sábado, 12 de diciembre de 2009

Stratos; de Miguelanxo Prado (1984-1985)


Antes de que llegue una posible o probable pérdida de fe tras la lectura de varios comics mediocres o simplemente defraudatorios, antes del ateísmo en dioses tebeísticos, antes de todo eso se erige la estatua inquebrantable del gran Miguelanxo Prado: Reverencias, reverencias. Este dios del comic, éste héroe de entre los hijos de Eisner, resiste y se hace fuerte con el tiempo.

Stratos se compone de diversas historias que, aunque independientes, están finamente interconectadas entre sí. Éstas fueron publicadas en la revista Zona 84 entre 1984 y 1985. Como todo lo realmente importante, es perdurable. Rabiosamente actual, su lectura alumbra la comprensión de estos tiempos de crisis donde ese estamento de corte capitalista que se ha ido implantando en el mundo comienza a derrumbarse. Prado fue un visionario, y refleja con exactitud en éstas páginas la miseria que se vislumbra al microscopio entre los estratos o capas sociales que conforman ese intento de sociedad cuyos ladrillos tienen forma de dinero. Todo tiene un precio y las personas se dejan morder irremisiblemente. Todo en éste cómic huele a hoy, a ahora. Sus personajes, de manera acertada, están dibujados con rasgos cercanos a la caricatura, en un estilo maravilloso y detallista.

Stratos es una historia de ciencia-ficción que se ha convertido en una de terror con el paso de los años, porque precisamente dibuja un lugar muy parecido al del mundo actual: hipocresía, puñaladas, relaciones frágiles, que conforman una melancolía que se acentúan con la parábola final ¿Podemos vivir aislados de los demás? ¿Podemos salvarnos de esta inercia que nos lleva a la destrucción moral de todos los valores humanos?

Una obra maestra. Un comic que debería leer y comprender todo el mundo.


Otras obras de Miguelanxo Prado reseñadas anteriormente:

miércoles, 9 de diciembre de 2009

La tetería del oso malayo; de David Rubín (2006)

David Rubín, dibujante y guionista gallego, se mueve entre la animación (ha sido codirector de la cinta "El espíritu del bosque" en 2008), y los comics. Ha publicado dos obras importantes en crítica dentro del panorama español: El circo del desaliento (2005) y La tetería del oso malayo (2006).

La Tetería fué publicada por "episodios" en diversas revistas como Dos Veces Breve. La Tetería reúne varias historias cortas (10 o 12 páginas) que suceden siempre en la tetería del oso Sigfrido. Por allí deambulan los más diversos personajes con problemas emocionales. Unos en busca de amor, otros en busca de cura a su dolor, otros con necesidad de compartir hechos pasados, superhéroes venidos a menos... La sensación general tras haberlo leído es la de "He leído algo agradable y cuidado" pero nada más, nada que vaya a perdurar mucho en mi memora. Las historias no me han emocionado ni me han tocado por dentro, de hecho me han parecido historias "tipo" convencionales; es decir que son historias que ya me habían contado muchas veces y en muchos lugares pero con otros personajes. Historias tipo "Disney". Algo edulcoradas aunque pretendan no serlo y sonar a tristeza: a melancolía excesiva. Sólo destacaría la fuerza de "Antón en llamas". Que sean historias cortas le da puntos, sí, pero la última historia (de unas setenta páginas) es un bajón considerable: de una lentitud pasmosa, con el autor alargando la historia de modo innecesario y repitiendo viñetas varias veces.

El dibujo tampoco me ha convencido demasiado. De hecho, para ésta recopilación, Rubín ha redibujado casi todas las historias, para que mantengan un nivel más o menos homogéneo durante todo el volumen. No estoy muy de acuerdo con esa decisión. Creo que hubiese sido mucho mejor dejar los dibujos tal y como estaban, y así ir observando la evolución del autor a través de las historias. Pero bueno, sólo es un punto de vista, una manera de verlo como conjunto.

