domingo, 8 de febrero de 2009

Nueva York, la vida en la gran ciudad; de Will Eisner

En 1978 Eisner regresó al comic con ganas, creando Contrato con Dios, un nuevo revulsivo para el comic y un nuevo horizonte personal para el autor. Lejos quedaban ya los años de The Spirit, pero comenzaba una nueva época creativa para Eisner. Desde 1978 hasta 2005, año en el que fallecería, el autor no dejó de dibujar obras de gran calidad y calado. Aparte de The Spirit, su obra más conocida, Will Eisner fué un prolífico creador de historias y, entre sus temas preferidos, la ciudad de Nueva York siempre estuvo como telón de fondo.

Varias de éstas historias neoyorkinas (o metropolitanas) fueron compiladas en un sólo volúmen y tituladas con el genérico: Nueva York, la vida en la gran ciudad. En él se incluyen varios libros publicados con anterioridad por separado: Nueva York, la gran ciudad (1981-1986); El edificio (1987); Apuntes sobre la gente de la ciudad (1989); y Gente invisible (1991-1992). En el conjunto de todos ellos, podemos observar a un Eisner interesado en discernir y analizar el significado de la estructura y conductas que él va observando en ese monstruo llamado ciudad. De forma parecida a como hiciera Melville con la ballena en Moby Dick, el venerable Eisner va dibujando no sólo la apariencia sustancial de la metrópolis, ese monstruo que ha ido cercando al ser humano hasta convertirlo en un simple dato anecdótico, sino que consigue realizar una cirugía espiritual y profunda de la misma humanidad a través del análisis de las partes más nimias de la urbe. Eso le da a la obra, en su acervo, una unidad obsesiva: La de un ciudadano interesado en conocer y dar sentido al medio que le rodea. Ya lo hizo antes, en obras anteriores: La Central City por la que Spirit brincaba a diario no era muy diferente a Nueva York; y en Contrato con Dios observábamos la vida en los tenements del Bronx.

En Nueva York, la gran ciudad, Eisner utiliza nueve elementos típicos de una ciudad para darnos su punto de vista de cómo es la vida en una gran ciudad: Las rejillas del alcantarillado, las escaleras de entrada a los edificios, el metro, la basura, los sonidos, farolas o buzones o tomas de agua, ventanas, muros y la manzana. Se trata de historias cortas, de una página en su mayoría, bosquejos de la conducta humana en su mayor parte en clave de humor, aunque en ellas observamos a un Eisner melancólico e incluso bastante crítico con algunas de nuestras acciones diarias.

En El edificio, se nos cuenta la historia de cuatro fantasmas y su relación en vida con un viejo edificio "con el tiempo, una acumulación imperceptible de dramas circundaron sus cimientos". Es una historia realmente entrañable, y en el Eisner pretende demostrar cuan fuertes son los lazos que nos unen a los lugares físicos en los que hemos vivido, los cuales quedan impregnados de una especie de espiritualidad. Como si las emociones quedasen registradas en una especie de taquígrafo invisible.
Apuntes sobre la gente de ciudad muestra al propio Eisner, libreta en mano, saliendo a la calle y dibujándonos en directo aspectos típicos de la vida diaria en la ciudad. De igual forma que ya hiciera en Nueva York, la gran ciudad, aquí el autor toma cuatro elementos: El tiempo, los aromas, el ritmo y el espacio, para hablarnos de la soledad, las prisas, el hábito, el miedo, las muchedumbres... Através de lo anecdótico, Eisner va bosquejando la globalidad, el sentido y la cárcel en la que se va conviertiendo nuestra propia libertad.

Gente invisible está formado por tres historias independientes: Santuario, El poder y Combate mortal. Son tres historias de fondo dramático, y nos hablan de personajes "pequeños", insignificantes, que luchan por sobrevivir en un mundo en el que tienen todo en contra. Eisner intenta explicar lo que la gente de a pie siente: "miedo o pavor al presenciar la agonía de una persona que desciende hacia la invisibilidad".

Otras entradas anteriores sobre Will Eisner:

- The Spirit
- Contrato con Dios

5 comentarios:

padawan dijo...

Aún tengo pendiente leer a Eisner, y cada vez se va haciendo más ineludible... ¿Qué recomiendas para empezar?

Pesanervios dijo...

The Spirit es su obra maestra. Sobre todo los números publicados a partir de 1946, ahí ya todo Eisner fluía con un desparpajo y una naturalidad impresionantes.

Aún así todo lo que he leído de Eisner merece la pena. Pero empezaría, sin duda por The Spirit. Ah, y no veas la película, por diossss...

Un saludín.

Knut dijo...

Para mi Eisner es indiscutiblemente Dios, lo ha sido y lo sigue siendo. Tened en cuenta que practicamente todo cuanto he amado en esta vida (en términos culturales) se me ha ido viniendo a pique en el transcurrir de los últimos años, por lo que no es valadí el seguir afirmando con fe la divinidad de Eisner.

Todo cuanto hizo este hombre es de calidad, todo, todo. Por supuesto tiene cosas de alturas infinitas con otras más mundanas. Pero The Spirit es en casi cualquier aspecto que quieras considerar una Obra Maestra Del Arte.

A nivel técnico no sólo está por encima de su generación a niveles que sólo rozan los verdaderamente clásicos (Krazy Kat, Little Nemo, Tarzan, Principe Valiente...) sino que da lecciones al mismo cine.

En aquellas cortas historias de 8 páginas se despliega practicamente todo cuanto el medio puede hacer. El grado de experimentación contínua es comparable a Ciudadano Kane, si su metraje fuera de 2 años de duración continua.

