jueves, 26 de junio de 2008

De Profundis; de Miguelanxo Prado

La recurrencia con la que Miguelanxo Prado regresa al mar en sus obras no debe ser casual. En Fragmentos de la enciclopedia délfica el océano traía bajo el brazo a la cuarta especie, especie que daría nombre a la última era de la humanidad. En Trazo de tiza la acción se situaba en una isla en medio del mar. Y en De profundis, la última de sus obras por el momento, nos cuenta directamente una fábula fantástica sobre la profundidad del océano.

De profundis fué una película de animación dirigida, guionizada y dibujada por Miguelanxo Prado en 2006. El guión de la película surgió a partir de una serie de cuadros del autor, Miguelanxo desarrolló desde ellos y con acrílicos lo que sería la película de animación, y Nani García compuso el acompañamiento musical que luego interpretaría la Orquesta Sinfónica de Galicia.

En Enero de 2008 apareció la versión en comic de De Profundis. A diferencia de la película ésta si iba acompañada de textos poéticos, textos que tienen la función de ir hilvanando cada una de las imágenes, para así dotarlas del movimiento del que carecen en el formato impreso. El inicio de la historia:
Érase una vez una casa en medio del Mar.
Denota ya la intención de contar un cuento. En él el protagonista es un pintor que vive en una casa en medio del mar con su mujer. Éste imagina fascinado aquellos seres que pueblan las profundidades y se dedica a representarlos en sus cuadros. Después de un naufragio, será partícipe de un viaje a través de las profundidades de ese océano que él había imaginado. El mar se convierte así en el elemento sobre el que se proyectan los deseos y el alma del protagonista, un lugar onírico y metafórico, entre la realidad y la imaginación, que queda muy bien reflejado en el título de la obra:"De profundis", que hace referencia al salmo bíblico 129: "A tí, señor, elevo mi clamor desde las profundidades".

Si ya en Trazo de tiza la técnica pictórica de Miguelanxo me parecía buenísima, en De profundis evoluciona a una mayor perfección. La elección de esos tonos de aguamarina (verdeazulados) de sensación fría, se mezclan con otros tonos más cálidos como anaranjados y rojos, dejando un efecto de equilibrio durante todo el comic. Además, consigue un matiz onírico que se prolonga desde la primera imagen hasta la última, ayudado eso sí por los textos poéticos que lo acompañan.

Otras reseñas anteriores sobre Miguelanxo Prado:
-Fragmentos de la enciclopedia délfica
-Trazo de tiza

domingo, 22 de junio de 2008

La cantante calva, Jacobo o la sumisión y El porvenir está en los huevos; de Eugène Ionesco

Ionesco, nacido en Rumanía pero de adopción francesa, es considerado, junto a autores como Beckett, Genet o Artaud, como padre del teatro del absurdo. Éste teatro se caracteriza por poner en práctica los principios existencialistas através de metáforas poéticas (o no) y revestidas de situaciones absurdas. Entre sus obras más conocidas se encuentran La cantante calva (1950), Amadeo o como salir del paso (1953) o El rinoceronte (1959).

La edición que he leído contenía las primeras obras del autor: La cantante calva (1950), Jacobo o la sumisión (1950) y El porvenir está en los huevos (1951). Con estos flamantes títulos Ionesco, hoy en día, podría a aspirar a entrar en el equipo de guionistas de La hora chanante o Muchachada Nui.

La cantante calva -Antipieza- (1950)

