lunes, 10 de diciembre de 2007

Doctor Moneda-Sangrienta; de P.K. Dick

Leer una novela más de Dick es para celebrarlo. Además, si es una de las más alabadas, de las más aclamadas por el mundo de la ciencia-ficción, aún más. De hecho he leído en varios sitios que tres libros, escritos seguidamente: Tiempo de marte (1962), Doctor Moneda-Sangrienta (1963) y Los tres estigmas de Palmer Eldritch (1964); son los más valorados por la crítica, junto, además El hombre en el castillo (1961) y Ubik (1966). Pero, sinceramente, eliminaría de esa lista el libro que acabo de leer.

Desdentado. Así he asistido al final del Doctor moneda sangrienta. Tiene grandes momentos, pero, acostumbrado a deslumbrantes finales como el de Laberinto de muerte o El hombre en el castillo o Ubik, con éste me he quedado un tanto frío. Así son las cosas, divinidades como Dick también tienen su talón de aquiles, aunque parezca mentira los dioses también tienen tropiezos. La cosmología inventada para definir la vida después de una probable catástrofe nuclear se queda coja, aunque sí que apuntaba maneras con ese hombre eternamente girando en órbita alrededor de la tierra, o ese focomelo con delirios de grandeza, o ese esquizoide paranoico de Doctor Moneda-Sangrienta. Pero, a mi entender, se queda a las puertas de ser una gran novela a la manera de otras del autor (digo esto con lágrimas en los ojos). Además, es una narración plagada de personajes vacíos que poco o nada dicen, sin citar a la tontísima de Bonny que uno no hace más que odiar una y otra vez. Qué penita pena.

Enlaces anteriores a otras obras de Dick:
Laberinto de muerte

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