El texto está plagado de epigramas, es decir composiciones poéticas breves, que expresan de forma ingeniosa un pensamiento satírico o humorístico (ó) pensamiento satírico o burlesco expresado de manera breve e ingeniosa. Y el prefacio está saturado de epigramas relacionados con el arte y el artista: "el artista es el creador de las cosas bellas" ó "el pensamiento y el lenguaje son para el artista instrumentos del arte" ó "el vicio y la virtud son para el artista material para el arte" ó "todo arte es completamente inútil". Ya desde un primer momento la escritura de Wilde es mordaz y satírica, a la vez que finísima y provocadora en sus reflexiones sobre la moral o la iglesia.
Además, la novela está plagada de dilemas filosóficos, que a veces pueden ser tomados por sutiles bramidos cómicos, pero que encierran paradigmas necesarios, núcleos que hay que destripar en el discurso normal: ejemplo: el egotismo, el envuelto dorian gray en su capa de yoes narcisistas y cómo el peso su nublada moral, a veces romántica y enseguida indiferente, se imprime en un retrato suyo (espejo simbólico donde se observa la conciencia). También habría que hablar de ese espectro relatado entrelíneas (por ahora) referido a la concepción del arte como algo aún más importante que la vida verdadera: ejemplo: La tierna y malograda Sibyl, actriz de segunda categoría que creía en todo y que, apartir de su tórrido romance con Dorian, es incapaz de actuar porque ha sido por primera vez consciente de la verdadera realidad, y es ahora incapaz de moverse en lo que ella concibe como vacío espectáculo.
Leyéndolo uno puede hacerse una idea aproximada del porqué fué encarcelado su autor (teniendo en cuenta un contexto en el que la homosexualidad estaba penada por la ley) y yo supongo que sería por esos primeros capítulos donde se establece un trío: Basil, Henry y Dorian, en donde los dos primeros adoran al último por su belleza, y el último queda embelesado del segundo por su filosofía de vida. Las conversaciones están plagadas de diálogos excesivamente amistosos que, según leídos, pueden confundirse en una especie de sensualismo.
Pero creo que hay cosas más importantes que aquellas en las que se fijaron las leyes coetáneas a Wilde. En el discurso se disecciona de una forma hábil y magnífica el narcisismo y la vanidad, así como la sociedad inglesa victoriana y todos sus juegos de clubs y fiestas superficiales. El moralismo fundamental que se respira en El retrato de Dorian Gray se me parece al de Fausto, aunque tal vez debería decirlo al revés. Si lo pienso, también se me parece a El corazón delator de Poe. Hay en ellos similitudes básicas: el Henry de Wilde, es el demonio tentador que empuja a una vida de excesos y tentaciones. Mediante un deseo y una resolución fantástica, Dorian logra la eterna juventud, trasladando todo el peso de la vejez y la carga de la conciencia al cuadro que tantas similitudes con él tienen. En cierto sentido vende su alma al cuadro para obtener la belleza prolongada en el tiempo de unas pinceladas de pintura al óleo. Pero es precisamente eso, la belleza, lo que termina por odiar de sí mismo al final. También, Dorian (y es esto lo que permite su destrucción) puede escuchar hacia el final de la novela los latidos de su propia vanidad, y es precisamente ese el detonante que hace que Dorian clave el cuchillo en su propio retrato y muestre así, al mundo, su propio secreto.
El ser vanidoso y narcisista, animal de la pulsión y el desenfreno... ¿Acaso no estamos siendo empujados hacia esa dirección? Me refiero a todos, a todo el mundo: Una nueva filosofía moderna retratada por la sucesión de placeres inmediatos, cada vez más inmediatos. Creo que todos tenemos un espejo interior, algo menos definido que el de Dorian Gray, pero un cuadro donde nos miramos, donde baremamos nuestros actos, donde nos juzgamos la moral. Todos lo escondemos, con mejor o menor fortuna, ante los demás. Como Dorian Gray, todos tenemos un desván donde lo escondemos, y donde de vez en cuando vamos a mirarnos con algo de miedo.
Según he leído, El retrato de Dorian Gray, es considerada como una de las mejores novelas escritas en lengua inglesa, es por eso que no entiendo que la edición que tengo yo, la de Valdemar, del Club Diógenes, esté tan plagada de erratas en su ¡Cuarta edición!.
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