París-Londres (1998) es un descojone absoluto, así es cómo calificaría éste comic. Me lo he bebido en un santiamén, porque, además, es fluido como el aceite caliente, y va resbalando por los ojos todo ello facilitado, eso sí, por ese estrafalario y descuidado estilo de dibujo que le va como anillo al dedo a la historia.
El París-Londres es una enorme embarcación que hace, precisamente, el trayecto entre París y Londres atravesando el canal de la Mancha. Lo que nadie sabe es que esa embarcación lleva al terrible Herr Krupp cuya malévola ambición es secuestrar al monstruo del lago Ness y llevárselo a Baviera para construir allí una infraestructura hotelera y así hacerse rico. Para impedirlo, el comendador Crow cuenta con la ayuda del vidente hindú Giant Pacha, el gracioso francesito Ossour y los tres caballisteros. Así, se suceden situaciones tan absurdas como el ataque senil de un batallón de clones de Herr Krupp, la sistemática violación de la tripulación del París-Londres por parte de cincuenta ninfómanas totalmente salidas, delirantes discusiones metafísicas sobre la posible dicotomía amor-sexo, o la comunicación telepática con una mujer pelirroja que se halla en el estómago del monstruo del lago Ness. Graciosísimo.
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