lunes, 10 de diciembre de 2007

Trazo de tiza; de Miguelanxo Prado

Este coruñés, inició su andadura como dibujante allá por los años ochenta, y entre otras cosas colaboró con El Jueves. A partir de los años noventa su obra se hace más escasa y latente, pero crea una obra total como Trazo de tiza (1993). Después su carrera ha ido por otro desrroteros, especialmente por el de la animación. Éste mismo año ha creado De Profundis (2007), película de animación con guión y dirección suyos.

Trazo de tiza parte de la premisa de una conversación que tuvo Bioy Casares con Jorge Luis Borges. En ella Bioy expresa la polémica intención de escribir una novela en primera persona cuyo argumento estuviese sesgado por un narrador que omitiese o desfigurara los hechos, incurriendo así en ciertas contradicciones, y permitiendo sólo a unos pocos a acceder a una realidad bien distinta a la narrada.

Partiendo desde aquí Miguelanxo comienza una historia sencilla: un hombre, Raúl, llega en su barco a un islote que solo posee un espigón, una taberna y un faro deshabitado, además de sólo dos habitantes: Sara, la tabernera, y su hijo, contando también con las cientos de gaviotas que transitan su cielo. Allí Raúl conoce a Ana, una mujer que está de paso y que parece esperar a alguien que escribió en la pared del espigón su nombre. Raúl se enamora de ella, y trata una y otra vez de acercarse a la intrigante vecina de barco. Ésta historia da un vuelco al final, donde nos damos cuenta que Ana estaba esperando al mismísimo Raúl, y que Raúl era la persona que había escrito aquel mensaje en el espigón. Dando a entender que la realidad se había desdoblado: Raúl ya había escrito el mensaje antes de llegar por primera vez a la isla, y Ana había leído ese mensaje del espigón un año antes de que Raúl la conociera.

A mi modo de ver el quid de la historia está en esto que piensa Ana al final del capítulo tercero: “El faro, el dique, Sara y su hijo…todos son, tomados por separados, perfectamente banales. Es el conjunto lo que resulta inquietante” “La isla es un puzzle en el que las piezas encajan por su forma, pero no componen la imagen lógica esperada”.

Además de ésta magnífica historia, magnífica porque va más allá de lo escrito o dibujado, dejando en manos del lector la interpretación; Miguelanxo Prado usa una técnica artística portentosa, haciendo de cada página una sucesión de cuadros de fantásticos colores.

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