lunes, 12 de noviembre de 2007

El castillo de Otranto; de Horace Walpole


"El castillo de Otranto" fué la primera de una serie de narraciones que se encuadrarían dentro de lo que ahora denominamos el género de la literatura gótica clásica. Su autor, Horace Walpole, lo tituló primeramente como "Otranto, una narración gótica" y de ésta forma acuñaría un término que englobaría todo un género.

Éste tipo de literatura germinó en una época (1764) donde dominaba el espíritu de la Ilustración, el cual ensalzaba la razón y el conocimiento verdadero, y denostaba los prejuicios, los miedos y las supersticiones. En éste marco creció una corriente totalmente opuesta, es decir, sensacionalista e incluso melodramática. En ella se apoya la literatura gótica clásica: En una reacción contra el pensamiento dominante de la Ilustración, fundamentado en una expresión emocional, estética y filosófica precisamente contraria. Romper ese dominio de la pasión y aquellas normas, en las que estaba enclaustrada la fantasía de aquella Edad de la razón, se convirtió en un acto de liberación. Y durante seis décadas, desde 1765 hasta 1820, la literatura gótica sació esa sed: sus máximos exponentes serían, además de El castillo de Otranto, Los misterios de Udolfo, de Ann Radcliffe; El Monje, de Lewis; y Melmoth el errabundo, de Maturin.

En el Castillo de Otranto, bajo el marco de un castillo medieval, Walpole crea un argumento simple, que hoy en día puede parecer muy inocente: Especulación palaciega, misterios sobrenaturales (la aparición de ese yelmo gigante aún me conmueve), pasajes plagados de desdichas y muertes, viles persecuciones de muchachitas (por esos pasadizos oscuros y derruídos), apariciones espectrales, misteriosos ruidos, y sobre todo la expresión por parte de los personajes de emociones exacerbadas (a la manera del romanticismo).

Hoy en día leer ésta novela puede parecer hasta jocoso, pues algunas de las escenas ciertamente rayan lo absurdo. Pero, contextualizando su importancia dentro de la época en la que apareció, uno no puede dejar de maravillarse ante éste revulsivo construído bajo una historia de mentiras, pasiones y muerte. No es más que la pura liberación expresiva y emocional que, tomando por bandera la fantasía, es capaz de crear gran puerta a la imaginación y al miedo.

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