jueves, 20 de diciembre de 2007

Meridiano de sangre; de Cormac McCarthy

Con Meridiano de sangre (1985) he vuelto al subrayado de los libros. Actitud que había abandonado y que éste libro ha vuelto a extraer de mí. McCarthy ha saltado éste año a la palestra informativa gracias al Pulitzer que ha ganado éste mismo año por el libro "El camino". por tanto su prosa está de tremenda actualidad. Pero poco se sabe de él en realidad. Hay como una especie de leyenda entorno a su persona dado que no concede entrevistas. Es autor de la Triología de la frontera [Todos los hermosos caballos (1992), En la frontera (1994) y Ciudades en la llanura (1998)] o Suttree (1979).

A partir de ahora me referiré a varios pasajes del libro acudiendo a su localización en él. Me referiré siempre a la edición de debolsillo en su colección "Contemporánea"(Febrero, 2006). Además hablaré de aspectos de la historia que destriparían el libro para quien no lo haya leído: Aviso.

Éste, es uno de esos libros, si es que se puede acudir a generalizarlo de esta manera, que leídos de forma superficial resultan brutales e incluso sórdidos. Habrá muchos que se queden sólo con eso, que ojo, ya es muchísimo: La sangre derramada, la visceralidad con la que se describen ciertas secuencias, la repugnancia de ciertas imágenes. Pero creo que quedarse sólo con eso sería quedarse con algo del todo externo. Algo que le sirve a McCarthy para asir algo mucho más grande que el simple hecho de escandalizar al personal.

A nivel argumentativo, Meridiano de sangre, cuenta la historia del terrible e implacable Juez Holden a través de la mirada de un chaval (del que desconocemos nombre, pero que el juez llama Blasarius, pg 121). Ambos se encuentran en la frontera entre Estados Unidos y México del siglo XIX imbuídos en una especie de grupo expedicionario cuya misión es la de perseguir y asesinar a todos los indios de la región meridional. Éste grupo está liderado por Glanton, y en él también van el Juez, el chaval, un ex-cura llamado Tobin, el amigo del chaval: Toadvine, los hermanos Brown, dos tipos llamados Jackson (uno blanco y otro negro), y otros más.

Habría que hacer muchos apuntes al libro. El libro es una especie de explosión dentro de la cabeza de quien lo lee, lleno de capas y subcapas que exigen desentrañarlo para determinar toda su riqueza. A nivel estético choca el minimalismo en los diálogos, que se hayan insertados en el propio maremagnum descriptivo, con el rico y recargado nivel lírico en los paisajes mexicanos que se van sucediendo. Lírica sería la palabra para definir Meridiano de sangre, tal vez lírica y destino. Pero no es una lírica que acude a las metáforas facilonas, no. El propio libro es una rica y gigantesca metáfora sobre el destino. Incluso el propio juez parece ser un símbolo terrible.

Éste juez, simbólicamente, tiene la apariencia y el halo de un dios vengador, quien dictamina el destino (en mayúsculas) de quienes lo acompañan. De hecho, referido a éste, en los salmos se cita "levántate, juez de la tierra, y da su merecido a los soberbios". desde el punto de vista religioso "el destino" es un plan creado por Dios que no puede ser modificado de ninguna manera. Su primera aparición es, precisamente, ante un reverendo al que tilda de impostor y violador de muchachitas. Sus palabras son causa del linchamiento del mismo reverendo.

El Juez se alza como personaje renacentista y filósofo, científico e historiador, cuya crudeza y visión de vida es tan brutal que los mismísimos asesinos le temen. se nos parece rápidamente al Kurtz de "El corazón de las tinieblas" de Conrad. El Juez juega, como lo hace el destino con los hombres (pgs 146-147):

Varios le citaron las Escrituras para rebatir su ordenación de las eras a partir del caos primigenio y otras suposiciones apóstatas. El juez sonrió.
-Los libros mienten, dijo.

-Dios no.

-No, dijo el juez, dios no. Y estas son sus palabras-Les mostró un pedazo de roca-Él habla por mediación de los árboles y las piedras.

Los harapientos intrusos se miraron asintiendo con la cabeza y no tardaron en darle la razón, a aquel hombre instruído, en todas sus conjeturas, cosa que el juez se ocupó de fomentar hasta que los hubo convertido en prosélitos de nuevo orden solo para después burlarse de ellos por ser tan tontos.


