de la realidad. Powell aprovecha para cuestionar la realidad al ponernos en el lugar de éstos enfermos. Junto a ellos podremos ver y oir cosas que los demás no pueden, y cómo los dos hermanos luchan por organizar todo el desorden de sus cabezas en un mundo incapaz de comprenderlos. La hermana escucha a los insectos muertos y el hermano es obligado por un muñequito a dibujar para él.

La vivencia es agridulce. No es agradable leer éste comic. Es duro, rugoso. Como si sus páginas hubiesen sido dibujadas sobre lija. Su final desconcierta, duele.

jueves, 4 de junio de 2009

Los viajes de Gulliver; de Jonathan Swift

Jonathan Swift (1667-1745) escritor luminoso y eminentemente crítico, nació en Dublín pero pronto emigraría a Inglaterra. Escribió obras ya clásicas, destacando Cuento de una barrica (1704) o la inmortal Los viajes de Gulliver (1726).

Antes de comenzar a leer Los viajes de Gulliver, poco podía imaginar la embergadura de tal lectura. Tal vez sólo me había quedado con la parte imaginativa de la historia, esa que tantas veces se ha usado en los cuentos infantiles y que mostraba el encuentro entre Gulliver y los liliputienses. La amplitud de miras del autor iba bastante más allá que la de simple lectura fantástica de evasión. Swift escribió Los viajes de Gulliver bajo el seudónimo de Lemuel Gulliver, emulando los libros de viajes tan habituales en su época. Hay que tener en cuenta que el conocimiento geográfico del mundo aún no era completo, lo cual espoleaba la imaginación de los coetáneos de Swift ¿Qué parajes asombrosos quedarían aún por descubrir en el mundo?. Influida en muchos aspectos por Utopía (1516) de Tomás Moro, Los viajes de Gulliver se dividen en cuatro partes: Viaje a Liliput, Viaje a Brobdingnag, Viaje a Laputa, Balnibarbi, Glubbdubdrib, Luggnagg y Japón, y Viaje al país de los Houyhnhnms. Cada parte se corresponde con cada uno de los supuestos viajes que realizara Lemuel Gulliver a lo largo y ancho del mundo. No hace falta decir que, a excepción de Japón, el resto de los parajes visitados son imaginarios. De hecho esa realidad gulliveriana le sirve a Swift para dibujar un marco donde realizar una gigantesca crítica satírica respecto a la humanidad: La hipocresía política, la realidad científica de la época, la filosofía, la historia y la perspectiva misma del hombre.

Dentro de los Viajes, hay que hacer notar varios aspectos: En primer lugar el uso de los juegos lingüísticos de Swift. Los países imaginarios y el mismo nombre del protagonista Gulliver parecen tener un doble sentido no comprensible en una traducción. Un juego que deja en hipótesis los sentidos de los vocablos. Por ejemplo, Gulliver suena a crédulo (Gullible), Liliput parece la comprensión de Lill (Little, pequeño) y Put (Tonto) que vendría a significar algo así como "Pequeños tontos", o Laputa: Puede tener que ver con puto: pensar, o con "una damisela que deja los bolsillos vacíos" si lo entendemos en castellano. Hay así muchos ejemplos.

Otro aspecto que llama la atención es la inclusión por parte del autor de pasajes ciertamente escatológicos, pasajes que hoy en día resultan muy cómicos, pero que en su época resultaron sorprendentes.

Otro de los aspectos notorios del libro es la velada crítica a la política inglesa. Son numerosos los ejemplos dentro de la narración que llevan a pensar en referencias whigs (en contra del poder Real) y tories (que estaban a favor del poder Real). Referencias que hoy en día es dificil rescatar, a no ser que se lea una edición anotada.

Los dos primeros viajes, primero a Liliput y luego a Brobdingnag, nos presentan, tal vez, los pasajes más conocidos del libro: El barco en el que Gulliver viaja naufraga tras una tormenta y el autor despierta en un país en el que todos los habitantes son diminutos y, como consecuencia, Gulliver es un gigante. En el segundo de los viajes se invierten los papeles y Gulliver desembarca en un país donde sus habitantes son gigantes y él es el ser diminuto. Ambos viajes conforman una visión unitaria sobre el ser humano mediante el relativismo de dos puntos de vista distintos: el microscopio y el telescopio. La política de Liliput le resulta a Gulliver bochornosa, dado que está plagada de vileza, ambición e hipocresía (paralela a la política inglesa de Swift), y luego la política de Brobdingnag le parecerá casi utópica comparándola con la política propia de su país. Así, el que juzgaba antes a los Liliputienses se ve ahora juzgado.