De alguna manera, después de muchos años leyendo comics, uno se va haciendo menos permeable, uno va exigiendo más a lo que va viniendo. Supongo que es normal porque así comparas las cosas nuevas con lo ya leído. Éste ha resultado un poco decepcionante.


sábado, 5 de diciembre de 2009

El viaje; de Edmond Baudoin (1996)


Ya me había cruzado antes con Baudoin, éste dibujante francés de un estilo que combina la rapidez y las gruesas pinceladas. En sus dibujos está implícita la acción, el movimiento. Tal vez por eso ya me había llamado la atención. Había visto su estilo en aquel Los cuatro ríos (2000), que dibujó con el guión de Fred Vargas, y me atrajo su estilo y colorido en la recién publicada Arlerí (2008). Aún así aún no había leído nada del autor.

La historia de El viaje relata la ruptura del protagonista con la vida que había llevado hasta ese momento. De alguna manera Simón descubre que, ni está donde quiere estar, ni hace lo que quiere hacer. Así que escapa y comienza ese viaje. Sobre la superficie vivimos el viaje en sí de Simón, donde conoce a numerosos personajes que le van mostrando esa parte de sí mismo que se niega a aceptar, o bien que le cuesta ver. Pero bajo esa primera capa existe otra que muestra al autor. Baudoin vivió algo parecido a la historia de Simón: Lo dejó todo para hacer lo que quería realmente hacer: Dibujar. Así, somos espectadores, no sólo de su viaje exterior, sino también de su vivencia interior: Vemos representados sus miedos y deseos como si fueran extremidades de su propia cabeza. El viaje sólo tiene un destino: Los sueños, lo realmente deseado. Su propia vida.

Hasta aquí puede parecer una buena historia. Y no negaré que el comic tiene buenos momentos y buenas ideas. Pero el sabor que quedó al final, tras la digestión, es un regusto a edulcorante artificial. Por si fuera poco terminé odiando profundamente al protagonista, el cual me pareció un tontuelo a las primeras de cambio. La historia tiene tantos elementos azucarados que llegó el momento en el que comencé a pensar en estrellitas de colores, en el buen rollito y en que la vida es maravillosísima y estupenda. No hay cosa que me reviente más (bueno, seguramente habrá más cosas, jejeje...) que me intenten hacer pensar y sentir precisamente eso. A mi modo de ver al autor le falta una pizca de mala hostia. La historia lo pide, pide un buen puñetazo en el estómago, pide vómito y escupitajo, pide excrecencias y rugosidades.

Eso sí, su dibujo, aquello por lo que me atrajo, me parece precioso. Con cierta influencia del estilo de Matisse para captar figuras. Otro cantar es la historia...

domingo, 29 de noviembre de 2009

Inside Moebius -Tomo 1-; Moebius (2004-2006)

El 5 de Noviembre, San Zacarías, San Félix, San Leto, a las siete de la tarde estaba Moebius, el gran dibujante francés, en el Fnac de Madrid, presentando Inside Moebius. Y yo tuve la suerte de estar allí. Era la primera vez que presentaba una obra suya en España, y le llamó poderosamente la atención que hubiera tanta gente, gente expectante, deseosa de ver y oir a toda una leyenda del comic, que rebosaba aquella sala. En un más que aceptable castellano Jean (o Moeb, o Gir, o Giraud, o Moebius) expresó su sorpresa, ya que cuando firma como Moebius las ventas de sus comics son sustancialmente más bajas que cuando firma como Jean Giraud, y por tanto no esperaba encontrar a tanta gente allí, abarrotando el cubículo. Un creador sencillo, agradable, y ante todo feliz.

Inside Moebius es la obra más personal del autor. Nació tras la decisión de dejar de fumar marihuana, y de hecho parte de ese hecho: Moebius usaba la marihuana como herramienta para dibujar desde hacía muchísimos años. Sólo y exclusivamente. Y la obra es una especie de diario de sensaciones que refleja la decisión de dejarlo. La obra, con dibujos sencillos, más parecidos a esbozos rápidos y dibujados con prisa, nos muestran a un Moebius muy diferente al que conocíamos (dibujos suaves y limpios, llenos de detalles). Este viaje emprendido por el autor le lleva a plantearse infinidad de cuestiones: La relación con el comic y la página en blanco, la relación con el lector, la propia relación del autor con sus propios personajes: Arzak, El mayor, Blueberry, los personajes del mundo de Edena etc., la relación del autor actual con el autor de antaño... Y todo esto Moebius lo sitúa en un lugar personal: El desierto "B", una especie de lugar secreto e íntimo donde el autor se reúne con sus propias invenciones, sus propios sueños y sus propias pesadillas y miedos.