Se dice que el estreno de La cantante calva, en el Teatro de los Noctámbulos de París, fué todo un acontecimiento. La gente allí congregada no comprendió en absoluto la obra, o sí, tal vez inconscientemente, y por eso les desagradó tanto. De ahí el escándalo y el descontento. Pero ¿Cómo era posible que se representase algo tan repleto de escenas absurdas e ilógicas? Para empezar: En la escena no había aparecido ninguna cantante calva. De hecho, a la tal cantante sólo se la nombraba una vez, y de pasada. Casi nadie comprendió el sentido existencialista de La cantante calva, la primera obra teatral de un tal Ionesco. En ella, el autor, plantaba delante de los nobles parisinos la imposibilidad de la comunicación humana en clave de comedia absurda. La repetición y monotonía del vacío. Nada tiene lógica en la obra, y bajo el barniz de comedia de situación se exponía una cruel hipótesis social: La terrible soledad humana. Las escenas se suceden y, en vez de llevar a alguna conclusión dilucidatoria, la obra termina en una apoteósis incomprensible de frases sin sentido. La subversión, los huevos más grandes (por no decir cojones) de tener la osadía de reinventar el teatro, era de Ionesco. Luego, dos años después, llegaría Beckett y su Godot con cotas aún mayores de profundidad existencialista, pero ahí estaba ya Ionesco plantando ya las semillas de una nueva forma de contar las cosas, de la misma forma que ya lo había hecho Artaud, aunque de forma teórica, en sus manifiestos del Teatro y su doble (1938) y Teatro de la crueldad (1948).

Jacobo o la sumisión -Comedia naturalista- (1950)

De nuevo el absurdo aparece como metáfora en su siguiente obra, representada poco después de La cantante calva. Esta vez Ionesco se convierte en teórico sistémico para plasmar, de nuevo en forma de comedia, el cruel testimonio vivido en una familia. El ejemplo familiar es tomado por un todo unitario, no como partes individuales que conforman un conjunto. De hecho en la familia todos se llaman Jacobo: El hijo, la hermana el padre, la madre y los abuelos; tal vez para identificar a las partes como a una misma cosa, un sustrato indivisible que no acepta disgresiones ni rebeldías en la familia establecida. La acción se sitúa en el momento en el que Jacobo, el hijo, es oprimido por el resto del clan para que revele y afirme que "le gustan las patatas con tocino". La presión a la que es sometido por parte del padre, madre, hermana y abuelos es desproporcionada para una cuestión tan minúscula y nimia, pero de ahí que la nota cómica se convierta en metáfora. Las situaciones y decisiones absurdas se suceden: La familia insta a Jacobo a casarse con una mujer que tiene dos piernas, dos brazos, que tiene agujeros y dos narices, pero él la rechaza por no tener tres narices y por no ser suficientemente fea. Y bajo la pátina de la absurdez asoma la cabeza del esfuerzo por la afirmación individual sobre lo colectivo, el no dejarse absorber por ese mecanismo inmunitario de la familia monocefálica, monoteísta. Pero al final, Ionesco pone la nota aguda en el pesimismo, en la dificultad de ser salmón remontando el furioso río de la vida, cosa que no lleva a otra que a la terrible sumisión. Y esta desesperanza me lleva a pensar, pero en clave de libertad, en la magnífica Eleutheria de Beckett.

El porvenir está en los huevos -o se necesita de todo para hacer un mundo- (1951)

Ésta obra es una especie de continuación de la anterior. Los mismos personajes y ahondando en el mismo tema. Ahora se le exige al pobre Jacobo a asegurar el porvenir de la familia "Hay que asegurar la continuidad de nuestra raza". Para ello, Jacobo y su mujer Roberta, son presionados para la producción industrial y masiva de huevos (como si fuesen los frutos del matrimonio). Y las dos partes de la familia (por parte de el y de ella) deciden para qué usaran aquellos huevos, sin tener en cuenta la opinión de los padres de estos. De nuevo, el pesimismo llenándolo todo.

Aunque las obras de teatro fueron escritas para ser representadas más que para ser leídas, hay algunas de ellas que se sostienen muy bien en formato escrito, mientras otras cojean grandemente sin la escena. Estas tres breves obras pertenecen a éste último grupo, ya que están preñadas de repeticiones y escenas cíclicas que aburren muchísimo siendo leídas, y tal vez por eso pierden un fuelle que, tal vez, en un escenario, abriguen cierta comicidad . De todas formas, me quedo con ese fondo brumoso y triste que presenta Ionesco, velado por lo absurdo de las situaciones, pero fuertemente sostenido en lo simbólico.

sábado, 21 de junio de 2008

Fragmentos de la enciclopedia délfica; de Miguelanxo Prado

Segunda obra de éste maravilloso autor que he leído hasta la fecha.