Durante el tercero de los viajes, Gulliver visita varios países: Laputa, la ciudad flotante, está gobernada por científicos a los que tilda de locos más preocupados por la astronomía y la música que por los problemas del ámbito mundano. Se hace aquí una crítica voraz a los científicos de la época de Swift. En Balnibarbi, Gulliver visita la Academia de Lagado (se dá un parecido asombroso con la Royal Society de Londres) y critica los modernos experimentos científicos y los extraños avances científicos que allí se dan. En Glubbdubdrib (isla de los hechiceros o magos) Gulliver puede conocer, en una de las salas del gobernador, a todos los personajes de la historia que quisiese, haciendo con ello realiza anotaciones a la filofofía e historia de la época mediante la conversación con Homero o Aristóteles.

Pero es el cuarto de sus viajes el que produjo mayor controversia en la época de Swift. Gulliver llega a un país en el que Houyhnhnms (caballos) son la raza dominante y los Yahoos (humanos degenerados) son meros animales. Durante éste capítulo Swift realiza una incisiva crítica a la especie humana, decantándose por una especie de misantropía bastante evidente. Los Houyhnhnms se dejan dominar por la Razón, mientras que los Yahoos, especie de monos repulsivos y clara alusión a la degeneración humana, se dejan llevar por sus instintos más bajos. Los Houyhnhnms se convierten así en modelos de conducta a seguir por Gulliver.

Un libro cuya hondura es inmensa, y cuyos niveles de lectura también lo son: o como mera novela fantástica o como crítica voraz a la hipocresía y avaricia de la sociedad y política inglesa de la época, o como un estudio inteligente sobre la ética humana mostrando una sociedad utópica.

Si bien es cierto, esta lectura, hoy en día, requiere paciencia para soportar las largas parrafadas de Swift. El libro termina haciéndose largo y un poco aburrido en muchos de sus tramos, pero la verdad es que merece mucho la pena.

Un auténtico clásico imprescindible.

lunes, 4 de mayo de 2009

El invencible; de Stanislav Lem

Stanislav Lem (1921-2006) fué uno de los más grandes autores de ciencia ficción del siglo XX. Éste polaco imprimió a sus obras cierto carácter satírico, filosófico y científico, para criticar o dar su punto de vista entorno a la condición humana, a la comunicación, o ahondar en temas como la cibernética, por todo lo cual fué finalmente reconocido. Entre sus obras más importantes encontramos: Diarios de las estrellas (1957), Solaris (1961), Retorno de las estrellas (1961), El invencible (1964), Ciberiada (1965), La voz de su amo (1968), Vacío perfecto (1971), o Fiasco (1986).

El planteamiento inicial de la novela nos remite a la que, tal vez, sea su obra más conocida "Solaris". En ambas se nos sitúa ante un contacto entre la especie humana y la extraterrestre, la incógnita reside en el modo de comunicarnos con ellos y, de algún modo, lograr comprender el comportamiento de esa nueva especie. En el caso de "El invencible" la civilización que los seres humanos encuentran en el planeta Regis III es "hostil". De hecho, la anterior expedición al planeta, la de la nave "Cóndor", quedó totalmente inutilizada, pero sin apenas síntomas de violencia. Con un pulso apasionante, Lem, nos va relatando y descubriendo, primero lo que quedó de la nave "Cóndor" y después los primeros contactos con una extraña civilización de nubes compuestas de pequeños componentes metálicos. Cada contacto con esta especie dominante del planeta se salda con el borrado de memoria de cada uno de los hombres, inutilizándolos, conservando así la hegemonía sobre el planeta. Durante la afrenta nos preguntamos ¿Tiene derecho el hombre a interferir en el equilibrio de esta especie? ¿Tiene derecho el hombre a juzgar la existencia de una entidad sin comprenderla?

El título de la obra es precisamente un juego de palabras que queda suspendido en el aire tras la lectura: "El invencible" es el nombre que la humanidad ha dado a una gran nave estelar, un nombre que traduce toda la vanidad y soberbia de la propia humanidad, y que, paradigmáticamente, se enfrenta a una "civilización" que ciertamente resulta invencible.

Kingdom Come; de Mark Waid y Alex Ross

A mediados de los noventa el medio de los comics encumbró a Alex Ross, ese curioso y estupendo dibujante que utilizó un estilo hiperrealista, y que todo el mundo deseó desde entonces para que ilustrase sus portadas. Sus mejores trabajos fueron, precisamente, por aquella época: Marvels (1994) y éste Kingdom Come (1996).

