miércoles, 9 de julio de 2008

Viejos tiempos; de Harold Pinter

Se suele decir que desde The room -La habitación- (1957) hasta Regreso al Hogar (1965) en Harold Pinter se cumple una etapa. A partir de la década de los setenta Pinter se compromete políticamente y eso afecta inefablemente a sus obras. Se opuso a la política de Margaret Thatcher, rechazó el título de "Sir" por parecerle sórdido... Su discurso de agradecimiento del premio Nobel en 2005 titulado "Arte, verdad y política" lo comenzó diciendo:
En 1958, escribí lo siguiente:

'No hay grandes diferencias entre realidad y ficción, ni entre lo verdadero y lo falso. Una cosa no es necesariamente verdadera o falsa; puede ser al mismo tiempo verdadera y falsa.'

Creo que estas afirmaciones aún tienen sentido, y aún se aplican a la exploración de la realidad a través del arte. Así que, como escritor, las mantengo, pero como ciudadano no puedo; como ciudadano he de preguntar: ¿Qué es verdad? ¿Qué es mentira?

En el discurso realizó un ataque feroz a la política exterior intervencionista de los Estados Unidos e Inglaterra en Irak.

En ese mismo discurso puso como ejemplo cómo nacieron dos de sus obras: Regreso al Hogar y Viejos tiempos. De la primera dijo que nació de la frase "¿Qué has hecho con las tijeras?" y de la segunda que partió de la palabra: "Oscuro". De hecho Viejos tiempos (1971) comienza con dos personajes (marido y mujer) hablando sobre una antigua amiga de ella que va a visitarles, la cual está sumida en la penumbra del escenario, en la oscuridad, como símbolo de la presencia de lo que podemos nombrar como recuerdo. Lo oscuro es el pasado, esos viejos tiempos que van adentrándose en una bruma cada vez menos visible, pero siempre presente en nuestra vida.

En Viejos tiempos asistimos a desenterramiento del pasado de tres personajes. La estructura inicial es muy parecida a Regreso al Hogar, donde un elemento del exterior, otro personaje (una antigua amiga de la mujer), entra en un sistema (en éste caso el que conforman marido y mujer). Las cosas que en un principio parecen normales y corrientes, esconden secretos y capas que se nos van mostrando poco a poco. Las cosas que en un princio parecen de una forma no lo son: La amiga y el marido parecen conocerse, repiten partes de canciones insinuándose el uno al otro... el elemento sexual, aunque velado, está siempre presente. Aquel pasado no es como parecía en un principio, de ninguno de los tres personajes: "Hay cosas que uno recuerda aunque nunca hayan ocurrido. Hay cosas que yo recuerdo, que pueden no haber ocurrido, pero como yo las recuerdo, en realidad ocurren". La estructura robusta del inicio va desmoronándose hacia la no-certeza, hacia la no-verdad, sumiéndonos en el desconcierto y la ambiguedad.

Aunque es una de las grandes obras de Pinter a mi me ha dejado bastante frío. No es de esas lecturas que calen en un primer momento, tal vez porque no tiene una estructura muy definida, todo lo contrario: parte de algo concreto que se va desmoronando. En fín, aún así seguiré leyendo más obras de Pinter.

Otras reseñas anteriores de Harold Pinter:
- Retorno al Hogar

1 comentario:

La administración dijo...

me pareció difícil, tanto como "la fiesta de cumpleaños" aunque con muchos menos elementos de 'absurdo' por decirlo de alguna manera. Es, como citas, realmente oscura. Hay algo en Pinter que no entiendo largamente, tal vez por eso me seduce.