No sé cómo conocí a The Spirit. No me acuerdo. Pero sé que fué hace ya mucho tiempo. Había oído hablar muy bien de Will Eisner, y muchos lo citaban como referencia vital dentro del mundillo del comic. La verdad es que yo, cuando oía ese tipo de afirmaciones, sonreía y seguía leyendo a mis Cuatro Fantásticos, mis Daredevil, mis Spiderman o ¡mis Secret Wars!. Era lo que de verdad me gustaba por aquella época ¿Qué podía haber mejor?. Luego, como siempre ocurre, creces y te van interesando otras cosas (aunque nunca renegaré de mis queridos Cuatro Fantásticos de Byrne) me interesé mucho por el manga (ese tremendo Masamune Shirow de Appleseed o Ghost in the Shell), por la línea Vértigo, por los Miller, los Morrison, los Moore, los Gaiman. El caso es que tras años de receso me planteé el objetivo de, por fin, leer a ese gran maestro del que todo el mundo hablaba tan bien. Y he hecho los deberes.
La edición que he tenido la oportunidad de leer ha sido el primer volumen, de una serie de tres, que El Mundo incluyó en una colección, hace ya unos años, de los grandes héroes del cómic. Ésta, en blanco y negro, y en algunos momentos con una impresión horrible (he de añadir), no incluía los primeros capítulos (hablando de modo cronológico) de la serie The Spirit (que creo que aparecieron en 1940), sino que las historias pertenecían ya a mediados de los años cuarenta. La otra opción era leerlos en esas estupendas ediciones a color que la editorial “sanguijuela” Norma publica al módico precio de treinta y pico euros cada tomo. Así que me decidí por sacar ese tomo de la biblioteca. De algún modo casi prefiero haber conocido así al personaje, pues el trazo de Eisner era ya mucho más fluido que en las primeras entregas, aunque un yo más interior, mucho más sincero que éste, realmente quisiera haber leído en primer lugar las páginas de su origen. De todas formas, en las doscientas páginas de éste primer número, uno llega a conocer bastante bien la dinámica y los personajes principales, lo cual no es demasiado complicado.
The Spirit, o Danny Colt, es ya casi un icono: Un detective enmascarado que protege del crimen a los habitantes de la ciudad imaginaria Central City. Creo que casi todo el mundo podría reconocer su figura: El antifaz negro cubriendo sus ojos y la apariencia de gángster, con ese típico sombrero de ala corta casi siempre sobre la cabeza. La estructura de las historias es siempre la misma: Relatos autoconclusivos de siete páginas donde Spirit debe resolver un enigma o atrapar al criminal de turno, todo salpicado de un humor buenísimo y unas reflexiones fantásticas. Dentro de ellas, la página principal es siempre maravillosa, más que nada por esa maestría de Eisner para presentarnos la historia de la manera lo más original posible. Habría que hablar también de la gran importancia que tienen los personajes secundarios: El teniente Dolan, la histérica G’wel, Ellen (pseudonovia de Spirit e hija de Dolan), Ebony (negrito de los bajos fondos)..
Eisner, en cada episodio, usa a la perfección todos los recursos con los que cuenta el cómic, y los utiliza como base para contar unas historias fluidísimas, con diálogos mordaces, y un uso guiños bastante más serios de los que en un primer momento parecen (tal vez por estar revestidos de esa visión tan desternillante). Los guiones, aún a día de hoy, supuran ingenio por los cuatro costados. De hecho, los comics de Spirit, y la producción de Eisner en general, son considerados como cumbre y llegan al nivel de obras de culto. Y por algo, en estados unidos, los premios con mayor prestigio concedidos al mundo del cómic, llevan su nombre.
Es una auténtica gozada leer éstas historias. Un privilegio. No hay peros: Lectura obligada.
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