lunes, 4 de mayo de 2009

Kingdom Come; de Mark Waid y Alex Ross

A mediados de los noventa el medio de los comics encumbró a Alex Ross, ese curioso y estupendo dibujante que utilizó un estilo hiperrealista, y que todo el mundo deseó desde entonces para que ilustrase sus portadas. Sus mejores trabajos fueron, precisamente, por aquella época: Marvels (1994) y éste Kingdom Come (1996).

Alex Ross comenzó a pensar en la posibilidad de hacer Kingdom Come mientras estaba creando Marvels. Pensó: Si puedo recordar el universo Marvel aglutinando los hechos más importantes de su historia ¿Por qué no puedo hacer algo parecido con el universo DC? Con la ayuda de un tal Mark Waid, al guión, pudo hacerlo realidad un par de años después.

Kingdom Come es en realidad una historia de Superman, para qué negarlo. Todo gira entorno a él. A sus dudas, a su moralidad, y a su forma de ver al superhéroe. Y en realidad ¿Qué mejor superhéroe se podría elegir para escribir una historia sobre la responsabilidad del héroe? Si hubiese que buscar un arquetipo de héroe con poderes (los llamados metahumanos), seguramente éste tendría capa roja y vestiría unas mallas azules. Además el ejemplo, por excelencia, no podía ser otro en el universo DC. Por si fuera poco, Ross basó su diseño en el primer Supermán, el de Joe Shuster, y la obra está dedicada a quien le pusiera por vez primera rostro en el cine: Christopher Reeve.

Hay dicotomías claras y bien diferenciadas en la obra. Desde un frente nos encontramos con un mundo nuevo, una tierra dominada por superhéroes del tres al cuarto, una nueva generación, empeñados en luchas de poder entre ellos, con intereses individuales y olvidando que existen sólo para salvaguardar a la humanidad. Desde el otro frente encontramos a los héroes antigüos, con férreos códigos morales de servidumbre hacia la especie humana: Ahí encontramos a los héroes clásicos de DC: Supermán, Wonder Woman, Batman, Green Lantern... que parecen haberse retirado tras la "jubilación" de Supermán. Pero todos estos añejos héroes vuelven tras un inesperado y cruento suceso, que parece anunciar el tan temido Armagedón.

Desde otro punto de vista, un poco más místico, encontraríamos por un lado a los dioses: representados por los metahumanos o superhéroes con poderes (Supermán, Wonder Woman, Flash, Green Lantern, etc.), y por otro lado a los héroes y villanos humanos (Lex Luthor, Batman, Capitán Marvel, etc.). En esta primera afrenta los metahumanos se creen con derecho a dictaminar un código de conducta a seguir por parte de los superhéroes, los que no la sigan serán encarcelados en una especie de gigantesca prisión especial. Los superhéroes y villanos humanos se posicionan en contra. Bajo éste epígrafe de división entre lo divino y lo terrenal, tenemos el Apocalipsis del libro de las revelaciones, y a un predicador: un tal Wesley (Wesley McCay, en honor al padre de Little Nemo y que adoptó el rostro del padre de Alex Ross), que acompañado de un Espectro, irá sirviéndonos de guía ante todo éste maremágnun de imágenes y hechos.

Mística y valores nos llevan a realizarnos una pregunta: ¿Cual es la función real del superhéroe en el mundo humano?

Éste es un cómic admirable, un gusto para los sentidos, especialmente admirable en su faceta gráfica: Diseño de personajes, épica monumental, dotado de un aparataje tan laborioso que ataca irremediablemtente a la nostalgia y los cimientos de una editorial como DC. Personajes míticos como el Detective Marciano o Deadman hacen apariciones especiales; y se tejen escenas, como esa batalla entre Capitán Marvel y Supermán que son de un sentir melodramático cuasimetafísico.

A mi parecer sólo un pero: El guión engorroso, tórrido, heterogéneo, para alguien que no esté muy familiarizado con el universo DC. No ocurría lo mismo en Marvels, donde todo era pura seda. Aunque, me temo, que esto se deba a una visión subjetiva de alguien que creció amando los comics de la Marvel y que no siguió tanto la cosmología paralela de los de DC.

Reseñas anteriores a otras obras de Alex Ross:
- Marvels

1 comentario:

Knut dijo...

Lo compré con la esperanza de que fuera algo semejante a Marvels, al menos en cuanto a calidad, pero me decepcionó mucho. Si no fuera por su dibujo no dejaría de ser más que un tebeo del montón. Diría que es del tipo de desengaño que me daba en sus tiempos Starling, juas juas juas


El único Superman que mola es el de Moore y si no fuera por el odio pertinaz que le tengo añadiría el de Miller en Dark Knight Me cae gordo Superman, aunque entiendo tanto puritanismo en el persnaje, no pocos vecinos de Smallville debieron morir bajo una humillante descarga seminal del pródigo Superboy: a ver quién tiene bemoles de parar una corridita kryptoniana. Al respecto había un artículo interesante de Larry Niven, no sé si en el Playboy o el Penthouse (ains los tiempos en que se podía distinguir revistillas guarras entre Con Pelos y Colgantes)

En fin, saludos.