Alex Ross comenzó a pensar en la posibilidad de hacer Kingdom Come mientras estaba creando Marvels. Pensó: Si puedo recordar el universo Marvel aglutinando los hechos más importantes de su historia ¿Por qué no puedo hacer algo parecido con el universo DC? Con la ayuda de un tal Mark Waid, al guión, pudo hacerlo realidad un par de años después.

Kingdom Come es en realidad una historia de Superman, para qué negarlo. Todo gira entorno a él. A sus dudas, a su moralidad, y a su forma de ver al superhéroe. Y en realidad ¿Qué mejor superhéroe se podría elegir para escribir una historia sobre la responsabilidad del héroe? Si hubiese que buscar un arquetipo de héroe con poderes (los llamados metahumanos), seguramente éste tendría capa roja y vestiría unas mallas azules. Además el ejemplo, por excelencia, no podía ser otro en el universo DC. Por si fuera poco, Ross basó su diseño en el primer Supermán, el de Joe Shuster, y la obra está dedicada a quien le pusiera por vez primera rostro en el cine: Christopher Reeve.

Hay dicotomías claras y bien diferenciadas en la obra. Desde un frente nos encontramos con un mundo nuevo, una tierra dominada por superhéroes del tres al cuarto, una nueva generación, empeñados en luchas de poder entre ellos, con intereses individuales y olvidando que existen sólo para salvaguardar a la humanidad. Desde el otro frente encontramos a los héroes antigüos, con férreos códigos morales de servidumbre hacia la especie humana: Ahí encontramos a los héroes clásicos de DC: Supermán, Wonder Woman, Batman, Green Lantern... que parecen haberse retirado tras la "jubilación" de Supermán. Pero todos estos añejos héroes vuelven tras un inesperado y cruento suceso, que parece anunciar el tan temido Armagedón.

Desde otro punto de vista, un poco más místico, encontraríamos por un lado a los dioses: representados por los metahumanos o superhéroes con poderes (Supermán, Wonder Woman, Flash, Green Lantern, etc.), y por otro lado a los héroes y villanos humanos (Lex Luthor, Batman, Capitán Marvel, etc.). En esta primera afrenta los metahumanos se creen con derecho a dictaminar un código de conducta a seguir por parte de los superhéroes, los que no la sigan serán encarcelados en una especie de gigantesca prisión especial. Los superhéroes y villanos humanos se posicionan en contra. Bajo éste epígrafe de división entre lo divino y lo terrenal, tenemos el Apocalipsis del libro de las revelaciones, y a un predicador: un tal Wesley (Wesley McCay, en honor al padre de Little Nemo y que adoptó el rostro del padre de Alex Ross), que acompañado de un Espectro, irá sirviéndonos de guía ante todo éste maremágnun de imágenes y hechos.

Mística y valores nos llevan a realizarnos una pregunta: ¿Cual es la función real del superhéroe en el mundo humano?

Éste es un cómic admirable, un gusto para los sentidos, especialmente admirable en su faceta gráfica: Diseño de personajes, épica monumental, dotado de un aparataje tan laborioso que ataca irremediablemtente a la nostalgia y los cimientos de una editorial como DC. Personajes míticos como el Detective Marciano o Deadman hacen apariciones especiales; y se tejen escenas, como esa batalla entre Capitán Marvel y Supermán que son de un sentir melodramático cuasimetafísico.

A mi parecer sólo un pero: El guión engorroso, tórrido, heterogéneo, para alguien que no esté muy familiarizado con el universo DC. No ocurría lo mismo en Marvels, donde todo era pura seda. Aunque, me temo, que esto se deba a una visión subjetiva de alguien que creció amando los comics de la Marvel y que no siguió tanto la cosmología paralela de los de DC.

Reseñas anteriores a otras obras de Alex Ross:
- Marvels

domingo, 26 de abril de 2009

Wanted; de Mark Millar y J.G. Jones

Mark Millar, autor de series como The Authority, Superman: Red son, The Ultimates, o Civil War, se ha labrado una fecunda "notoriedad" dentro del mundillo del comic como uno de los más "reputados" guionistas. Nótense los entrecomillados. Y ojo, a mi Mark Millar me gusta, al menos The Authority y Superman: Red son, fueron series que me encantaron.

