lunes, 13 de abril de 2009

Vathek; de William Beckford

Cuando me imagino a William Beckford (1760-1844) me lo imagino vestido con largas túnicas, turbante, rodeado de alfombras persas en la penumbra de algún ocaso árabe, y no como aquel perfil de aristócrata inglés que aparece en los grabados. Será porque su nombre es sinónimo de una de las novelas góticas fundacionales: Vathek, cuento árabe (1786).

Beckford tuvo la suerte de heredar un millón de libras, tierras y plantaciones de azúcar, a la tierna edad de diez años. Lo cual le dejó libre para dar rienda suelta a sus pasiones, entre ellas: La literatura y la arquitectura. Respecto a la última de las aficciones citadas, mandó construir La Abadía de Fonthill, con una gigantesca torre en su centro. Respecto a la Literatura crearía sobretodo Vathek y sus episodios. Sería largo y tedioso citar aquí las vicisitudes que ha sufrido la novela a lo largo de la historia y su complicada y casi imposible publicación junto a sus episodios, lo cual se alargaría durante casi dos siglos. La novela fué originariamente escrita en francés por Beckford, y éste le pidió al reverendo Samuel Henley que la tradujese al inglés. Craso error, querido Beckford. Pués el cabronazo del reverendo Henley, que de santo tenía bien poco, intentó adjudicarse la autoría del libro publicándola él mismo en inglés en 1786. Beckford, que aún no había acabado de escribir sus episodios, no tuvo más remedio que publicarla él mismo en francés un año después, sin, claro está, los episodios (un total de cuatro) con los que tenía pensado acompañar al texto. De hecho, Beckford no llegó a publicar en vida sus episodios completos, dejando el tercero de ellos sin terminar y destruyendo el cuarto. Para que llegase una primera edición de Vathek junto a sus episodios hubo que esperar hasta 1971.

Centrándonos en Vathek, ésta está inspirada en la pasión oriental que recorría Europa desde mediados y finales del siglo XVIII, y que había comenzado ya a principios de siglo gracias a Antoine Galland (primer traductor europeo de Las mil y una noches) o Barthélemy d'Herbelot de Molainville (Bibliothéque Orientale). Pese a que Vathek se desmarca de los escenarios góticos típicos de Walpole o Radcliffe: Los castillos, los páramos brumosos, las ruinas medievales... conserva el espíritu gótico intacto, trasladándolo a un escenario oriental, lleno de apariciones sobrenaturales y magia oscura, no faltan los parajes ciertamente sombríos y hechos aún más penumbrosos, las tentaciones y, cómo no, un máximo villano infernal.

El califa Vathek, asentado en Samarra a las orillas del Tigris, es un vil personaje dotado de los siete pecados capitales, pues es soberbio, avaricioso, lujurioso, perezoso y envidioso, y su gula e ira no tienen límites. Además, por si fuera poco, posee cinco alas de su palacio dedicados a satisfacer cada uno de sus sentidos, y una madre vil y aún más avariciosa que él mismo, interesada en el ocultismo y en las artes antigüas de una magia oscura y perniciosa. La historia de Beckford nos relata la caída lenta del Califa en los infiernos o en el Palacio del Fuego Subterráneo. Se nos relata su lucha, la lucha del bien y el mal, por rendirse o no ante el espejismo de los tesoros. El mal aparece en forma de tentación: Las relucientes y enigmáticas espadas de Giaur, el tesoro de los reyes preadamitas, o la belleza de la joven Nuronihar... y las pasiones por estas tentaciones, orquestadas en la sombra por Suleimán (el mismísimo demonio), deben luchar frente a la eterna pulsión hacia el Bien y la postración ante Mahoma.

Una novela clásica, subversiva y exótica. La creación de ese infierno, de esa ignominosa sala del Fuego Subterráneo, ese lugar físico y terrible de perdición en la que caen las almas perdidas, es una de las cúspides, a mi modo de ver, de la fantasía literaria. No deja de ser una novela moralizante, que de alguna manera nos advierte de a donde llevan los malvados caminos de la ambición y la avaricia, pero sin el habitual regusto artificioso de ese tipo de narraciones, y dejando un verdadero poso de estremecimiento y oscuridad en quien lo lee.

3 comentarios:

Llosef dijo...

Jejeje, una de mis primeras lecturas gotiquillas. La verdad es que lo que recuerdo de ella es justo lo que dices: exótica, con mucha aventura colorista pero con esas visiones infernales que son lo mejor del libro.

Llosef

padawan dijo...

Precisamente estaba leyendo uno de los clasicazos góticos que nombras: El castillo de Otranto, por que apenas he leído nada del género. Si consigo encontrarlo en la biblioteca, este puede ser uno de los siguientes en caer.

Al leerlo no he podido dejar de acordarme de las partidas al Diablo II... donde el primer episodio era en un brumoso páramo, y el siguiente en alguna región oriental :)

Pesanervios dijo...

Padawan, pues si te interesa el género, te recomiendo fervientemente una de las mejores: "El monje" de Lewis. Un auténtico deleite para los sentidos, y tal vez, la mejor dentro de las fundacionales de la literatura gótica.

Un saludín a los dos!