A nivel formal y de guión The Spirit es un continuo brotar de nuevas formas, de estructuras vanguardistas. Las viñetas se escapan de la página, mucho antes de la Rue 13 del Percebe Eisner construía historias en la que cada páguina era un edificio, con sus habitaciones, planos secuencias brutales, viñetas dentro de los ojos de un asesino, historias contadas por una pistola, centradas en el pavo de acción de gracias.

Pero no paraba aquí la cosa, las historias eran maravillosas, y sobre todo la creación de personajes secundarios. En ocasiones Spirit sólo sale ocasionalmente, incluso hay un largo periodo en el que se le da por muerto. Ebony, el chico negro, es sencillamente para arrodillarse. No es sólo su diseño, la enorme movilidad que permea todo el dibujo de Esiner, sino la infinita humanidad que genera, la imposibilidad de no mostrar empatía por aquel niño negro.

En Eisner todo rezuma amor, preciosismo y vitalidad. Nadie como él es capaz de dibujar el movimiento. Las ropas de sus personajes, siempre, parecen estar pilladas en el momento más representativo del movimiento que realizan. Sus viñetas no son cuadrados, la composición del ritmo, el drama, los gestos.

Es como tener a Kurosawa, Wilder y Welles en un mismo sujeto.

Pero ademas, además...

Siempre fue el Dueño de su trabajo, es una suerte de tipo de izquierdas de verdad, cabezón, tenaz y trabajador. Un Maestro verdadero del género no sólo por ser un Pionero casi inalcanzable, como Velázquez joder, sino porque su Trabajo cambió el medio en la realidad. Mientras que Superman, Spiderman o Watchmen pertenecen a empresas sin alma, Eisner conservó la autoría de todo lo que hizo desde siempre.

Es un puto Maestro.

El resto de su obra no alcanza la calidad Monolítica de The Spirit, pero es grandiosa a su manera.

Eisner dibujó casi hasta morir, desde los 70 se empeñó en que se considerara por el propio medio que el comic es un Arte Narrativo a la par en capacidad de calidad que lo Literario. Por eso se empeñaba en que se comercializaran habitualmente Novelas Gráficas. Toda su obra hasta su muerte desde ese momento es justamente esto.

Ya no hay necesidad de innovar en lo formal, por lo que se dedica a autobiografiarse de una manera muy especial.

Al igual que Allen Eisner está fascinado por su ciudad, pero este no es un amor intelectual ni mucho menos.

El Eisner hombre es, como suele ocurrir con casi todos los maestros del tebeo, un Observador nato. El retrato que el hace del alma de su ciudad, es tanto el mapa de sus propios huesos, como el descubrir que el sustrato de todo movimiento son precisamente aquello más cotidiano y por ende más invisible.

Sus novelas gráficas tienden a perder incluso el concepto de viñeta, son bocetos de esquinas, ventanas, barrios pobretones en definitiva. Bocas de riego, kioskos, calles y en general aquellos espacios donde transitamos la mayor parte del tiempo. Una suerte de cruce de caminos que en el fondo configuran la esencia de esa humanidad que acoje y configura una ciudad.

Es una obra de una melancolía gigantesca, como si el propio Eisner se diera cuenta que él importa en la medida en que ha formado una estela en esas esquinas, un eco más, cuya única especifidad es el poder plasmar todo eso en un papel.

Si algo me gusta de los tebeos es que es un arte desnudo, en el que uno toca con los ojos el trazo directo, el producto de una mano, una imaginación. El Eisner "viejo" es un testigo de lo cotidiano en términos casi ónticos, metafísicos. Desde lo más pequeño e invisible traza un mapa universal, en cada trozo de piel que desnuda nos encontramos con un pedacito al descubierto nuestro.

Creo que hay tebeos de una calidad superior a estos últimos, y es seguro que tal cosa es posible gracias al trabajo que Eisner hizo en defensa de derechos de autor. Para mi casi todo Moore es muy superior a este último Eisner, pero en cierto sentido creo qur forma parte de un mismo proceso.

Uno del que el hijodelagranputa de Miller se apeó hace ya demasiado tiempo. Por eso no veaís la película, es una atrocidad, como si uno de los más destacados discípulos de un maestro zen se forrara haciendo pelis porno pederastras en el templo.

Si Eisner fuera un escritor, un director de cine o un pintor es muy seguro que todo quisqui sabría quien es, que se hablaría de él en las escuelas, se estudiaría y sería benerado.

Yo siempre he soñado porder estar de observador oculto en el encuentro que tuvieron Eisner y Breccia (menos Grande pero no mucho) con Prado como traductor.

Dios, qué chapa estoy dando en tierras ajenas, jejejeje...

Pero es que Eisner es IMPRESCINDIBLE, y si encima eres algo izquierdoso es una excelente manera de tener algo de esperanza.

Salud.

Pesanervios dijo...

De tierras ajenas nada, Knut. Siempre es de agradecer una intervención así, llena de entusiasmo y amor hacia un autor tan tan grande como éste.

Gracias a él el comic es hoy lo que es. El mismísimo Moore le rinde pleitesía allí donde va. También Gaiman. Y Miller... ese judas que se vendió por el puñado de dólares correspondiente, no merece ni tiempo hablar de él...

Sinceras gracias por tu comentario-apología, Knut.

Un abrazo.

padawan dijo...

joe Knut, se agradecen comentarios así, hasta dan envidia. Ya me gustaría a mí poder escribir cosas en el blog como las que sueltas tú en los comentarios :)