Para el que conoce un poco el mundo del autor ésta obra se convierte en una sucesión de guiños y reflexiones en relación a sus personajes, y le ayuda a conocer aún más su rico mundo interior.

Este primer tomo (de un total de tres) editado en castellano recopila los dos primeros números de la edición francesa (publicados en 2004 y 2006), pero que Moeb dibujó entre 2000 y 2001, lo cual hace que disfrutemos de una aparición inesperada por los acontecimientos: Los atentados de las torres gemelas y Bin Laden. El autor se encuentra con el mismísimo Bin Laden en su desierto "B" y tienen una interesante charla.

Realmente resulta interesante una obra así. Aunque es un producto que puede parecerse, y de hecho parece muy influenciado por obras de un estilo similar aparecidas en Francia: "Mis circunstancias" de Trondheim o "Diario de un álbum" de Dupuy y Berberian. Moebius convierte su autobiobrafía en una obra más de Moebius, con sus altibajos, pero con un sentido plástico y libre. Aún así creo que es una obra que interesará más a los aficionados de su obra anterior.


Reseñas anteriores de obras de Moebius:



domingo, 22 de noviembre de 2009

Franny y Zooey: de J.D. Salinger (1961)

Salinger es generalmente conocido por su El guardián entre el centeno (1951), obra que directamente le catapultó al culto y estrellato literario. También es conocido por el obsesivo (y en parte comprensivo) celo que tiene respecto a su vida privada.

Este pequeño librito se sitúa entre los de la llamada "saga" de los Glass, historias que, de manera fragmentaria, van mostrando las vicisitudes de los integrantes de la familia Glass. Esta saga estaría conformada, además, por: El relato "Un día perfecto para el pez banana" incluído en Nueve cuentos (1948); Levantad, carpinteros, la viga del tejado; y Seymour: una introducción (ambos de 1963), y Hapworth 16, 1926 (1965).

En todas estas historias se nos van mostrando los pensamientos y sentimientos, en determinados momentos, de la vida de varios integrantes de la familia y, en su mayoría, narradas desde el punto de vista de Buddy Glass.

Hasta ahora no había leído ninguna historia de ésta saga, también debo apuntar que no creo que vuelva a ella en el futuro. De hecho, de Salinger, hasta el momento, sólo había leído El guardián entre el centeno, y hace ya bastante tiempo de aquello. La impresión general, a pesar de haberlo leído hace ya unos cuantos días, no está muy formada, aunque no es muy buena que digamos. El librito está compuesto por dos relatos complementarios, el primero relata un momento puntual, donde la más pequeña de los Glass, Franny, sufre una pequeña crisis. El segundo de los relatos describe una larga conversación entre, primero, la madre de los Glass y Zooey, y después entre Zooey y Franny. Llama la atención el maravilloso dominio de Salinger para los diálogos, los cuales absorben totalmente al lector en el clima de intensidad situacional de los personajes. En especial es realmente memorable la conversación entre la madre y Zooey en el baño. Salinger es capaz de rodear esos diálogos con detalles que dibujan la situación de un realismo fastuoso.

Es agradable leer ambos relatos. Diría que la crisis de Franny es una crisis espiritual de realidad en la adolescencia. Franny descubre que la vida está rodeada de hipocresía y falsos rostros, y se agarra al misticismo para intentar escapar del absurdo fariseísmo. Zooey intenta hacer que Franny se sienta mejor con una larga conversación, y logra su consuelo. Oh, asquerosa mística superflua. Oh, maldita cita de otras cosas para apoyar poco peso.