Por aquella época aún se daba a conocer como Miguel Ángel Prado, y en ésta su primera y más extensa obra, toma elementos de la ciencia ficción para presentarnos, a modo de hipótesis, la posible historia de la humanidad, de forma que todo está contado desde ese futuro y de un modo fragmentario: Mediante pequeños relatos autoconclusivos que van revelando y sugiriendo esa probable evolución del género humano. La idea, dice Prado, la tomó de lo que hace Asimov en su serie de "Las Fundaciones": Los pequeños fragmentos de la Psico-historia humana, a través de los fragmentos de una enciclopedia. Y Prado imagina lo siguiente: Una enorme colección de 2618 cubos de cristal, cuya estructura atómica revela, mediante datos grabados, la historia completa de la humanidad: desde su prehistoria primigenia hasta su renqueante desaparición en los albores del universo.

"Fragmentos de la enciclopedia délfica" (1982-1984), en realidad, funciona muy bien leída tanto a modo de pequeños relatos independientes (a cada cual mejor) como un todo evocado por la sucesión de las partes. De ésta forma Miguelanxo puede centrarse en diversos puntos cada vez y, así, tocar multitud de temas: Los peligros de la experimentación cibernética en "Sensaciones", la dificultad de comunicación entre dos mundos en "Susurros" (la cual me recordó mucho a Solaris de Lem) y "Punto de partida", el despotismo político en "Arena", la hipocresía y el juego de poder en "La voz última" (la cual me llevó a pensar en aquellos simulacros de Dick), al racismo, el colonialismo y lo que provoca la percepción de diferencia en "Telmos", "Aceite", "Sangre de dioses" o ", a la gran parábola ética sobre la piedad en "Misere nobis" (que recuerda a Séneca), o a un nuevo concepto de sociología, de soledad y la pérdida de la individualidad en "Yo".

Supongo que hacer lo que hizo Miguelanxo era muy arriesgado. Primero pensarlo, pensar en en la estructura adecuada para la narración de diez mil años de historia, y luego ejecutar algo así. El gusto que deja tras su lectura es realmente sugerente. Pocos, muy pocos, pueden imaginar de forma tan convincente usando los conceptos e ideas de la más clásica ciencia ficción. Y él lo logró.

Otras reseñas anteriores sobre Miguelanxo Prado:
- Trazo de tiza

viernes, 6 de junio de 2008

El eternauta; de H.G. Oesterheld y F. Solano López

El año pasado (por 2007) se cumplieron cincuenta años de la primera aparición de "El eternauta" (1957-1959), tal vez uno de los comics más importantes escritos en lengua castellana, y, si tenemos en cuenta su repercusión, el más importante de Agentina.

Oesterheld fué, y sigue siendo en el recuerdo, uno de los más importantes guionistas de comics en lengua castellana. Suyos son los guiones de obras como Mort Cinder (1962) o Sherlock Time (ambas con Alberto Breccia como dibujante), además de la obra que recientemente he podido leer: El Eternauta. Merece la pena acercarse a éste autor, que fuera ferviente admirador de la obra de Melville y Conrad, y quien colaborara con autores tan grandes como Hugo Pratt, Breccia, Dino Battaglia, Horacio Altuna o Solano López. Muy comprometido políticamente durante la dictadura militar argentina, en la década de los setenta, se unió a la organización peronista y prosocialista de los Montoneros. Esto quedaría patente en sus últimas obras: una biografía sobre Che Guevara, la utopía política montonera de La Guerra de los Antares, o una segunda parte de "El eternauta" mucho más comprometida. Por ello fué, primero desaparecido, vagando de cárcel clandestina a cárcel clandestina, y finalmente asesinado junto a sus cuatro hijas, por la dictadura militar. Terrible.