Wanted (2003-2005) es una de las series más flojas que le he leído a Mark Millar. En esta serie ya se notan ciertos vestigios, cierta pose que huele a tufillo. Ser subversivo por serlo, porque sí, porque "mola mogollón hoy en día", no da el cante.

Millar propone lo siguiente: El mundo está gobernado, de manera subterránea, por un elenco de supervillanos, una especie de super-organización del crimen, que llevan las riendas del mundo a su antojo. No existen los superhéroes, se los cargaron a todos. Bien en éste idílico mundo vive un tal Wesley, un muchachito reprimido, con un trabajo de mierda, con el que todo el mundo se mete, que, cierto día, se convierte en... un supervillano con el rostro de Eminem. Lo que sucede después es el típico argumento de que uno quiere más poder que los demás y se dedica a quitarse de enmedio a los aspirantes. Es decir, uno que es más malo que nadie. Pero llega el pseudo-Eminem disfrazado y reestablece el orden, se queda con el dinero, el poder y la tía buena de turno. Con un final trilladísimo. Pero Millar, como debió de pensar que esto le había quedado demasiado fantabuloso guay de la muerte, se dedicó en las últimas páginas del comic a señalar al propio lector y a decirle: "Joder, eres bastante gilipollas... ¿por qué debería importarte cómo me va a mí la vida?... estás matándote a trabajar doce horas al día, engordando en grasientos fast-foods, y tu novia seguro que se está follando a otros... solo porque tengas una tele de plasma y una gran colección de dvds no quiere decir que seas un hombre libre, gilipollas. Tú eres otro esclavo bien pagado, como todo el rebaño de ahí fuera... vas a cerrar este comic y a comprar algo más para llenar ese enorme vacío que hemos creado en tu vida" Es decir, venga, voy a decir algo "supersubversivo" para que luego no digan que soy un blandito.

Y no quedó ahí la cosa. Los nombres de algunos villanos: Shit-head (Cabeza-mierda: Un villano compuesto de las mierdas más afamadas: Charles Manson, Hitler, Ed Gein...), Fuckwit (Una copia en clave síndrome Down de Supermán), Sucker, Mister Rictus, The Fox...

En fín, una amalgama de violencia visual y verbal realmente olvidable. Pura pose.

Otras obras del autor reñadas:
- The Authority
- Superman: Red Son

lunes, 13 de abril de 2009

Tres sombras; de Cyril Pedrosa

Cyril Pedrosa trabajó como animador para Disney entre 1996 y 1998. Posteriormente y ya como dibujante, crearía, junto a David Chauvel, Ring Circus y Shaolin Mussaka. Y como guionista y dibujante ha creado Los corazones solitarios (2006) y este reciente Tres sombras (2007), nominado como esencial en el salón de Angouleme 2008.

La primera impresión que uno tiene viendo las ilustraciones de éste comic, es la maravilla absoluta, la admiración, por alguien dotado de un don verdadero para el dibujo. Con un estilo mezcla de poderosa soltura, sencillez y limpieza en el trazo, la belleza de proporciones e innovadoras perspectivas de los personajes, así como un atractivo y suave diseño de paisajes, dan a la historia un aliciente que, de hecho, ya de por sí tiene la propia historia que presenta Pedrosa. La vida familiar sencilla y alegre de unos padres y su hijo de corta edad, se ve alterada por la aparición misteriosa de tres extrañas y vaporosas figuras montadas a caballo, que observan en silencio, desde la lejanía, a la familia y más especialmente a Joachim, el niño. Tras descubrir que las sombras buscan al niño para llevárselo, el padre lo carga consigo y se embarca en una huida desesperada. Pero el cómic no habla de huida, sino de aceptación de lo inevitable, de resignación ante la muerte. Su metáfora nos habla de la lucha para consigomismo de un padre, cuya cegera le impide aceptar lo que tarde o temprano terminará ocurriendo, contra el designio del destino. Y, ciertamente, resulta memorable y conmovedor asistir a esta pugna, a este aprendizaje doloroso. Algunas de sus escenas son de un voltaje emocional altísimo, y es en esos momentos cuando el dibujo se hace más oscuro y perturbador, llenándose las imágenes de sombras y de un sentido onírico.

El mundo que construye Pedrosa, un mundo antiguo, donde aún existe la magia y la fantasía y la aventura forma parte del constructo vital de la naturaleza, nos lleva a pensar en un cuento alegórico, como los de antes, te hace pensar en los clásicos europeos: Hans Christian Andersen, en los hermanos Grimm... Quedando la metáfora flotando tras su lectura. Una metáfora agridulce, dura, pero necesaria.

