A diferencia del primer libro, en esta ocasión, llama la atención el gran elenco de personajes que Peake pone en escena. Algunos de ellos tremendamente excéntricos (más si cabe que los antiguos) y también sobresale el finísimo humor que invade la mayoría de las situaciones. Otro de los puntos fuertes es esa prosa lírica y penetrante, que ya mostraba Peake en el anterior libro: Todo rezuma poesía en ese castillo. Incluso las telarañas parecen bellas cuando las ilumina un solitario rayo de sol, o los aposentos abandonados y ocupados por ratoncitos están preñados de una magia increíble.
Los libros de Gormenghast requieren tiempo, como los grandes libros que forman parte de las cumbres de la literatura. Hace falta para recrearse en los paisajes: tanto interiores, como exteriores; para entender la evolución psicológica de los protagonistas; regocijarse en el finísimo humor del autor; en fín: paladear sin prisas la poesía que desprende el castillo. Porque Peake no se lo pone nada fácil al lector. Hay una barrera densa, lírica, abrumadora, que en mi opinión dispersa la posible lectura del libro como si fuese una comercial o noña película de Tim Burton. Pienso igual que una referecia que leí hace tiempo y que decía algo así "Como todas las cosas realmente bellas, Titus Groan pide al lector casi tanto como lo que dá".
La metáfora más evidente del libro, y de la triología en general, es quizás la búsqueda de la utópica libertad; ya no solo de Titus Groan, sino de todos los hombres. Tal como Titus en el libro, al crecer, nos vamos dando cuenta que estamos encarcelados sutilmente en una maraña inquebrantable de leyes y normas que, tanto de modo social, administrativo, y humano; nos impide movernos de forma natural por el ambiente. De esto se dá cuenta pronto un niño: está cercado por los miedos adultos a que le ocurra algo malo, está vallado por sus normas, normas que por otro lado a un niño le resultan estúpidas, pero que le ayudan poco a poco a socializarse. Nos impide desarrollar nuestra parte salvaje, esa parte de nosotros que reprimimos: esa parte que fuimos y que aún late en nuestros genes. En el libro viene representado por la Criatura. La evolución humana ha sido esa: construir su propia Gormenghast legislativa. Creo que en los libros de Peake se reflejan los arquetipos más importantes del alma humana: El deseo de libertad, la necesidad de amor y el anhelo de poder.
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