Aquel cuya pasión por la música hizo que adoptara uno de los nombres de uno de los más grandes músicos no fué otro que Hoffmann: Ernest Theodor Amadeus Hoffmann. Es conocida su frustración, pues por encima de todo él quiso haber sido un gran músico. Y fué esa enorme frustración y tristeza, por no poder alcanzar lo que quiso tanto, la que nos brindó al gran escritor de relatos fantásticos que hoy conocemos. Creador de novelas como "Los elixires del diablo" (que inspiró al primer Dostoyevski), u "Opiniones del gato Murr..."; pero por encima de todo un excelente escritor de cuentos fantásticos, tal y como fueron "Cuentos fantásticos a la manera de Callot" o "Los Nocturnos".
El nocturno es una pieza musical, para piano, inspirada por la noche. Para ejemplos, los que dejaron Chopin o Schumann. Pero su significado no sólo se limitó a lo musical, sino que conforman un estado de ánimo, un modo de entender la vida, filosófica, psicológica y artísticamente. El término fué adaptado también a lo pictórico y a lo literario.
Los Nocturnos de Hoffmann (Nachtstücke o piezas nocturnas) fueron una colección de relatos publicados en dos partes. La primera apareció en 1816 e incluía "El hombre de la arena", "Ignacio Denner", "La iglesia jesuíta de G..." y "El sanctus". La segunda, aparecida en 1817, contenía "La casa vacía", "El mayorazgo", "El voto" y "El corazón de piedra". La magnífica edición que he leído (Anaya, 1987) respetaba la colección original y adjuntaba unos maravillosos dibujos de Paul Gavarni, que aparecieron acompañando a los relatos en una edición francesa de 1843.
"El hombre de la arena" es quizá el relato más conocido de Hoffmann. Freud puso como ejemplo éste cuento en sus obras para explicar el término "Lo siniestro". En él se ahonda en cómo lo familiar se torna extraño. Lo siniestro aparecería cuando desaparecen los límites entre fantasía y realidad; cuando lo que creíamos fantástico se nos muestra como real; significaría el símbolo habitando el lugar de lo simbolizado. Para representar éstas sensaciones Hoffmann puso en escena a un autómata, una mujer mecánica y sin vida, pero que animada es capaz de obnubilar los sentidos del protagonista hasta el punto de enamorarlo locamente. A mi, sinceramente, me parece un cuento escalofriante. Toca un tema: la no diferenciación de lo vivo/no vivo que, de alguna manera, hace que se me enciendan las luces de un miedo antiguo, como si siempre hubiera estado ahí. Un punto nuclear o central de miedo.
"Ignacio Denner" es un relato donde la importancia reside en el pacto con el diablo. Y donde, como ya ocurriera en "Los elixires del diablo", el pecado del padre es estigmatizado en el hijo. Sucede también, como en la novela, que varias historias se insertan unas dentro de otras para conformar, al final, un cuadro grotesco de significados y engaños satánicos.
El nocturno es una pieza musical, para piano, inspirada por la noche. Para ejemplos, los que dejaron Chopin o Schumann. Pero su significado no sólo se limitó a lo musical, sino que conforman un estado de ánimo, un modo de entender la vida, filosófica, psicológica y artísticamente. El término fué adaptado también a lo pictórico y a lo literario.
Los Nocturnos de Hoffmann (Nachtstücke o piezas nocturnas) fueron una colección de relatos publicados en dos partes. La primera apareció en 1816 e incluía "El hombre de la arena", "Ignacio Denner", "La iglesia jesuíta de G..." y "El sanctus". La segunda, aparecida en 1817, contenía "La casa vacía", "El mayorazgo", "El voto" y "El corazón de piedra". La magnífica edición que he leído (Anaya, 1987) respetaba la colección original y adjuntaba unos maravillosos dibujos de Paul Gavarni, que aparecieron acompañando a los relatos en una edición francesa de 1843.
"El hombre de la arena" es quizá el relato más conocido de Hoffmann. Freud puso como ejemplo éste cuento en sus obras para explicar el término "Lo siniestro". En él se ahonda en cómo lo familiar se torna extraño. Lo siniestro aparecería cuando desaparecen los límites entre fantasía y realidad; cuando lo que creíamos fantástico se nos muestra como real; significaría el símbolo habitando el lugar de lo simbolizado. Para representar éstas sensaciones Hoffmann puso en escena a un autómata, una mujer mecánica y sin vida, pero que animada es capaz de obnubilar los sentidos del protagonista hasta el punto de enamorarlo locamente. A mi, sinceramente, me parece un cuento escalofriante. Toca un tema: la no diferenciación de lo vivo/no vivo que, de alguna manera, hace que se me enciendan las luces de un miedo antiguo, como si siempre hubiera estado ahí. Un punto nuclear o central de miedo.
"Ignacio Denner" es un relato donde la importancia reside en el pacto con el diablo. Y donde, como ya ocurriera en "Los elixires del diablo", el pecado del padre es estigmatizado en el hijo. Sucede también, como en la novela, que varias historias se insertan unas dentro de otras para conformar, al final, un cuadro grotesco de significados y engaños satánicos.
"El sanctus" ha creado en mí una sensación de rechazo inmediata. Todo: el tono, la forma en el que está escrito, lo tratado en él... No me ha gustado nada. Me niego a hablar de ello.
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