"El Eternauta" original, es el que Oesterheld y Solano López, fueron publicando por entregas en la revista Hora Cero Semanal entre 1957 y 1959. Posteriormente se publicarían otras versiones y continuaciones, como la ya citada segunda parte, o la revisión que realizaría el mismo Oesterheld junto a Breccia.

En "El Eternauta", que literalmente quiere decir "el que viaja por la eternidad", se nos relata una historia clásica de ciencia ficción ambientada en el viejo Buenos Aires de finales de los años cincuenta. El inicio es esa aparición del eternauta delante del guionista de historietas, y del relato de una noche en la que comienza a nevar. La aventura y el terror se mezclan formando un pastiche atractivo e interesante; un folletín por entregas que, leído a día de hoy del tirón no pierde nada. Como en una novela de intriga, poco a poco, se nos va desvelando el porqué de esa extraña nevada (en un lugar donde nunca nieva), lo que va provocando a sus habitantes, y qué "manos" están detrás de ella. Según el propio Oesterheld, inicialmente quiso crear una versión moderna del Robinson Crusoe de Defoe. Planteando, en vez de la soledad del hombre, la soledad del grupo, eliminando la individualidad del héroe para transformarlo en grupo. La única pega que encuentro es la repetición que, como es normal, suele encontrarse en obras por entregas. Es por eso que leído como un todo fastidie un poco esa reiteración, ya que corta un poco la fluidez de la historia.

En fín, una auténtica gozada.

martes, 3 de junio de 2008

El Malogrado; de Thomas Bernhard

Dramaturgo y novelista austríaco, Thomas Bernhard, sostuvo siempre una relación amor-odio hacia su país. De hecho llegó a ser declarada como persona non grata en Austria. Su obra más conocida es la saga autobiográfica en la que describió su propia vida desde su infancia: El origen, el sótano, el aliento, el frío, y Un niño (escrita entre 1975 y 1982).

El malogrado (1983) es una novela corta pero densa, llena de muros y repeticiones. Y sobre todo está plagada de una mala leche abrumadora. Es posible que en ella Bernhard tomase elementos autobiográficos de su paso por la Mozarteum de Salzburgo (que es la escuela superior de música austríaca).

En sí la novela es un preguntarse hasta la extenuación por las razones que han llevado al suicidio a uno de sus viejos compañeros de la Mozarteum. Narrado en primera persona, el autor nos lleva por un laberíntico monólogo interior que va alternando indistintamente los momentos del presente y el pasado. Los recuerdos y la situación actual se funden en un bloque. Los recuerdos nos van dibujando a dos de esos compañeros ya muertos con los que estudió piano: Wertheimer y Glenn. El primero es el que luego se suicidaría: es un ser absolutamente gris y mohíno, repulsivo, es "el malogrado", un hombre enfermo, cuya indisposición tiene mucho que ver con la aparición en su vida de Glenn. Glenn es el otro de sus compañeros del Mozarteum, pero a diferencia de Wertheimer, él triunfó. Se convirtió en un pianista internacionalmente reconocido. Los recuerdos y pensamientos actuales llevan al narrador (a Bernhard) a reflexionar sobre las consecuencias aniquilatorias de esa sombra de triunfo (de Glenn) sobre Wertheimer y sobre él mismo.

Leyéndola uno puede entender perfectamente porqué fué declarado como persona non grata en Austria. Toda una declaración de principios: Las ciudades de Austria le parecen las peores del mundo, las personas austríacas le parecen horribles, el partido socialista que estaba en el poder le parece que ha desvirtuado la palabra socialismo... Y así un sigue y sigue infinito. Es una de esas novelas, tan preñadas de negativismo y mal rollo, que uno tiene que apartarse un poco por temor a contagiarse de un nosequé oscuro y deprimente.

Aún así he quedado fascinado por el estilo brutal y descarnado de Bernhard. Tiene una fuerza única. El libro está escrito como si oyésemos y viésemos su propia voz relatando ese rescate del recuerdo.