Ejem. Diría que simplemente es agradable de leer y punto. Hay mil millones de libros mejores y más interesantes que aún no he leído. Ni más ni menos. Hay cierto tufillo moralista, religioso, teológico, que no me acaba de convencer. Además la pose de Salinger, oh ese gran escritor, oh ese escritor de culto, oh ese intocable, oh, oh, oh, no puedo soportar cuando un escritor juega a posar para sí mismo. Me da cierto asco. De alguna manera con éste libro me ha ocurrido algo parecido a lo que me ocurrió con El "vanagloriado" guardián entre el centeno: había muchas palabras y muy bien puestas, unas detrás de otras y todo, pero no me llevaban a ningún sitio en concreto. Había un autor ahí, sí, pero no había nada grande que contar, no había nada memorable. Tan sólo anécdota literaria.

martes, 10 de noviembre de 2009

Dylan Dog; de Tiziano Sclavi (1986)

Dylan Dog, es un comic italiano que originalmente fué creado por Tiziano Sclavi y caracterizado por Claudio Villa a mediados de los años ochenta. Renacía así el género fumetto nero italiano o comics para adultos que había nacido allá por los años sesenta con títulos como Satanik o Diabolik.

Sclavi tras trabajar como guionista previamente en series de la editorial Bonelli como Martin Mystère, Zagor o Mister No, creó a Dylan Dog y escribió para la serie los primeros guiones. El primero de ellos fué "El alba de los muertos vivientes" y apareció en 1986 con el maravilloso dibujo de Angelo Stano. Escribió de manera ininterrumpida los 23 primeros episodios, después apareció de manera habitual, aunque no constante, hasta el número 173. Después ha aparecido en contadas ocasiones, siendo su último guión hasta la fecha el del número 250 (2007). Dylan Dog sigue hoy en día publicándose mensualmente en Italia.

Actualmente la editorial Aleta está publicando en castellano y en orden cronológico todas las historias de Dylan Dog escritas por Sclavi. Todo un lujo. Hasta ahora llevan publicados tres tomos recopilatorios en cada uno de los cuales se incluyen cuatro historias.

He podido leerme durante estos días el primer volumen recopilatorio, y ya ando leyéndome el segundo y estoy a la caza y captura del tercero.

Un Sherlock Holmes con apariencia de Rupert Everett y Groucho Marx haciendo de él mismo en el papel de un peculiar Watson, en un Londres intemporal plagado de monstruos y apariciones sobrenaturales, con una pizca de gore. A grandes rasgos eso podría ser Dylan Dog. Las referencias y guiños de la serie hacia el cine, el género del terror, la pintura o la música, son casi infinitos. En un pastiche que, lejos de ser mediocre, alimenta bien a los amantes del terror, y que además está construido de manera muy cinematográfica. Las historias, que son autoconclusivas, proponen un misterio que se resuelve en unas noventa páginas, por las que desfilan muertos vivientes, hombres lobo, Jack el destripador, fantasmas...

De Sclavi es célebre su respuesta ante la pregunta de en quien se sentía identificado ¿En Dylan Dog, en Groucho...? "Ni Dylan ni Goucho, yo soy los monstruos". Y es que nuestro autor transmite cierto poso de terrible tristeza en sus historias, tal vez contrarrestado (y equilibrado) por las chorradas y tonterías surrealistas que suelta Groucho. Se dice incluso que ha padecido alcoholismo, bulimia, agorafobia y se ha intentado suicidar en varias ocasiones. Dejando a un lado el sensacionalismo, ya sea proyección de la parte oscura de Sclavi, ya sea mera y dotada imaginación, el caso es que Dylan Dog posee algo que lo hace realmente adictivo y muy muy recomendable. Lástima los altibajos que sufre la serie en cuanto al nivel gráfico, ya que a pesar que algunas de sus historias están dibujadas realmente bien: como en el caso de Angelo Stano, o Corrado Roi, hay otras que tienen un nivel pésimo que no están a la altura de los magníficos e inquietantes guiones que propone Sclavi.