Otro de los puntos reveladores dentro del esquema general del libro es algo que, al principio, puede parecer casi anecdótico, pero que una lectura más detenida se nos muestra como de vital importancia. Me refiero a la lectura de la buenaventura, a la tirada de cartas del tarot, que realiza uno de los saltimbanquis o malabaristas a algunos de los integrantes de la compañía que capitanea Glanton (pgs 118 a 124). Referente al tarot, se suele decir que sus arcanos mayores (las figuras) son los símbolos arquetípicos del destino. En el fragmento de "Meridiano de sangre"el personaje de Jackson, el negro, saca la carta del tonto y se le dice que: Su destino es el destino de toda la compañía. Él no comprende nada y el Juez le dice:
-Creo que viene a decir que en tu suerte está la suerte de todos nosotros.
-¿Y cual es esa suerte?

El juez sonrió bonachón, su frente fruncida parecía la de un delfín.

-¿Tú bebes, Jackie?

-No más que algunos.

-Creo que ella te previene contra el demonio del ron. Prudente consejo ¿No te parece?


El caso es que, el la batalla final, una batalla contra los indios yumas, Jackson, que está totalmente borracho, es el primero en ser abatido. Luego, los demás serán uno a uno asesinados.

Siguendo con la lectura de la buenaventura, al echarle las cartas a Glanton, el jefe, éste saca el carro, la tarotista dice (pgs.123-124):
La carroza, la carroza. Invertida. Carta de guerra, de venganza. La ví sin ruedas sobre un río oscuro. Carroza de muertos, llena de huesos.
Luego descubrimos, al final del libro, que la venganza es la de los yumas, y que se sucede al lado de un río, y que prácticamente todos morirán. Una vez más se ahonda en el significado del destino, como algo que ya fué predispuesto para todos mucho antes de que todo sucediera.

Siguiendo en éste sentido, el Juez siempre lo escribe todo en un cuaderno que lleva consigo. Es significativo que en mitología griega se hable de Moros, la deificación del Destino y la condenación inminente cuyo significado sería disolución. Y que todo esté ya escrito. Preguntado el Juez por Toadvine sobre cual es la pretensión de sus anotaciones responde (pgs. 242-243):

Todo aquello que existe, dijo. Todo cuanto existe sin yo saberlo existe sin mi aquiescencia (...) sólo la naturaleza puede esclavizarnos y solo cuando la existencia de toda entidad última haya sido descubierta y expuesta en su desnudez ante el hombre podrá éste considerarse sobrerano de la tierra (...) ésta es mi persistencia, dijo. Y sin embargo hay aquí multitud de zonas aisladas de vida autónoma. Autónoma. Para que yo la posea nada debe ocurrir en ella al margen de mi providencia (...) El hombre que cree que los secretos del mundo están ocultos para siempre vive inmerso en el misterio y el miedo. La superstición acabará con él. La lluvia erosionará los actos de su vida. Pero el hombre que se impone la tarea de reconocer el hilo conductor del orden de entre el tapiz habrá asumido por ésta sola decisión la responsabilidad del mundo y es solo mediante esa asunción que producirá el modo de dictar los términos de su propio destino.

Al final, como colofón del libro se presenta una significativa conversación entre el muchacho y el Juez, que , de alguna manera, define el sentido de todo el libro (pgs 388 a 391):

-Bebe- dijo el Juez- Vamos. Puede que esta noche tu alma sea reclamada (...)
-Te reconocí la primera vez que nos vimos y ya entonces me decepcionaste un poco-Dice el Juez- Ahora también. Aun así, al final te encuentro aquí conmigo.
-Yo no estoy contigo.

-¿No?

-Yo no he venido en tu busca.

-¿A qué, entonces?
-¿Qué quiero de ti? He venido por lo mismo que cualquiera de estos.

-¿Y cual es ese motivo?

-El que los ha traido aquí.
-Para pasar un buen rato.
(...)
-No todo el mundo necesita tener una razón para ir a alguna parte.

-En efecto-Dijo el Juez- No necesitan tener una razón. Pero su indiferencia no altera el orden de las cosas (...) Lo expondré de otra forma. Si es así que ni ellos mismos tienen un motivo y si es así que están efectivamente aquí ¿No será que es otro quien tiene motivos para que hayan venido? Y si esto es así, ¿Sabes quien podría ser ese otro?

-No, ¿Y tú?

-Le conozco bien.

(...)
-Cada hombre busca su propio destino y el de nadie más-Sigue el Juez- Lo quiera o no. Aunque uno pudiera descubrir su destino y elegir en consecuencia un rumbo opuesto solo llegaría fatalmente al mismo resultado y en el momento previsto, pues el destino de cada uno de nosotros es tan grande como el mundo que habita y contiene en sí mismo todos sus opuestos.

Grande. Muy grande éste libro.

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