martes, 18 de agosto de 2009

All Star Superman; de Grant Morrison y Frank Quitely (2005-2008)

Publicada originalmente en inglés entre Noviembre de 2005 y Septiembre de 2008, All Star Superman unió de nuevo al tándem Morrison (al guión) y Quitely (en el dibujo), a quienes ya habíamos visto juntos en New-X-Men o en WE3. De alguna manera juntos han tenido muchísimo éxito, y hablo a nivel comercial y más o menos a nivel artístico. Cuando Quitely dibuja (interpreta) la prosa de Morrison los dólares caen del cielo. Tras acabar la etapa All Star de Superman, ya andan enfrascados en un nuevo proyecto juntos dentro del ámbito de la DC: Batman y Robin.

All Star plantea una situación alternativa y no lineal dentro de la historia de Superman. A su vez intenta abarcar prácticamente todo el universo del personaje en doce números. Están todos y todo. Infinidad de detalles y guiños nos hacen retroceder, incluso, hasta la etapa primigenia de Siegel y Shuster. Ya el diseño de éste Superman nos hace pensar en el héroe original: Su mentón, sus ojos, la forma de su cuerpo... está inspirado en aquel dibujo de Shuster de finales de los años treinta.

Resumiendo mucho y sin entrar con excesivo detalle, el argumento sería éste: Superman se está muriendo tras una intensa exposición al sol y Lex Luthor es condenado a la silla eléctrica por sus crímenes. Cada número (de un total de doce) es un capítulo dentro del conjunto de ese argumento, pero en cada uno de ellos Morrison se centra en un personaje en concreto: Lois, Olsen, Lex, Bizarro... Así, las miradas dentro de ese universo supermaniano se hace más completa, hasta llegar a simbolizar una metáfora cuasi-homérica. Supermán se convierte ante nuestros ojos en un Ulises completando sus doce trabajos.

La sensación general leyendo el cómic es buena. Un delicatessen tebeístico para los amantes del cómic de superhéroes. Pero aún así, y a pesar de toda la coba que le han dado, no entusiasma. Sí, es una buena historia, tiene momentos de gran brillantez, pero le falta algo de punch. De hecho, si éste comic lo hubiese dibujado otro que no fuera Quitely tal vez pasaría por un comic simplemente pasable. Quitely (y aquí soy absolutamente subjetivo) hace de él algo realmente bello. Los dibujos y la evolución en diseño de personajes y formas hacen de éste comic una experiencia artística y embriagadora.

Otras referencias de Grant Morrison:
-WE3
-Arkham Asylum

Otras referencias de Frank Quitely:
-WE3
-The Authority

martes, 11 de agosto de 2009

La mandrágora (Alraune); de H. H. Ewers (1911)

Hanns Heinz Ewers. Este alemán al que le gustaba tanto viajar como juguetear con lo oculto; amigo de Aleister Crowley, ensayista, poeta, guionista; escribió algunos relatos que le hicieron formar parte en la moderna concepción del género fantástico y de terror. Entre sus escritos los más valorados fueron: El aprendiz de brujo (1910), Alraune (1911) y Vampyr (1921) que conforman una especie de triología, cuyo protagonista o voz era Frank Braun, cuyas características y mirada nietszcheana tenían mucho del propio Ewers.

Aún perteneciendo a una pseudotriología, Alraune o La mandrágora, tiene entidad propia, y no se necesita leer El aprendiz de brujo para seguir la historia.

El germen de la historia nace en las leyendas entorno a la raiz de la mandrágora, cuyas bifurcaciones siempre se ha dicho que tienen forma humana. Desde tiempos inmemoriales este parecido ha sido suficiente para atrubuir a la mandrágora propiedades mágicas: magos y brujas las han usado como elemento venerado o ingrediente de pociones.

Ewers parte de esta fantástica percepción y crea una nueva leyenda. Su alter ego, Frank Braun, escucha que la mandrágora, según el mito alemán, nace de la tierra donde cae el último semen de un ahorcado. Por lo tanto imagina si tal vez fuera posible crear una mandrágora humana si en vez de tierra se usa una mujer: una mujer especialmente seleccionada: libertina, fogosa, sería el mejor abono para una creación tal. Así, elige a un vil asesino que va a ser condenado y a una prostituta sensual. De éste modo, y a la manera de un Frankenstein retorcido y fantástico, Frank Braun idea a la Mandrágora. Y su tío la crea siguiendo sus preceptos. De este modo Ewers, sólo con la idea, crea uno de los mitos más espectaculares de la literatura fantástica. Una niña malvada, que juega con su etérea manera de atraer tanto a mujeres y hombres, como un titiritero juega con sus marionetas.

Si Frankenstein creó un ser humano de la nada, robando el fuego secreto de los dioses, Frank Braun crea una leyenda fantástica haciéndola real, tal vez robando el fuego secreto de la imaginación humana.

Lo menos interesante es la historia que sobreviene. Alraune y sus malvados actos, así como su final, interesa menos que su creación.