Como curiosidad, hay una película basada en una novela de Sclavi titulada "Dellamorte dellamore" (1994), y que en España fue retitulada con el infumable "Mi novia es un zombie" (habría que cortarle algún miembro al graciosete autor de semejante título, esperpento digno de una Alaska alcoholizada) cuyos rasgos generales son prácticamente los de Dylan Dog. De hecho el actor protagonista es el mismísimo Rupert Everett.

sábado, 31 de octubre de 2009

Harzac, El asesino de un mundo, Los ojos del gato; de Moebius


El dibujante francés Jean Giraud adoptó el nombre de Moebius allá por los sesenta, tal vez en un intento de crear un campo para la exploración de nuevos caminos propios. Tomado del famoso matemático alemán inventor de la famosa cinta de Möbius, diferenció los comics realizados bajo el nombre de Jean Giraud (Blueberry) de los que comenzaría a dibujar como Moebius. Bajo éste seudónimo crearía grandes obras de ciencia-ficción y fantasía para el comic amparado en un estilo mucho más experimental.

Durante los últimos días he sufrido (o más bien disfrutado) de una especie de fiebre obsesiva en relación a los comics de Moebius. He leído multitud de ellos, buscando y rebuscando aquí y allá en una placentera investigación mística de espacios y tiempos.

Harzac.
Harzac, publicada en la revista Métal Hurlant entre 1975 y 1976 combina cinco historias cortas e independientes: Arzach, Harzak, Arzak y Harzack. En todas aparece siempre el mismo protagonista: un jinete montando una especie de pterodáptilo que sobre vuela o explora un mundo extraño. Las escenas mudas, el planeta fantástico de ambiente onírico, y el magnífico color de los dibujos, nos hacen disfrutar al máximo con estas historias donde lo más maravilloso y fascinante es el ambiente que logra recrear Moebius. Una auténtica perla salvaje, sin duda.

El asesino de un mundo.
Se nos presenta a un misterioso viajero del espacio que recala con su nave en un amigable planeta. Allí descubre tras un despeñadero un recóndito escondrijo para una seta gigante que... ¡Habla!. Esta pequeña historia con ecos simbólicos del pecado original se me hace un bocado maravilloso y sencillo. Qué fácil parece, leído del maestro Moebius, hacer que algo parezca sencillo y profundo a la vez. Ignoro cuando la dibujó.

Los ojos del gato.
Esta hermosa y terrible obra se enmarca entre aquellos trabajos que realizó junto a Jodorowsky. Este es de 1978. Todo un monumento poético, a mi modo de ver. Un hombre asomado a un balcón de un gran edificio observa una ciudad vacía, holocáustica, a sus pies. El comic alterna imágenes estáticas con imágenes en movimiento para darle un fuerte carácter al tiempo y dando un ritmo especial a la voz del hombre. Así quedan muy medidos los segundos y silencios. De alguna manera ésta historia me recuerda mucho a algunas de Thomas Ott, repleta de sadismo.

¿Es bueno el hombre?
Este álbum incluye seis historias cortas a todo color que Moebius realizó entre 1974 y 1980. Se incluyen "¿Es bueno el hombre?", "Doble evasión", "Ciudadela ciega", "Balada", The long Tomorrow" y "El universo es muy pequeño". Todas las historias son magníficas y disfrutables, pero hay que resaltar por encima de las demás "The long tomorrow", que Moebius realizó con el guión de Dan O'Bannon. Esta historia de ciencia ficción, de ambientación magnífica (a lo cine negro) y excelentes dibujos, nos deja con ganas de conocer más sobre esa extraña ciudad-edificio del futuro.

Garras de ángel.
Otra colaboración con Jodorowsky. Creo que es de 1994. Esta vez los dibujos de Moebius son solo el soporte para acompañar unos textos místicos y pornográficos del chileno. La obra nos habla en clave lírica sobre el paso hacia la madurez de una niña a través del descubrimiento del mundo mediante el sexo. Los textos son profundamente bellos y los dibujos de Moebius embriagadores. Toda una curiosidad: Sado-masoquismo, la exploración de la relación materno y paternofilial, el aprendizaje y aceptación del sexo, las líneas divisorias entre el cuerpo y el alma...