Sólo decir que Cyril Pedrosa escribió ésta historia tras la muerte del hijo de unos amigos cercanos, lo cual da aún mayor relevancia al dolor expresado a lo largo de sus páginas, hechas con verdadero cariño.

Todo un placer y absolutamente recomendable.

Vathek; de William Beckford

Cuando me imagino a William Beckford (1760-1844) me lo imagino vestido con largas túnicas, turbante, rodeado de alfombras persas en la penumbra de algún ocaso árabe, y no como aquel perfil de aristócrata inglés que aparece en los grabados. Será porque su nombre es sinónimo de una de las novelas góticas fundacionales: Vathek, cuento árabe (1786).

Beckford tuvo la suerte de heredar un millón de libras, tierras y plantaciones de azúcar, a la tierna edad de diez años. Lo cual le dejó libre para dar rienda suelta a sus pasiones, entre ellas: La literatura y la arquitectura. Respecto a la última de las aficciones citadas, mandó construir La Abadía de Fonthill, con una gigantesca torre en su centro. Respecto a la Literatura crearía sobretodo Vathek y sus episodios. Sería largo y tedioso citar aquí las vicisitudes que ha sufrido la novela a lo largo de la historia y su complicada y casi imposible publicación junto a sus episodios, lo cual se alargaría durante casi dos siglos. La novela fué originariamente escrita en francés por Beckford, y éste le pidió al reverendo Samuel Henley que la tradujese al inglés. Craso error, querido Beckford. Pués el cabronazo del reverendo Henley, que de santo tenía bien poco, intentó adjudicarse la autoría del libro publicándola él mismo en inglés en 1786. Beckford, que aún no había acabado de escribir sus episodios, no tuvo más remedio que publicarla él mismo en francés un año después, sin, claro está, los episodios (un total de cuatro) con los que tenía pensado acompañar al texto. De hecho, Beckford no llegó a publicar en vida sus episodios completos, dejando el tercero de ellos sin terminar y destruyendo el cuarto. Para que llegase una primera edición de Vathek junto a sus episodios hubo que esperar hasta 1971.

Centrándonos en Vathek, ésta está inspirada en la pasión oriental que recorría Europa desde mediados y finales del siglo XVIII, y que había comenzado ya a principios de siglo gracias a Antoine Galland (primer traductor europeo de Las mil y una noches) o Barthélemy d'Herbelot de Molainville (Bibliothéque Orientale). Pese a que Vathek se desmarca de los escenarios góticos típicos de Walpole o Radcliffe: Los castillos, los páramos brumosos, las ruinas medievales... conserva el espíritu gótico intacto, trasladándolo a un escenario oriental, lleno de apariciones sobrenaturales y magia oscura, no faltan los parajes ciertamente sombríos y hechos aún más penumbrosos, las tentaciones y, cómo no, un máximo villano infernal.

El califa Vathek, asentado en Samarra a las orillas del Tigris, es un vil personaje dotado de los siete pecados capitales, pues es soberbio, avaricioso, lujurioso, perezoso y envidioso, y su gula e ira no tienen límites. Además, por si fuera poco, posee cinco alas de su palacio dedicados a satisfacer cada uno de sus sentidos, y una madre vil y aún más avariciosa que él mismo, interesada en el ocultismo y en las artes antigüas de una magia oscura y perniciosa. La historia de Beckford nos relata la caída lenta del Califa en los infiernos o en el Palacio del Fuego Subterráneo. Se nos relata su lucha, la lucha del bien y el mal, por rendirse o no ante el espejismo de los tesoros. El mal aparece en forma de tentación: Las relucientes y enigmáticas espadas de Giaur, el tesoro de los reyes preadamitas, o la belleza de la joven Nuronihar... y las pasiones por estas tentaciones, orquestadas en la sombra por Suleimán (el mismísimo demonio), deben luchar frente a la eterna pulsión hacia el Bien y la postración ante Mahoma.

Una novela clásica, subversiva y exótica. La creación de ese infierno, de esa ignominosa sala del Fuego Subterráneo, ese lugar físico y terrible de perdición en la que caen las almas perdidas, es una de las cúspides, a mi modo de ver, de la fantasía literaria. No deja de ser una novela moralizante, que de alguna manera nos advierte de a donde llevan los malvados caminos de la ambición y la avaricia, pero sin el habitual regusto artificioso de ese tipo de narraciones, y dejando un verdadero poso de estremecimiento y oscuridad en quien lo lee.